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Jueves, 16 de enero 2020, 10:24
La historia conocida de Los Corrales, municipio formado por la agrupación administrativa de cinco de los ocho concejos que constituían el antiguo valle de Buelna, uno de los de la Merindad de las Asturias de Santillana, se remonta a la Prehistoria. Los primeros asentamientos humanos conocidos en el valle se encontraron en el vecino término de San Felices, concretamente en la cueva de los Hornos de la Peña, en Tarriba, con valiosos grabados del Auriñaciense (ciervos, caballos, bisontes y símbolos indescifrables). Los materiales magdalenienses hallados en Las Caldas también pusieron de manifiesto esta presencia.
No obstante, el testimonio de poblamiento más importante en la época protohistórica son las estelas gigantes aparecidas en el pueblo de Barros y en Lombera. Están decoradas con signos astrales, por lo que se cree que representaban al sol, al que los celtas rendían culto, aunque también hay quien apunta que se trata de monumentos funerarios. Su cronología podría situarse en la época romana. Precisamente, la huella de los romanos quedó plasmada en este valle a través del tramo conservado en el monte Fresneda de la antigua calzada que unía Pisoraca (Herrera de Pisuerga) con el Portus Blendium (Suances).
A lo largo de la Edad Media el valle de Buelna estuvo ligado al dominio señorial de la abadía de Covarrubias. La primera referencia documental de ese señorío corresponde a finales del siglo X. Concretamente, fue en el año 978 cuando los condes de Castilla –Garci Fernández y Aba– fundan para su hija Urraca el infantado de Covarrubias, quedando adscritos al entonces denominado 'valle de Olna' los lugares de San Martín de Lobado, San Andrés de Somahoz, San Julián de Barros, San Cipriano de Los Corrales, etc. Fuera de su dominio quedaba la aldea de San Mateo, que pertenecía al monasterio de Cervatos, tal y como consta en el Becerro de las Behetrías.
Ya en el siglo XV se constituyó el Condado de Buelna, que el rey Juan II de Castilla atribuyó a Pero Niño, descendiente colateral de uno de los linajes más ilustres de La Montaña: la Casa de la Vega. Su madre era Inés Lasso de la Vega, ama de cría del heredero de la Corona de Castilla, por lo que desde su infancia se educó en la casa del Rey. Su personalidad política posibilitó que fuera nombrado primer titular de este condado (1431), que después, al quedar extinguido su linaje, pasó a depender de los marqueses de Aguilar y condes de Castañeda. Testimonio de esta etapa es la torre de Pero Niño, ubicada en el municipio vecino de San Felices de Buelna. Por todo el valle han quedado repartidas casonas solariegas y palacios que han sido testigos del transcurrir de los años entre los siglos XVII y XVIII hasta la actualidad. El primer ayuntamiento de Los Corrales se constituyó durante el Trienio Liberal (1820-1823) y, aunque nació bajo la denominación de San Mateo, en 1835 adoptó el nombre actual.
El rápido desarrollo febril del municipio fue el elemento clave de la época contemporánea. El artífice del mismo fue el ilustre corraliego José María Quijano Fernández-Hontoria, fundador de la fábrica Forjas de Buelna (1876) a partir de la transformación del molino harinero de su familia. Otros hitos marcaron también la historia del municipio en el siglo XIX. Así, en 1834, una epidemia, como consecuencia de una avenida del río Besaya, causó la muerte a la mitad de la población;. En 1858 se inauguró el tramo Santander-Corrales del ferrocarril Santander-Alar del Rey, y en 1860 se abrió el de Bárcena-Corrales. Además, en 1876 se crearon las Escuelas Nacionales para niños y para niñas, y en 1900 se instaló la luz eléctrica.
Durante el siglo XX el movimiento obrero ha sido protagonista en varias ocasiones. Sin duda, el hito más destacado en este sentido es la histórica marcha obrera protagonizada el 22 de diciembre de 1975 por los trabajadores de la extinta empresa Authi (Automóviles de Turismo Hispano-Ingleses), que, en una manifestación sin precedentes, recorrieron a pie 39 kilómetros hasta llegar a la capital de Cantabria y reivindicar ante las autoridades competentes la defensa de más de dos millares de puestos de trabajo. Desgraciadamente, la conjunción de esfuerzos y voluntades no impidió que Authi cerrase definitivamente las puertas de su factoría corraliega. El talante reivindicativo de los operarios de la comarca del Besaya se ha vuelto a poner de manifiesto en otras ocasiones, la última de ellas a principios de 2004, a raíz de la crisis de Trefilerías Quijano y el anuncio de su cierre, un caso que ha recrudecido la situación de la industria en esta zona de la región.
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