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Jueves, 16 de enero 2020, 10:24
Del patrimonio arqueológico del municipio sobresalen las dos estelas gigantes aparecidas junto a la ermita de la Virgen de la Rueda, en el pueblo de Barros, y las dos halladas en el barrio de Lombera. Las dos encontradas en Barros se encuentran ubicadas en ... un recinto levantado en las inmediaciones de la ermita. Se trata de piezas circulares que conservan el espigón de base, de 0,80 metros de ancho, para su colocación vertical. La de mayores dimensiones (Barros II), entre 2,15 y 2,46 metros de diámetro y 3.000 kilos de peso, se encontró fragmentada en 1977 entre los muros de la ermita de Nuestra Señora de la Rueda de Barros y se reconstruyó en el año 1999. La estela, simplemente conocida como Barros I, también llamada 'La rueda de Santa Catalina' o 'de la Virgen', es de menor tamaño, pero sus dimensiones siguen siendo espectaculares: 1,75 metros de diámetro y 32 centímetros de grosor. Realizada en piedra arenisca, de fácil labra, al igual que la anterior, presenta una decoración geométrica. Desde 1985 su imagen forma parte del escudo de Cantabria. Aunque interpretadas por algunos como testimonios religiosos o funerarios del pueblo cántabro que ofreció resistencia a las tropas del Imperio Romano, las estelas continúan ofreciendo a los investigadores numerosos interrogantes sobre su funcionalidad y cronología, aportó la posibilidad de que puedan pertenecer a la época romana e incluso posterior por su iconografía. Fueron declaradas Bien de Interés Cultural en 1985.
También a este apartado pertenece el castro cántabro de Pico Toro o (Pico L´oro) situado en un promontorio de la ladera del Dobra, en Las Caldas del Besaya. El borde del mismo está ocupado por una muralla de piedra y también un oteadero, tallado en la roca. Se han hallado materiales que permiten atribuirlo al Hierro y época romana.
En este epígrafe también cabe destacar el tramo de calzada romana del monte Fresneda que se extiende por el monte Fresneda. Fue utilizada durante años por los vecinos como camino de paso entre el valle de Cieza valle y el de Buelna. Pertenece a la vía que unía Pisoraca (Herrera de Pisuerga), Iuliobriga (Retortillo) y Portus Blendium (Suances). Se trata de un pequeño tramo de 2.140 metros que se extiende entre el cruce con la N 611, junto al llamado Barrio de Los Millonarios de Los Corrales Buelna y el momento en que desaparece el trazado al noroeste de Collado (Cieza). Incluye dos grandes sectores con restos de empedrado. En el primero, de 100 metros, se conservan 20 metros de encachado en perfecto estado así como restos de drenajes y encachados aislados, en el segundo de 655, 529 metros se conservan 529 metros de enlosado original así como otros fragmentos de estructuras pétreas como drenajes y contrafuertes. En la calzada se emplearon losas de arenisca de origen local y tamaños regulares (summun dorsum) colocadas directamente sobre el sustrato geológico de arenisca de la zona (statumen) excavado y cubierto de una capa de gravilla y arena (nucleus). La anchura original era de 3,60 metros que con el tiempo se han reducido hasta los 2,3-2,6 metros de media. Fue incluida por la Resolución de 5 de septiembre de 2002, en el Inventario General del Patrimonio Cultural de Cantabria, como Bien Inventariado.
La riqueza arquitectónica del municipio se extiende también al ámbito civil, pues cuenta con un gran número de casonas y palacios de los siglos XVII, XVIII y XIX. De estos edificios cabe resaltar en la localidad de Los Corrales de Buelna, el palacio de los Condes de Mansilla, declarado Bien de Interés Local en 2001, y la casona de José María Quijano, en el parque de La Rasilla. La primera fue erigida en el siglo XVIII, su portada y ventanales revelan la influencia del palacio de Soñanes en Villacarriedo, presenta un exterior muy clasicista, y fue muy reformado en el XIX. Está formado por palacio, capilla de estilo barroco en su interior y portalada del siglo XVII. La casa de José María de Quijano se encuentra ubicada en una gran finca, cercada por un muro que incluye una portalada del XVIII, la casona se considera datada en el XIX. Próxima a la casona de los Quijano se localiza una portalada del siglo XVII, con arco rebajado y remate de bolas herrerianas. Por otra parte, el edificio que alberga desde 1990 la Casa Consistorial de Los Corrales de Buelna fue la residencia de los señores de Mazarrasa, que se enmarca dentro de la corriente neotradicionalista de principios del siglo XX.
