«He vuelto a tomar vitaminas»

A Paula Fernández Viaña, a la que su entorno considera una mujer con una voluntad a prueba de bomba atómica, las horas del reloj hace ya tiempo que dejaron de darle de sí. «He vuelto a tomar vitaminas». Como cuando iba a la universidad. O como cuando preparaba el examen de la oposición. Un 'chute' de energía y a correr porque van a ser las ocho menos cuarto de la mañana y ya se le hace tarde.

Dejando la comida preparada y a sus hijos a buen recaudo, en manos de su marido, «porque tenemos una chica que se hace cargo de ellos, pero la he dicho que se quede en casa», la consejera conduce cada día de Torrelavega a Santander para afrontar jornadas maratonianas a caballo entre los talleres del Gobierno regional, la base operacional del 112 y Peña Herbosa, que es, dice, «donde me paso la mayor parte del tiempo» gestionando una crisis descomunal.

Y donde almuerza a las dos. «Me traigo un táper con mi propia comida y como aquí. Pero eso no es ninguna novedad. Ya lo hacía antes», puntualiza Fernández, que tiene «días mejores y días peores». Ninguno que le haya hecho desfallecer, «porque me considero una persona muy fuerte», y ninguno que le haya hecho perder la fe en lo que hace, «porque desde el primer día comprendí que ésta iba a ser una auténtica carrera de fondo y me hice a la idea de que la emergencia a la que hoy nos estamos enfrentando iba a ir para largo». Pero sí alguno que, por momentos le tira la moral por los suelos de su casa.

«Anoche, el pequeño se me echó a llorar. Me dijo que ya está harto de jugar con la 'Play' y que quiere volver al colegio para estar con sus amigos». Es, quizá, el que peor lo lleva en una familia de pueblo que, acostumbrada a disfrutar de una estupenda casa con jardín en Bárcena de Pie de Concha, vive ahora confinada en un piso que tiene unos balconcillos «que dan para salir aplaudir y poco más».

«Me preocupa mi hijo pequeño y me preocupan mis padres», dice la consejera de Presidencia, que no ve el momento de reencontrase con ellos. «Mi padre tiene ya 80 años y una enfermedad respiratoria que le hace muy vulnerable. Le tengo 'quemado' de decirle que se cuide y que no salga hasta que esto pase».

Pendiente de todo, y de todos, Fernández también intenta cazar al vuelo algo de tiempo para ella y los suyos. «Después de cenar nos sentamos a jugar juegos de mesa». Un 'Sin palabras' o un 'Conecta 4' que a ella, curiosamente, no le sirve para conectar sino justo para todo lo contrario, «para desconectar por salud mental», dice.

«También vemos alguna película». Su marido y sus hijos muy concentrados en la trama. Ella, con un ojo puesto en el teléfono. «Intento no mirarlo». Pero no siempre lo consigue, reconoce riendo la consejera, que la última semana de marzo tuvo que cancelar un viaje programado a Florencia, Italia, la cuna del Renacimiento y, ahora, de la transmisión del coronavirus por toda Europa. «Pero mis prioridades han cambiado tanto en apenas un mes que, si le digo la verdad, ahora mismo eso es lo que menos me importa».