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La normativa así lo refleja: por cada 50 pasajeros en un avión, debe haber un tripulante de cabina. En la aeronave de Ryanair que ha conectado este domingo Santander con Viena estaba previsto que viajasen 171 personas, lo que obligaba a la compañía aérea a ... contar con cuatro tripulantes. Pero la indisposición de una de las azafatas ha deshecho las cuentas. Con su baja, 21 pasajeros han tenido que quedarse en tierra. La situación ha sido «caótica», como explica una de las afectadas, María González, ya que la empresa tardó en dar explicaciones y no dio facilidades para solucionar la situación. Tuvo que esperar cerca de tres horas junto a su marido, Joaquín Díez, para que la compañía les diera las directrices para obtener el reembolso y una compensación económica.
Lo primero que hizo Ryanair fue pedir voluntarios dispuestos a quedarse en tierra. «Solo una persona aceptó, a cambio de 250 euros, otro vuelo y la noche de hotel», relata González. Pero ese otro vuelo no era directo, sino que implica hacer escala mañana en Málaga o Bruselas. «A nosotros no nos compensaba porque íbamos cuatro días y no queríamos perder más de uno haciendo transbordos», lamenta.
Como la compañía aérea no pudo resolver el problema con voluntarios, la solución para decidir quién subía al avión y quién no fue por el orden de checking. «Como no teníamos asientos seleccionados, sólo pudimos hacer el checking con 24 horas de antelación, o sea que teníamos las de perder», continúa González. Y así fue. Además, tenían prioridad aquellos que volvían a Viena porque vivían allí, por delante de los que iban para hacer turismo.
Los 21 afectados, una vez que supieron que efectivamente no iban a poder volar, tuvieron que esperar a que los otros 150 subieran al avión para iniciar sus reclamaciones. «Nos han ofrecido el reembolso del vuelo y una compensación de 400 euros, pero no nos han dado ni un justificante ni nada, nos remiten a su página web para hacerlo. Nosotros queríamos tener algún documento para poder demostrar al hotel la razón por la que finalmente no íbamos a llegar», explica.
González y Díez, que habían dejado su coche en el parking Parayas, volvieron a por él en apenas unas horas. «Por supuesto, no les cobraremos», apunta el gerente de esta empresa, Iñaki de Dios.
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