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MARIANA CORES
SANTANDER.
Lunes, 11 de octubre 2021, 07:08
Alejandro Irigoyen (Puebla, México. 1973) creció con un destino ya marcado, el de seguir la estela del santanderino Vital Alsar, fallecido hace poco más de un año ... en México y que recientemente ha sido homenajeado por su ciudad natal. El aventurero se cruzó en su vida por primera vez cuando Irigoyen tenía apenas ocho años y ahí comenzó todo. Hasta el punto de que lleva más de dos años y medio dando la vuelta al mundo en un velero, con su familia (su mujer Bernadette Sánchez y sus hijos Alexa, de once años, Diego, de diez, y Vita, de seis) portando la bandera blanca que le entregó Alsar, quien le pidió que continuará llevándola a todos los puertos a los que pudiera, logrando así que su legado perdure en el tiempo y que su mensaje de paz y reconciliación entre las naciones siga vivo. Coincidiendo con el homenaje que la capital cántabra le rindió al marino, el Aldivi atracó en el puerto santanderino, reuniéndose de nuevo las dos familias, la Irigoyen y la Alsar. «Vital y su mujer nos despidieron el 10 de marzo de 2019 en Acapulco, desde donde zarpamos hacia esta aventura. Hace unas semanas, quien me recibió en Santander fue ella. Muy emocionante», describió.
-¿Cuál es su vínculo con Alsar?
-Él me llamaba hijo. Todo empezó cuando yo tenía unos ocho años. Mi padre me llevó de viaje de negocios a Alvarado, en Veracruz. Allí estaba Vital, construyendo La Marigalante (una réplica más o menos fiel de La Santa María de Cristóbal Colón). Mi padre, al que siempre le gustó la navegación, se acercó a saludarle. Ocho años más tarde, regresamos cuando se botó. Vital me pidió que me embarcara con él, con quince años. ¡Mi padre se negó en rotundo! Nuestras vidas se volvieron a juntar en 2010, cuando ya navegaba por mi cuenta, y así nació una relación muy intensa. Aunque nunca formé parte de sus expediciones, sí navegamos mucho juntos.
-Hace más de dos años que está dando la vuelta al mundo en un velero con su familia. ¿Cuál es el propósito?
-Cuando tenía 25 años me marqué el objetivo de dar la vuelta al mundo a vela cuando llegara a los 45. Mi objetivo era vivir al margen de las reglas estrictas que impone el sistema, y de dejar de aguantar las críticas si no las seguía, y desde luego, no dejar que mi vida dependa de la imagen que se transmite a través de las redes sociales. La felicidad no se reduce a lo material. Para cuando decidí enrolarme en esta aventura, con 45 años, ya estaban mi mujer y mis tres hijos. Tanto a Bernadette como a mí, lo que nos dio el último impulso fue querer educar a nuestros hijos lejos de estos estándares. Esta filosofía de vida la compartía con Vital. Hubo muchos problemas, trabas y piedras que me pusieron en el camino, sin entender por qué. Él fue el que siempre estuvo a mi lado, me mantuvo firme en mi decisión y me advirtió de algo que no olvidaré: «Lo único que algunas personas no te van a perdonar es el éxito. Así que ten cuidado y deshazte de ellas».
Homenaje
Compromiso
-Vital Alsar también tuvo algo que ver en esta decisión.
-Hasta aquí la parte de mi proyecto de vida, pero luego viene el compromiso que adquirí con Vital de tomar su testigo, su legado de navegación de 50 años por la paz. Como símbolo de este compromiso, en 2014 me dio su bandera blanca de la paz que llevó por todo el mundo. Yo no hago la tarea que hacía él, pero sí mantengo vivo su espíritu en todos los puertos que tocamos. Y su mensaje de la paz yo lo interpreto de la siguiente manera: si vives satisfecho con lo que haces y en positivo, te conviertes en ser de paz.
-¿Cómo se prepararon para este viaje?
-Soy ingeniero industrial. Tenía claro que para desarrollar este proyecto debía ser independiente económicamente. Así que montamos una fábrica de piezas de joyería. También vendimos nuestra casa, porque se nos presentó una buena oportunidad y así fuimos ahorrando. Lo más duro fueron las semanas antes de irnos, cuando te das cuenta de lo apegado que estás a la tierra y la de compromisos que adquirimos. ¿Sabes lo que supone, en trámites, irte de tierra firme? ¡Una locura!
-¿Cómo siguen financiándose?
-Para mi empresa, me rodeé de buenos gestores. La cosa marchaba bien. Pero entonces llegó la pandemia y el confinamiento mundial. El Gobierno no ayudó. Nos obligó a los empresarios a cerrar, pero a pagar nosotros los sueldos. Así que yo me quité el sueldo y pedí a mis empleados que lo dieran todo por la empresa. La conseguimos sacar adelante y ahí sigue, recuperándose poco a poco. Utilizamos la imaginación para lograr dinero. Se nos ocurrió hacer bolsos con la vela principal, la genovesa, que se rasgó tras dar tres veces y media la vuelta al mundo. Bernadette los pintó a mano, de manera personalizada. A través de las redes sociales, en unas horas, vendimos casi cien bolsos y en una semana teníamos 30.000 euros. Tuvimos la gran suerte de que la CEO del grupo textil español Pepe Jeans se fijara en nosotros. Le llamó la atención cómo capeamos la crisis y nos patrocinó. Gracias a ella, llegó la firma francesa de ropa náutica Façonnable, de quien somos imagen. En Santander hemos tenido una sesión de fotos para la próxima campaña.
-¿Cómo educan a sus hijos?
-Nuestros hijos son unos privilegiados. En una escuela, meten el mundo en un aula. Nosotros, lo que hacemos con nuestros hijos es que salgan al mundo para adquirir esos conocimientos. ¿Física? Sólo tienen que entender cómo funciona el lugar donde viven, el barco. De las matemáticas, lectura y escritura se encarga Bernadette.
-Atracaron en Santander justo cuando la ciudad le rendía un sentido homenaje a Vital Alsar, al año de fallecer en México. ¿Cómo vivió esa experiencia?
-Cumplimos la promesa que le hicimos a Vital y llegamos para que sus cenizas reposen en su tierruca, como decía él. Fue maravilloso recorrer los lugares de los que él disfrutaba de pequeño y de los que tanto había oído hablar. Su familia no puede estar más agradecida a Santander por el cariño que les han dado, como lo estoy yo también.
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Ana del Castillo
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