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«Una de las glorias de España será siempre el haber contribuido de una manera tan brillante a establecer la verdadera historia de la humanidad». Eso dejó escrito Alberto I de Mónaco en un libro de visitas tras su segunda estancia en Cantabria en 1914. ... El volumen que muestra el texto manuscrito se exhibe desde este mes en una vitrina en el Centro de Arte Rupestre de Cantabria. Alberto II, que cursó este viernes su tercera visita a Puente Viesgo, inauguraba la muestra temporal 'El Príncipe de la prehistoria' dedicada a su tatarabuelo. Una exposición documental y divulgativa que recoge algunas imágenes inéditas, reproducciones de la correspondencia de Alberto I con Breuil y el rey Alfonso XIII, y láminas de la trilogía de libros ilustrados dedicados a las cuevas de Cantabria. El libro con el citado texto de su tatarabuelo fue la sorpresa reservada al príncipe durante su paso de apenas cuatro horas por Cantabria. Así quedaba sellado simbólicamente en el tiempo, más de un siglo, los vínculos entre el Principado y la comunidad. Una renovada ligazón plasmada en la firma de un convenio destinado a «favorecer la cooperación científica y cultural en el ámbito de la prehistoria». Este acuerdo no solo supone «reforzar» sus lazos, sino abrir un periodo de futuras acciones destinadas a la difusión, investigación y conservación del arte rupestre.
Esta ha sido la tercera visita de Alberto II de Mónaco a Puente Viesgo, y la segunda al Centro de Arte Rupestre, que precisamente lleva el nombre de su antepasado. El príncipe estuvo en Cantabria en 2010 invitado por el Gobierno regional con motivo del centenario de la presencia de su tatarabuelo. Y en 2022 conoció el CEAR cuando aún estaba en obras y, asimismo, entró en las cuevas de El Castillo.
El protocolo, la seguridad y el limitado tiempo de duración de la visita no impidió que el príncipe monegasco viviera unas horas intensas. La presidenta del Gobierno de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga recibió a Alberto II a las puertas del Centro de Arte Rupestre. Tras la recepción institucional fue descubierta una placa conmemorativa de su paso por el Centro inaugurado el pasado mes de enero. El epicentro de la presencia de Alberto II se plasmó en la inauguración de la exposición sobre su tatarabuelo que podrá verse durante los próximos seis meses, en el espacio donde antes se exhibió por primera vez la Dama Roja del Mirón, que ahora tendrá como destino el Mupac.
Tras contemplar con detalle las imágenes y testimonios históricos que trazan la huella y el legado de su antepasado, Alberto II accedió a continuación a la gran muestra permanente, joya didáctica e interactiva del Centro, que recorrió durante cerca de cuarenta minutos mostrando su curiosidad y ensalzando el valor comunicativo de lo expuesto.
La propia exposición dedicada al gran mecenas de los adalides y pioneros de la investigación prehistórica se postula como «el primer hito» de la colaboración entre la Consejería de Cultura de Cantabria y el Museo de Antropología Prehistórica de Mónaco. El príncipe asistió al acto protocolario de la firma plasmado por la titular de Cultura, Eva Guillermina Fernández, y Elena Rossoni-Notter, directora del centro museístico del Principado.
Alberto II, además de ser testigo de la rúbrica del protocolo junto a la presidenta de Cantabria, firmó en el libro de honor del centro. El director del Mupac y de las cuevas prehistóricas de Cantabria, Roberto Ontañón, guió en su doble recorrido por el centro al príncipe, tras subrayar que la figura de Alberto I «fue fundamental en el relanzamiento y la consolidación de los estudios sobre el Paleolítico en Cantabria en los inicios del siglo XX». El mecenazgo del entonces príncipe Alberto I no solo permitió la investigación sino que, además, dio lugar al primer estudio sobre arte paleolítico en Europa, una publicación que sentó las bases del conocimiento sobre prehistoria, que hoy en día sigue siendo un referente. Un erudito cuya aportación a las artes y las ciencias trasciende a la época en que le tocó vivir, que fue la misma en que las pinturas de Altamira vieron la luz. Su hallazgo, en 1868, y su reconocimiento como la cuna mundial del arte rupestre, en 1902, provocaron el interés por los descubrimientos que un año más tarde se reflejó en las cuevas del Monte Castillo, en Puente Viesgo.
«Mónaco y Cantabria comparten los colores rojo y blanco en su bandera y una historia común que ahora debe escribirse hacia el futuro», dijo previamente a la firma del acuerdo, la embajadora de Mónaco en España, Catherine Fautrier-Rousseau.