De la arquitectura de Coó destaca la casona de Melchor, del siglo XVII, con fachada de sillería, y la Casa-Palacio de uno de los linajes montañeses más importantes del valle de Buelna: los Ceballos, de los que se conserva otro conjunto arquitectónico con portalada, casona típica y capilla en la localidad de Barros, cuya cronología responde al siglo XVIII en ambos casos. También reviste interés la casa de los Bustamante de Somahoz, pertenece una residencia del siglo XVII con fachada de sillería, doble arcadura y escudo familiar. Además, repartidas por el municipio se encuentran otras casas solariegas de épocas similares a las citadas.
En particular es de destacar de la arquitectura del siglo XIX, el complejo del balneario de Las Caldas del Besaya. El elemento más antiguo del complejo balneario fue levantado en 1826 sobre las trazas dadas en 1806 por el arquitecto José Alday Fernández. El complejo fue ampliado a lo largo de la centuria y en el año 1865, se levantó junto al cauce del río el edificio del Gran Hotel dotado de un casino y un teatro.
Por último señalar dos interesantes monumentos erigidos en Los Corrales de Buelna uno de ellos dedicado a Felisa Campuzano, fundadora de las Escuelas de Corrales de Buelna, fechada en 1914 y obra del escultor Lorenzo Collaut Valera, y una estatua sedente de José María Quijano y Fernández-Hontoria, del escultor palentino Victorio Macho, inaugurada en 1925.
Los Corrales de Buelna cuenta con una rica y variada arquitectura religiosa, de la cual destacan el Santuario de Nuestra Señora de las Caldas (Las Caldas) y la iglesia de San Vicente Mártir (Los Corrales).
El Santuario de Nuestra Señora de las Caldas, declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento en 2002, es trata de una obra de líneas severas y rígidas, levantada sobre un santuario de origen medieval. El conjunto arquitectónico se compone de iglesia, claustro y dos cuerpos en sus lados este y sur. Comenzó a edificarse en 1663, siendo prior Juan de Malfaz. En 1697, se inició la construcción de la iglesia y a continuación la sala capitular y el claustro. El templo presenta una nave con capillas hornacinas laterales comunicadas entre sí cubierto por bóvedas de cañón con lunetos y una cúpula sobre pechinas sobre el crucero. Dio trazas para las yeserías vegetales de la iglesia el lego cuyas bóvedas sobre italiano Fray Alessandro. Custodia en su interior una de las mejores series de retablos de Cantabria. El central –alberga la imagen de la Virgen con Niño del siglo XIII-XIV– y los dos colaterales de Santo Domingo y San José partieron de trazas de Fray Alessandro. Inspirados en obras salmantinas y vallisoletanas, estas tres son las primeras manifestaciones del churrigueresco en la Montaña y se estima que fueron por ejecutados hacia 1705 por el maestro trasmerano Antonio de Valdecilla, alojando tallas traídas desde Valladolid –se atribuyen a Tomás de Sierra–. Otras piezas muebles a destacar son los retablos de San Joaquín y Santa Ana, el retablo del Santo Cristo y el ciclo de pinturas dedicadas a Santo Domingo y fechadas en 1733 que aloja el claustro. Así mismo es de reseñar la excelente biblioteca que custodia el monasterio que incluye ejemplares del siglo XV.
San Vicente Mártir en Los Corrales de Buelna fue proyectado por el arquitecto castreño Leonardo Rucabado, quien recibió el encargo de su construcción en 1916 por parte de Soledad de la Colina y de la Mora, condesa de Forjas de Buelna y viuda de José María Quijano. Inspirado en los templos erigidos en época barroca en otros lugares de Cantabria, destaca de su exterior la elevada fachada de sillería acabada en frontón triangular y, sobre todo, la potente torre prismática con troneras simétricas y rematada con balaustrada. Lo más interesante de su interior es el Cristo, en bronce, obra del escultor Victorio Macho fechada en 1926, tres retablos barrocos, procedentes de la provincia de Palencia, y la pila bautismal, que data del año 1751. Junto a esta iglesia se encuentra el antiguo Asilo de Ancianos, edificio también construido a partir de un diseño de Leonardo Rucabado a expensas de la condesa de Forjas de Buelna. El conjunto que conforman la iglesia y el asilo fueron declarados Bien de Interés Local en el año 2000.
