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Jueves, 16 de enero 2020, 13:00
La cueva del Valle es el principal yacimiento prehistórico de Rasines y uno de los más relevantes de la Cantabria Oriental, en un entorno en el que se concentran numerosas cavidades con restos paleolíticos. Fue descubierta en 1905 por Lorenzo Sierra y estudiada entre ... 1909 y 1911 por miembros del Instituto de Paleontología Humana de París como Henri Breuil o Hugo Obermaier. La cavidad, en la cual nacen numerosos arroyos que desaguan en el río Silencio, volvió a ser objeto de estudio a partir de los años sesenta del pasado siglo. En las distintas campañas se han recuperado materiales azilienses y magdalenienses así como algunos que evidencian la presencia de grupos humanos durante la Edad de Bronce. En el entorno de esta cueva se ha instalado el llamado Parque del Paleolítico, un montaje por un expositor, varios paneles y la réplica a tamaño natural de un mamut, dirigido a dar a conocer el hábitat de los grupos humanos que poblaron la cavidad durante la Prehistoria.
En cuanto a restos de megalitismo en el entorno, ha de señalarse el conjunto del Alto de Lodos. Se compone de un menhir y un dolmen asentados a 700 m de altitud, en un lugar llamado El Peñascón, junto a la cumbre de las Nieves sobre la cual existe desde el siglo XVI una ermita dedicada a la Virgen. El menhir de Lodos, a 716 m de altitud, marca el límite de los municipios Ampuero, Rasines y Guriezo; se trata de un bloque de piedra caliza de 1,86 metros de altura clavado en el suelo y pronunciadamente inclinado. A 150 metros de distancia se encuentra el dolmen (728 m de altitud). Se compone de un túmulo compuesto por piedras de diverso tamaño que abarcan un espacio de trece metros de diámetro; éstas cubren una cámara de la cual faltan tanto la cubierta como las lajas de dos laterales y en cuyo interior se hallaron diversos materiales de industria lítica tallada. De los hallazgos materiales que ha arrojado este monumento (el primer sepulcro de su naturaleza inspeccionado en Cantabria) se ha deducido la presencia de grupos megalíticos en estos parajes desde mediados del siglo IV a. C.
Al derribarse la torre de la iglesia San Andrés de Rasines en noviembre de 1980, aparecieron una treintena de sillares en los que aparecían tallados símbolos esquemáticos (ramiformes, triángulos, espigas, líneas curvas, paralelas, verticales...), que se creyó procedían de monumentos protohistóricos. En las excavaciones posteriores realizadas en la esplanada del templo se descubrieron restos de cerámicas y materiales metálicos que abarcaban un periodo de tiempo muy amplio, desde la Edad de Bronce hasta la Edad Media y que, no obstante no ayudaron a aclarar el sentido de las marcas efectuadas en los sillares. Simultáneamente se emprendió una campaña a 200 m al norte de la iglesia, en un torreón semiderruido situado en una hera conocida como El Jaral, que pudo servir para controlar el paso a la costa. En este paraje aparecieron fragmentos de terra sigilata hispánica del siglo IV que revelan un plausible origen romano de la estructura, posteriormente reutilizada en la Edad Media.
En este apartado ha de incluirse la necrópolis altomedieval hallada junto a la ermita de San Roque de Villaparte. Fue localizada durante una prospección minera; en la actualidad queda a la vista una sepultura de lajas.
El testimonio más antiguo de una construcción civil de Rasines se corresponde con las ruinas del torreón de El Jarral en el sitio de La Gerra. Ésta se considera que fue erigida por alguna familia predominante (se especula con el nombre de los Saravia) con el objeto de controlar el paso en la ruta entre el Cantábrico y la Meseta.
