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El Seve Ballesteros también vive su particular segunda ola. En este caso, de cancelaciones. Si el inicio de la temporada de invierno supuso que la oferta de destinos se quedara temblando, ya de lleno en ella se confirman ahora nuevas rutas que desaparecen de ... los paneles del aeropuerto. Al menos, por un tiempo. La compañía Volotea retiró ayer de la venta los billetes para los vuelos a Sevilla durante el mes de noviembre (la actividad sigue prevista en diciembre). Y, al poco rato, Ryanair también adelgazó su oferta de vuelos. Valencia, Bruselas y Londres dejan de estar disponibles entre el 14 de noviembre y el 12 de diciembre (siguen, en principio, a partir de esa fecha).
Con el panorama ya complicado de hace algunas semanas, los recortes de las aerolíneas afectaron fundamentalmente a las conexiones internacionales. Ryanair, como adelantó este periódico, redujo drásticamente sus rutas con el aeropuerto cántabro de cara al inicio de la temporada de invierno (arrancó el pasado lunes). Sin embargo, las últimas decisiones en España -con comunidades autónomas sometidas a cierres perimetrales, restricciones de movilidad y toque de queda general- afectan también de lleno a los viajes interiores, que resistieron mucho mejor la caída de pasajeros durante el pasado verano. Por eso, se caen durante varias semanas Sevilla y Valencia, además de un nuevo tijeretazo para las dos únicas rutas al extranjero que aún están en la cartelera (Bruselas y Londres). Unas y otras aspiran a recuperar parte de su actividad durante las próximas Navidades. Es una de las pocas tablas de salvación a la que se agarran las compañías de cara a aumentar de alguna manera su tráfico.
La mejor demostración de los problemas del sector (que es un reflejo de la sociedad) la ofreció ayer el propio Seve Ballesteros. Los miércoles, durante un día entero, sólo está prevista una única salida de la terminal cántabra. Un vuelo -a Madrid- en todo un día. Con los locales de hostelería cerrados, la prohibición del acceso a las instalaciones a los acompañantes y las pantallas vacías de anuncios de salidas y llegadas, el silencio por los pasillos del aeropuerto es la mejor demostración de la paralización que ha supuesto la pandemia.
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