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En una semana cumple 20 años y este viernes coge un vuelo a Varsovia para echar una mano a los refugiados que están llegando a Polonia huyendo de Ucrania. Hasta hace unos días, la cántabra Carmen Díaz Higuera trabajaba en Sould Park Jump, el ... centro de camas elásticas de Bahía Real, pero necesitaba crecer, sentía que la vida se le escapaba. Los martes y los jueves eran las mejores tardes de la semana, porque era cuando acudía a las instalaciones un grupo de niños autistas, con los que disfrutaba «mucho». Pero sentía la necesidad de hacer más cosas por los demás.
Hace unas semanas empezó a buscar algún voluntariado internacional que le permitiera crecer personal y profesionalmente. A través de la asociación Ser Joven de Santander encontró proyectos europeos en los que colaborar y escribió su carta de motivación. Todavía no había estallado la guerra y encontró en Polonia a la Fundacja Oczami Brata para trabajar con niños con síndrome de Down en Czestochowa, al sur del país.
Tenía todo listo, pero la invasión rusa le hizo pararse a pensar. Lejos de echarse atrás, habló con la asociación y les propuso que, además del proyecto que le habían asignado, quería ayudar en todo lo que hiciera falta. A Polonia le faltan manos. Y las suyas se sumarán a la tarea humanitaria. Carmen vuela «cargada de ilusión» y «con un poco de miedo, la verdad». Pero a esta joven cántabra le sobran arrestos: «Voy a dejarme la piel ayudando a los refugiados en Polonia».
En la maleta se lleva aceite de oliva y jamón -algo que sabe que va a echar mucho de menos-, las cartas y pequeños regalos que le han hecho sus amigos y su familia, y algo de ropa. «Acabo de ver que está nevando», dice con risa nerviosa para reconocer que «pocas veces he estado tan motivada como ahora». No sabe qué se va a encontrar, sólo que durante los próximos dos meses va a compartir piso con otras dos voluntarias -una de Jaén y otra francesa-. No espera más que ser útil y que esta experiencia le haga reafirmarse en lo que quiere hacer a partir de septiembre: el Grado de Integración Social en la Escuela Técnico Profesional Hernán Cortés de Santander.
El año pasado, Carmen empezó a estudiar a distancia Educación Social en la Universitat Oberta de Catalunya, al tiempo que trabajaba. Poco después de arrancar el curso, le resultó «muy duro» compaginar las dos cosas y decidió dejar la carrera. La vocación de ayudar le viene desde los 16 años, que fue cuando se ligó a Cruz Roja y empezó a hacer cursos en atención a personas con discapacidad, de promoción de éxito escolar de niños y niñas en riesgo de exclusión, de primeros auxilios, de sensibilización y prevención de la violencia machista...
Tiene claro que ha nacido para ayudar y espera que su paso por Polonia sirva para aliviar la vida de alguien. «No voy a arreglar el mundo, pero puedo hacer algo». Con esta carta de intenciones vuela este viernes a Varsovia. Allí cogerá un tren a Czestochowa y, a partir de ahí, escribirá su nueva historia.
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