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JOSU GARCÍA
Martes, 16 de agosto 2022, 07:10
Coches autónomos que se conducen solos y vehículos que reciben información en tiempo real sobre atascos o accidentes. Las nuevas tecnologías van a revolucionar en los próximos años la movilidad y por ello la provincia vecina quiere convertir la A-8 en una «autopista inteligente» ... desde el límite con Cantabria. De hecho, Vizcaya ha comenzado a tomar posiciones para convertirse en un referente en la digitalización de sus vías. La institución foral ha instalado este verano las tres primeras balizas de un complejo sistema que pretende informar al conductor de cualquier incidencia inmediatamente.
El primer gran proyecto de innovación en este ámbito tiene que ver con la conducción cooperativa y la sensorización de las carreteras para ofrecer datos de gran utilidad a sus usuarios en tiempo real. Ya ha echado a rodar, pero tardará en popularizarse, ya que en estos momentos apenas un par de modelos de coche son capaces de leer los avisos inteligentes. Su importancia e implantación irá creciendo de manera progresiva. Por lo pronto, en las próximas semanas, la Diputación de Vizcaya, en colaboración con la empresa Tecnalia, colocará otras 22 balizas en la autopista que recorre el sur de Bilbao y en la A-8, desde el límite con Cantabria hasta el límite con Guipúzcoa. El objetivo es dejar preparado para la movilidad cooperativa todo el eje vertebrador que atraviesa el territorio de oeste a este. En total, 57 kilómetros.
A efectos prácticos, ¿para qué sirve el nuevo sistema? Pensemos en un individuo que llega a Vizcaya desde Castro al volante de su turismo. Se dirige al centro de Bilbao. Pero resulta que, unos 15 kilómetros más adelante de donde se encuentra, a la altura de la recta de Max Center, se acaba de producir un accidente. El choque de un camión y una furgoneta está provocando una retención, que en pocos minutos se prolongará decenas de kilómetros. Se trata de un escenario que sucede con cierta frecuencia. El sujeto en cuestión ha avanzado ya hasta la playa de La Arena, ajeno a la ratonera en la que se va a introducir.
En el mejor de los casos, transcurridos unos minutos desde la colisión, las autoridades enviarán algún aviso a los pórticos luminosos que jalonan la A-8. Pero también es probable que el conductor circule distraído. O que no le dé tiempo a leer el mensaje, que se lanza en vasco y castellano alternativamente. Si es así, en unos instantes se habrá metido en el lío. Cuando el nuevo sistema sea operativo, el aviso del incidente se recibirá de inmediato, proporcionando tiempo para valorar la situación y buscar una alternativa. Es más; en un horizonte relativamente cercano, el propio vehículo procesará los contenidos emitidos y propondrá la solución ideal para soslayar el problema en cuestión.
Viales. No solo se están sensorizando para obtener información y facilitar la gestión de los tráficos, sino que también se están probando materiales para conocer su resistencia al desgaste o a condiciones climáticas extremas.
Túneles y viaductos. Se usan inclinómetros o piezómetros para analizar si hay desplazamientos.
Taludes. Se vigilan con drones y satélites.
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