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Jueves, 16 de enero 2020, 13:16
Diversos testimonios arqueológicos evidencian la presencia humana en el entorno de Soba desde época paleolítica. Sin embargo, ni los romanos ni las primeras comunidades medievales dejaron constancia documental expresa que ataña a Soba. Las primeras referencias se remontan al año 863, en relación a los ... monasterios de los santos Pedro y Pablo y San Andrés de Aja. También es religioso el marco en que se incluyen las menciones más antiguas al resto de las entidades poblacionales de Soba, incluidas en los cartularios de los grandes cenobios castellanos de San Salvador de Oña y Santa María de Nájera, que en estos tiempos dominaban estos valles.
En el siglo XIII comenzó el proceso de señorialización del valle y terminaron despuntando dos linajes: los Ezquerra de Rozas y los Zorrilla. Estos últimos se vincularon a la poderosa familia castellana de los Velasco, que logró el control de Soba en 1300 por privilegio otorgado por el rey Fernando IV –este derecho fue confirmado por Enrique III en 1392–. Así consta en el Becerro de Behetrías, del año 1351, registro en el cual Soba fue incluido en la Merindad Mayor de Castilla la Vieja. El dominio del valle se tradujo en violentos enfrentamientos entre los Zorrilla y los Ezquerra de Rozas, que asumieron el papel de representantes de los lugareños.
Entretanto, en 1473 Enrique IV nombró VI Condestable de Castilla a Pedro Fernández de Velasco, señor de los lugares de Medina de Pomar, Frías y Briviesca. Esta familia terminó por hacer valer su hegemonía sobre Soba y lo incluyó en un mismo corregimiento junto a los valles de Ruesga y Villaverde de Trucíos –su administración se ejercía por medio de un procurador general auxiliado por varios jueces o merinos–. El poder de la casa disminuyó a lo largo de la Edad Moderna; así, en 1635 sus representantes vendieron el derecho sobre las alcábalas de Soba. No obstante, esta circunstancia no impidió que en el Catastro de Ensenada, de 1752, todavía conste que el duque de Frías tiene la regalía de nombrar corregidor.
En un plano administrativo más inmediato a los vecinos, durante el Antiguo Régimen el valle se articuló en otras entidades de menor tamaño que recibieron el nombre de concejos y son administradas por regidores, fieles diputados, montaneros y coxedores –responsables del reparto y recaudación de impuestos–. Se trata de los concejos de Aja; Balcaba y el barrio de Asón; Cañedo; Fresnedo y el barrio de Cosera; Herada y los barrios de Cagiguera y Valnera; Incedo y el barrio de Ancillo; Pilas; Prado; Regules; Rehoyos; La Revilla y los barrios de Helguera y Tonllar; Rozas y los barrios de Ancillos, Bolaiz, Lamedal, Manzaneda y San Vicente; San Juan y los barrios de Busta, La Cistierna y Santa María; San Felices y los barrios de Bustancillés, Lavín, La Peña y Quintana; San Martín y los barrios de Astrana, Azas, San Martín y Villaverde; San Pedro; Santayana y los barrios de San Bartolomé y Sangas; Valdició y el barrio de Calseca; Veguilla; y Villar y los barrios de Bárcena, La Colina, Espinilla, Hoyo, La Junquera, Llano, Otero, Siquetos y El Río.
El régimen señorial desapareció con el proceso de modernización del Estado, y en 1822 se constituyó el Ayuntamiento de Soba. Ha formado parte de los partidos judiciales de Laredo, Ramales, Santoña y, desde 1992, está de nuevo integrado en el de Laredo.
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