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«Su Majestad el Rey visitó las instalaciones del Puerto de Santander con motivo de su 150 aniversario». Eso ponía en la placa que colocaron en un poste en Raos 9. No hubiera estado mal que al mensaje le hubieran añadido una coletilla: «y de ... todas las obras que hay en marcha o proyectadas». A Felipe VI le diseñaron una agenda pensada, sobre todo, para eso. Para conocer los trabajos que darán forma a la instalación portuaria del futuro. Para ver obras o enseñarle los escenarios en los que están proyectadas. Las vio en sus dos paradas por las instalaciones –sin contar la tercera, frente al Juan Sebastián Elcano, también en zona portuaria– y hasta desde el coche de un lado para otro. «Tenemos el puerto levantado en obras, dibujando un futuro que poco se va a parecer al pasado, un puerto que históricamente fue granelero, le estamos haciendo migrar hacia un puerto elástico», contó Francisco Martín, presidente de la Auoridad Portuaria cuando estaban esperando al Rey. Llegó a las diez y media en punto.
Para esa hora ya le aguardaba un grupo de autoridades. Ante un par de paneles que el viento echó abajo un par de veces y obligó a soluciones a la carrera. Luego, por orden de protocolo, les colocaron en fila para el saludo. Primero, Revilla. Y, a su lado, el ministro Joan Subirats. El lugar elegido para la primera parada no fue algo casual. Frente al silo de almacenamiento de vehículos en el Espigón Central de Raos. Ya está construida una primera planta –70.000 metros cuadrados y una inversión de 19 millones– y la idea, según explicaron a Felipe VI, es continuar creciendo en vertical desde enero de 2023. Martín hizo de anfitrión, dio todas las explicaciones y marcó el rumbo para la siguiente parada. Todos, a los coches.
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También el segundo escenario estaba elegido con intención. Raos 9. La obra más perseguida por la larga lista de dificultades que acumula. Allí, en pocos metros, prepararon tres paradas. Una, con la placa –que tampoco se libró de desmoronarse una vez por el viento–. Fue la foto más 'de postal' de la visita. Con todos los ingredientes: el aniversario de la Autoridad Portuaria, las autoridades de la comunidad y de Puertos del Estado, un barco y las palas de unas grúas trabajando a su espalda y, de fondo, la estampa del Santander que se asoma directamente a la bahía.
La segunda parada, unos pocos metros más allá, fue para otra foto más 'llena'. Un centenar de personas aguardaba al monarca junto al cantil. Diputados, empresarios, representantes de la sociedad cántabra, empresarios de compañías que trabajan con la Autoridad Portuaria, miembros del equipo directivo del Puerto... Imagen de recuerdo.
Y, de allí, pegado, a una carpa donde todos los que estaban en la foto anterior se mezclaron para escuchar, ahora con megafonía, a Francisco Martín. Con otros dos paneles delante –sí, también se cayeron por el viento–, completó el repaso de obras. «Parece un tópico, pero estamos construyendo nuestro futuro con las cuatro esquinas del puerto levantadas», insistió el presidente de la instalación. Habló, precisamente, del muelle 9 de Raos, con un presupuesto de treinta millones y que supone «una nueva generación» de 291 metros de longitud. Hoy andaban removiendo tierra.
También, de la terminal de contenedores, que estará operativa para «enero de 2023» y para la que en agosto del presente año llegarán las dos primeras grúas de ochenta metros de altura –Martín dijo un par de veces durante la mañana que estas dos máquinas marcarán un «nuevo 'skyline' (horizonte) en Santander»–. Es –dijo– la «gran aspiración» histórica del Puerto, que supondrá no tener que evacuar cargas desde otros puertos y hacer que la mercancía llegue al cliente «lo antes posible y de la forma más barata».
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En el repaso tampoco faltó a nueva terminal de ferries –más de treinta millones de euros de inversión y que permitirá habilitar un segundo atraque para muelles turísticos– o la puesta en funcionamiento de la estación de gas natural licuado (don Felipe vio los trabajos al pasar en coche de un lado a otro de la zona portuaria). Entre una cosa y otra, más de 170 millones.
El Rey captó la idea. O, al menos, eso se deduce del mensaje amable que dejó en el libro de honor. Fue, tras el acto y los saludos en la carpa, en la parte de la visita más privada. Mientras buena parte de los periodistas y la comitiva se trasladaba hasta el muelle para ver el Juan Sebastián Elcano, Felipe VI saludó a algunos trabajadores y visitó la sala del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria. Un acto más íntimo. Y allí estampó su firma y su dedicatoria. Con el «honor» por conmemorar el 150 aniversario de la creación de la Junta de Obras del Puerto y el treinta de la constitución de la Autoridad Portuaria, y el gusto por «celebrar» su «futuro gracias a importantes inversiones en marcha». Todo, reflejó el monarca, con «magníficas perspectivas», lo que, según dijo, constituye una «gran noticia para Santander, Cantabria y toda España». Todos, encantados con sus palabras.
De allí, otra vez en marcha y directo al muelle para reunirse con la ministra de Defensa ante el buque y para saludar al nutrido grupo de santanderinos que se acercaron para ver al Rey de cerca. Esa era la siguiente parada.
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