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Desde hace unos meses, todo lo que pasa en la política cántabra tiene casi exclusivamente una explicación: que el próximo 28 de mayo se celebran elecciones municipales y autonómicas. En esa clave debe leerse también el desencuentro ocurrido este fin de semana entre PRC y ... PSOE a cuenta del homenaje que los regionalistas organizaron en el Palacio de Exposiciones al dimitido José Luis Gochicoa tras su salida de la Consejería a consecuencia del caso de corrupción en Obras Públicas. El vicepresidente del Gobierno y secretario general del PSOE –el socio minoritario del bipartito–, que durante la semana pasada ya había esbozado un discurso alternativo al del presidente Miguel Ángel Revilla, levantó la voz el sábado y sentenció que, «cuando han fallado los controles» y «cuando se han estafado millones», «no es tiempo de celebraciones», en referencia al acto de Gochicoa.
Pese a la enérgica respuesta del PRC, que acusó a los socialistas de sumarse a la campaña de «intoxicación interesada»que han emprendido los grupos de la oposición, ambas partes coinciden en que la sangre no llegará al río. A menos de 80 días para que se pongan las urnas, es impensable una ruptura del pacto de Gobierno regional a estas alturas de la legislatura. Por muchos motivos. Porque este episodio es importante, pero se produce después de un largo periodo de tranquilidad interna en el seno de la coalición. Porque más allá de lo acalorado del intercambio de reproches, en los últimos cuatro años las dos partes han logrado reconducir situaciones mucho más complicadas. Y, sobre todo, porque sería difícil de explicar un divorcio ahora y una probable renovación –si como ambas partes esperan vuelven a dar los números– de la coalición a partir de junio.
Mismo esquema Hace cuatro años, los socios del bipartito también mostraron perfil propio durante la campaña autonómica
El episodio más grave El momento de más tensión ocurrió con el 'no' de Mazón a Sánchez y la amenaza incumplida del PSOE de romper el pacto
Reacción «No voy a tolerar otra situación como esta», dijo Revilla. Desde entonces se han sucedido los choques, pero han sido más sutiles
En los ayuntamientos Los encontronazos entre los dos partidos que comparten el Ejecutivo cántabro también se han repetido en los municipios
Las palabras pronunciadas por Zuloaga el sábado durante la celebración del Comité Regional del PSOE han servido para que esta reunión de los socialistas y el anuncio de los nombres de la lista autonómica al Parlamento de Cantabria para el 28-M pasen desapercibidos frente a la crítica poco disimulada y muy estudiada lanzada contra el PRC. Además, dan por abierta la veda para que comiencen las hostilidades entre socios en el contexto de la precampaña electoral.
Ha ocurrido en el mismo escenario y casi en el mismo momento que hace cuatro años. Zuloaga también aprovechó el primer Comité Regional de 2019 para dar el pistoletazo de salida al combate entre aliados y trató a Revilla más como rival que como coaligado. Sin citarlo, el líder socialista reprochó al presidente que pretenda «liderar la regeneración política» mientras lleva «décadas» encabezando una lista electoral; que reclame proyectos a Madrid «sin avanzar en los que anuncia en Cantabria»; o que «nunca haya nombrado a una mujer de su partido miembro del Consejo de Cantabria». Incluso le afeó al regionalista su pertinaz presencia en las televisiones al reclamar que «Cantabria necesita un presidente a tiempo completo, que viaje a Madrid a reivindicar en los ministerios».
Fue a más. Semanas después, la secretaria de Organización del PSOE, Noelia Cobo, llegó incluso a denunciar a Revilla y Mazón ante la Junta Electoral Provincial por presentar durante la campaña electoral el proyecto de dragado del puerto de Comillas, algo que no está permitido según la legislación vigente. Los jueces les dieron la razón, pero el ambiente se enrareció después de que los regionalistas señalaran que esa actitud era «poco lógica entre miembros de un gobierno».
Claro que entonces la jerarquía no era tan estricta. El PSOE estaba en el Ejecutivo y Zuloaga era el secretario general del PSOE, pero el hoy vicepresidente no formaba parte del Consejo de Gobierno, sino que la cabeza visible de los socialistas en el plano institucional era todavía Eva Díaz Tezanos como vicepresidenta. A partir de mayo de 2019, Revilla y Zuloaga ya no eran solo los líderes de los dos partidos del bipartito, también presidente y vicepresidente.
Tras la formación del nuevo Gobierno, el cuarto bipartito PRC-PSOE de la historia de la autonomía, los desencuentros no tardaron en aparecer. La primera crisis fue la más importante de la legislatura, hasta el punto que estuvo a punto de hacer volar por los aires el pacto de coalición. Los socialistas se molestaron cuando el diputado Mazón anunció que votaría en contra de la investidura de Pedro Sánchez. La respuesta de Zuloaga fue lanzar un órdago: si no cambiaban de postura, se irían del Gobierno de Cantabria..., pero finalmente el PSOE rectificó.
Revilla optó por la postura práctica y pasó página, pero lanzó un aviso: «No voy a tolerar otra situación como esta». Y lo cierto es que desde entonces ha habido desencuentros, pero más sutiles. A modo de enumeración, cuando el PSOE impidió subir el sueldo a la directora del Servicio Jurídico que quería el PRC, cuando Revilla dijo que Sánchez no había hecho lo suficiente para conseguir que la línea Santander-Bilbao se integrara en el Corredor Atlántico, con las diferencias –después votaron juntos– por la Ley del Suelo, a cuenta de las concertinas en el Puerto de Santander, los reproches regionalistas a la Ley de Memoria Histórica, por el 'no' de Mazón a la Ley Celaá, cuando los socialistas salían en defensa de la vicepresidenta Ribera en relación a la política de protección del lobo...
En los últimos meses, el episodio más tenso ocurrió con los reproches de la ya exconsejera María Sánchez a los compañeros, tanto regionalistas como socialistas, que se resolvió con su salida de Economía. Unas tensiones que también se han repetido a nivel municipal en diferentes plazas.
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