Rasines cuenta con varias construcciones señoriales de la Edad Moderna de primer orden. Es singular la casa de Diego Helguero Alvarado, en Cereceda, sede de las antiguas escuelas de Cereceda que aloja en la actualidad un centro de interpretación de la cantería y un punto de información sobre el valle, es una construcción mandada erigir por el gobernador del Final y maestre de campo, Diego de Helguero Alvarado. Fue comenzada en 1657 por el maestro de cantería Juan de Buega y continuada a partir de 1659 por Francisco de la Lastra. Se trata de un edificio de planta rectangular y fachadas de mampostería, salvo el tramo de muro que aloja el acceso levantado en piedra de sillería. Ejemplos de clasicismo es el Palacio de estilo clasicista, cuenta con una fachada erigida en 1654, a instancias de Tomás Gil del Valle, con acceso al zaguán a través de tres arcos de medio punto. También del siglo XVII y dentro de los mismos presupuestos estilísticos se encuentran la casa Calera Martínez, la La Largacha y la casa de Martínez del sitio de la Riva, ésta dos últimas edificadas en 1700 en Rasines. Por último reseñar la casa Villanueva Pico, propiedad de una familia que amasó fortuna en América, un imponente bloque de mediados del siglo XVIII compuesto por un cuerpo de vivienda y una torre levantados en sillería con los cuerpos separados nítidamente por impostas.
En cuanto a la arquitectura privada del siglo XIX, comienzos del XX, son de reseñar La Casona, mandada erigir en la década de los cincuenta del siglo XIX, que revela la pervivencia de los modelos acuñados en la Edad Moderna.
También hay que reseñar varios edificios públicos de interés que pueden verse en Rasines. Sobresale la plaza de toros cuadrada de los Santos Mártires, incluido en el Inventario General del Patrimonio Cultural de Cantabria. Este recinto, documentado desde el siglo XVIII, acogía tanto sacrificios de animales como representaciones teatrales; se adapta a un territorio irregular y presenta un acceso obra del siglo XX. Otras construcciones a resaltar aquí son las escuelas de Ojébar, fundadas en 1845 por Joaquín Mazpule; y la casa consistorial erigida sobre un proyecto de 1907 del arquitecto Gonzalo Bringas Vega, reformado en los años setenta.
Es de destacar en este apartado las viviendas tradicionales de este municipio. Tienen planta cuadrangular, con acceso principal adintelado y las paredes enlucidas y se singularizan por presentar dos solanas en la fachada principal tendidas entre rotundos hastiales. La mayor parte está cubierta por tejados a dos aguas y la cumbre paralela o perpendicular a la fachada, similar a las construcciones populares que proliferan en el valle del Agüera.
Rasines cuenta con varios ejemplos de arquitectura religiosa de interés entre ellos están las iglesias de San Sebastián (Ojébar), San Martín (Cereceda), la ermita de la Virgen de Villasomera (El Cerro) y San Andrés (Rasines).
San Sebastián de Ojébar es un templo de una nave de tres tramos, cabecera poligonal, capillas adosadas en el lado del evangelio y torre a los pies. Está documentada desde 1455. El edificio fue reformado a lo largo del XVI y XVII, entre estas obras se cuenta la torre de estilo clasicista. El retablo mayor es una obra de tradición romanista, datada hacia 1670. Detrás del retablo se encuentran una serie de pinturas murales ejecutadas hacia 1600. Junto a este retablo se encuentra la credencia, de estilo gótico flamígero. Otras obras que custodia el templo son un retablo dedicado a San Miguel del siglo XVIII, relacionado con el estilo de otros trabajos del artífice José de Rascón, y los retablos rococó de la Inmaculada y de la Virgen del Rosario, ambos de la segunda mitad del XVIII.
San Martín de Cereceda es un templo de una nave rectangular de dos tramos con torre a los pies. Fue restaurada a finales del siglo XX y algunos de los materiales reutilizados para una levantar una fuente. La iglesia está documentada por primera vez en 1604, sus muros revelan que fue erigida a finales del XV, principios del XVI; la torre fue erigida hacia 1884, fecha en la cual el templo fue completamente reparado. En el subsuelo presenta un encajonamiento de tumbas. La ruina de la fábrica en la postguerra condujo a la pérdida de buena parte de su patrimonio mueble, en la actualidad es de reseñar un grupo escultórico de la Oración en el Huerto del siglo XVII; otra pieza destacada es un crucificado del siglo XIV.
La ermita de Villasomera es una construcción de una nave de tres tramos, cubiertos por bóvedas de crucería y torre a los pies. Fue levantada a finales del XV y reformada a comienzos del XVII –entonces se erige la torre, abierta por tres grandes arcos de medio punto– y de nuevo en el siglo XVIII.