Otros templos y santuarios de interés de este municipio son el Santuario de Nuestra Señora de la Cuesta, en Los Corrales, del siglo XVII, reformado en 1936 e inventariado en 2002; la ermita de los Remedios en Coo, del siglo XVII; la ermita de la Virgen de la Rueda de Barros, del siglo XVIII, con una interesante pintura al fresco; y la iglesia parroquial de barros, también del XVIII, que custodia una pila bautismal de tradición románica.
La muestra más destacada de la arquitectura industrial y del hierro de Corrales es la fábrica de sacos de Illera, situada en Las Caldas del Besaya, cuyo origen se remonta a la segunda mitad del XIX. También a este apartado pertenecen las estaciones de ferrocarril de la línea Santander-Alar, obra del ingeniero Carlos Campuzano fechadas en 1858.
En este apartado ha de reseñarse una de las principales obras de ingeniería acometidas en Cantabria en la Edad Moderna: el Camino Real Santander-Burgos siguiendo el corredor del Besaya, una obra cuyo trazado atraviesa en municipio de Los Corrales de Buelna y ha venido a marcar decisivamente la marcha de su economía. El camino se basó en un proyecto del ingeniero Sebastián Rodolphe; su ejecución fue aprobada en 1748 y corrió a cargo de los maestros de obra Marcos de Vierna e Hilario Alfonso de Jorganes. Partía de la vía tradicional, mejorada en 1590; la vía construida medía 28 pies de ancho (21 el camino, flanqueado por 3,5 de pared).
El tramo que discurre entre Santander y Reinosa fue concluido en 1753 y supuso la apertura de, entre otras, la llamada 'ruta de las harinas' que condujo al despegue comercial de la cuenca del Besaya y Campoo. En 1787, el Real Consulado de Santander se hizo cargo de este trayecto. En Los Corrales de Buelna se conservan dos leguarios pertenecientes a este antiguo Camino Real, en el núcleo de Barros y el barrio de Pie Bandera, inventariados en 2002.
Sobre este camino se levantó en el siglo XX la N-611. En 2004 fue inaugurado un tramo de la nueva Autovía Cantabria-La Meseta (A-67), cuyo trazado discurre ligeramente más al oeste que la carretera actual; se trata de una obra de gran envergadura que incluye la ejecución de dos grandes túneles abiertos en dos extremos del valle de Buelna. El más largo, llamado túnel de Gedo, se dirige hacia el valle de Cieza, ascendiendo por la vaguada del arroyo Muriago hacia Collado (Cieza). Se trata de un túnel doble de 2.500 m de longitud, la sección circular tiene 12,8 m de diámetro y su plataforma se distribuye por dos carriles de 3,5 m (arcenes exteriores de 2,5 m, 1 m arcenes interiores y aceras de 0,75 m). El segundo túnel atraviesa el monte Coteruco y está compuesto por dos entradas de 663 y 690 m de longitud con una anchura de 14 m. A la boca de ambos conducen sendos viaductos, sobre la carretera de Riocorvo se tiende uno de 170 m de longitud y 37 m de altura.
La segunda obra de ingeniería de las comunicaciones de gran envergadura acometida en la región y que también afectó a Santiurde de Reinosa fue la unión por ferrocarril de Santander y la Meseta merced a la línea Alar del Rey-Santander. El proyecto se gestó en 1844, encargándose de la traza el ingeniero Juan Rafo. No fue, sin embargo, iniciado hasta 1852, inaugurándose la primera parte, entre Reinosa y Alar del Rey, en 1857. La segunda fase entre Santander y Bárcena se ejecutó entre 1858 y 1860. Quedó pendiente ejecutar el tramo entre Bárcena y la capital campurriana, que atravesaba los municipios de Santiurde y Pesquera e implicaba superar un desnivel de 600 m. El transcurso de los años y los progresos técnicos llevaron a abandonar las propuestas realizadas por Rafo y finalmente se acometió la obra sobre un plan del ingeniero Cayetano González. El eje fue terminado en 1868. La línea fue mejorada tras su integración en Renfe (1941), completamente electrificada entre 1950 y 1960 y renovada, sustituyéndose las traviesas de madera por otras de hormigón entre 1970 y 1975.
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