Un vínculo que permitirá abordar «una serie de actuaciones futuras que se concretarán en convenios específicos», según detalló Ontañón. Su fin primordial: proyectar internacionalmente todo el patrimonio de arte rupestre de Cantabria y sus diez cavidades Patrimonio de la Humanidad.
La presidenta María José Sáenz de Buruaga subrayó que la muestra inaugurada por el príncipe «revela las inquietudes científicas e intelectuales del antepasado del monarca, como promotor de la investigación de las cuevas de Cantabria en las primeras décadas del siglo XX».
Un pionero de la prehistoria que Buruaga reconoció como «impulsor de los hallazgos más relevantes del patrimonio prehistórico cántabro», financiando las excavaciones en la cueva de El Castillo, La Pasiega, la del Valle y Hornos de Peña, entre otras, y las investigaciones y publicaciones derivadas de esos trabajos. Y la presidenta fue más lejos al asegurar que «gracias a su patrocinio el mundo conoce hoy el enorme valor de nuestro arte rupestre», con las cuevas declaradas Patrimonio de la Humanidad, entre ellas Altamira, y dos caminos de peregrinación.
«Una riqueza patrimonial única» de Cantabria que Buruaga reivindicó también como «fortaleza, motor y palanca de desarrollo económico y social y uno de los ejes de la nueva economía y de la apuesta del Ejecutivo por un modelo turístico vinculado a la cultura y al conocimiento». Somos un territorio rupestre de primera magnitud», concluyó.
Aunque los códigos protocolarios no contemplaban la intervención pública del príncipe Alberto II de Mónaco, sí expresó posteriormente sus impresiones tras la visita. A los elogios por las instalaciones y las exposiciones que alberga el Centro de Arte Rupestre en Puente Viesgo, que calificó de «un buen ejemplo de cómo buscar de forma moderna la implicación del público en los descubrimientos en torno al arte rupestre», señaló que el museo ha concebido una forma «muy bonita de presentar las piezas y descubrimientos en las cavidades de la región. Creo que mi tatarabuelo, Alberto I, hubiera estado muy feliz y muy orgulloso de la muestra y sobre todo de que este centro lleve su nombre. Para mí y para mi familia es una gran alegría y orgullo», confesó ante los medios. A su juicio, el Centro exhibe el acercamiento al Paleolítico de una manera «muy pedagógica, con tecnologías modernas y que permiten al público interactuar». El príncipe confesó su satisfacción por volver a Cantabria, «una región muy bonita» de la que «mi tatarabuelo pensaba que había «una riqueza que beneficiaría a toda la humanidad». Sobre el convenio de colaboración que implica al Principado y Cantabria aseguró que es «muy importante porque se hacen descubrimientos constantemente. Así podemos colaborar para ayudar a tener un mayor conocimiento de este periodo de la Prehistoria», sostuvo.
Acompañados de la embajadora Catherine Fautrier-Rousseau; y del alcalde de Puente Viesgo, Óscar Villegas Alberto II y Buruaga recorrieron la citada exposición, que recoge impresiones y testimonios de las visitas de campo de Alberto I a las cuevas de Covalanas, Altamira, El Castillo y La Pasiega en 1909 y en 1914. Una exhibición estructurada en módulos expositivos con imágenes y texto en versión bilingüe (español y francés) repartidos en siete unidades temáticas: 'Alberto, el príncipe de Mónaco', 'Alberto el navegante', 'Alberto el explorador', 'Alberto y la prehistoria', 'Descubriendo el paraíso: el príncipe y las cuevas de Cantabria', 'El prehistoriador y su mecenas: Henri Breuil y Alberto I', y 'De la piedra al papel'. La propuesta se completa con una réplica a tamaño natural de la 'Sepultura Doble de la Grotte des Enfant' y una vitrina en la que se exhibirá el 'Álbum de autógrafos de visitantes de las Grutas de Puente Viesgo' con el citado testimonio de la visita de Alberto I en 1914 y el facsímil del libro 'Les cavernes de la región cantabrique' de 1911. Además, la comitiva recorrió los 500 metros cuadrados de la exposición permanente 'Cantabria en el origen del arte', que responde a los grandes interrogantes sobre el arte rupestre, además de ofrecer información acerca de las cuevas cántabras. Antes de su marcha, Alberto II recordaba que su tatarabuelo dejó escrito en sus diarios los descubrimientos que hizo junto a otros pioneros de las cuevas y del arte rupestre, «que han beneficiado a toda la humanidad».
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