San Andrés de Rasines es uno de los templos más notables del municipio y también uno de los más importantes de la región. Se trata de un templo de una nave con dos tramos, transepto y cabecera rectangular. Está documentado desde el siglo XV y estuvo vinculada a los Saravia, que más tarde compartieron patronato con los Fernández de Velasco. El edificio actual se alza sobre las ruinas de otro templo derribado en 1590. Las trazas fueron elaboradas por Rodrigo de Rasines y Pedro de la Torre Bueras; ambos planificaron un templo de tres naves de la misma altura (la bóveda de combados del crucero revela la influencia de Juan de Rasines), proyecto que fue simplificado a una nave por falta de presupuesto. La torre fue concluida en 1680; el pórtico en 1756, sobre un plan de Andrés Antonio de Bolde; y el pavimento en 1785, siguiendo el diseño de José del Cueto. Custodia un retablo mayor barroco de tradición prechurrigueresca contratado en 1698 y concluido en 1714, con diseño y condiciones del escultor Jerónimo de Angulo (que trabajó junto al ensamblador Domingo del Rivero) y el pintor Felipe Pico Edilla. Tras esta obra ha sobrevivido una pintura mural que representa a la Virgen. Este templo custodia otros cuatro retablos ejecutados a lo largo del siglo XVIII y otro neoclásico de principios del XIX. En 1980 se hundió el campanario y el edificio se clausuró.
Otras construcciones religiosas a reseñar cuentan la ermita de San Esteban en Rasines, de estilo románico y erigida a finales del XII, comienzos del XIII; la ermita de los Santos Mártires Cosme y Damián de El Cerro, con planta de cruz latina, erigida entre 1608 y 1610 y ampliada en el siglo XVIII, con un retablo del siglo XVII; la ermita de San Juan de la Cruz, en el barrio de Santa Cruz, una gran construcción ampliada en el siglo XVII, abandonada desde la Guerra Civil;la ermita de Santa Isabel de Rasines, de los siglos XVII-XVIII; la ermita de Santa Ana de Ojébar-Casavieja, levantada en 1632 sobre trazas de Pedro Gil del Barrio; la ermita de San Roque de Villaparte, documentada desde 1796; y la ermita de la Piedad de Cereceda, erigida en el siglo XVIII.
En Rasines pueden verse varias obras de ingeniería de interés. Una de ellas es el puente de La Edilla, una construcción del siglo XV, formaba parte del camino real entre Laredo y Burgos; el puente Palacio del barrio de Villaparte, de 1632, con trazas de Diego de Helguera; el puente del ferrocarril de Fresno, perteneciente al tramo entre Santander y Bilbao, línea inaugurada a finales del siglo XIX; erigidas en el siglo XX son estructuras como el puente del Cadalso, en Cereceda, de metal con tablero de hormigón datado en los años treinta; la pasarela colgante de Fresno de los años sesenta. En la ingeniería de la arquitectura del hierro y los comienzos de la industrialización de Cantabria, son de reseñar el puente del ferrocarril de Fresno, la estación de ferrocarril Rasines-Udalla en Fresno y la fábrica de Nestlé de Fresno.
Se ha documentado la existencia de varias ferrerías en Rasines. En Cereceda, sobre el río Ruahermosa se encontraban: La Puente, que se ha documentado entre el siglo XIV y el año 1847; La Picardía, documentada entre el siglo XIV y el año 1793; y El Salsero o Martinete, documentada entre 1674 y 1793. Tanto La Puente como El Salsero estuvieron vinculadas al patrimonio del empresario Juan Fernández de Isla, uno de los más conspicuos representantes del ideario ilustrado en Cantabria.
Así mismo, ha de destacarse en este apartado, la presencia de diversos vestigios de las explotaciones mineras que hubo en Rasines durante la segunda mitad del siglo XIX y parte del XX. En el entorno de la cueva del Valle se localizan numerosos restos de interés de aquellas actividades, entre ellos la boca de la mina Constante, dos lavadreos de mineral, restos de una antigua cantera, un horno de cal de llama corta y un horno de dolomía. La visita a estos lugares se ha visto facilitada merced a la creación de un circuito llamado Ruta de los Caleros.
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