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Jueves, 16 de enero 2020, 11:29
En el entorno de Campoo de Yuso abundan los restos que evidencian la presencia humana en la zona durante el Paleolítico. De época romana se conservan numerosas evidencias. En las proximidades de Corconte un buen trozo de la calzada Pisoraca (Herrera de Pisuerga), Iuliobriga (Retortillo) ... y Portus Blendium (Suances). Éste se aprecia cuando baja el nivel de agua del pantano del Ebro. Precisamente, el hecho de que gran parte del municipio de Campoo de Yuso fuera sepultado por este embalse –cuyas obras se iniciaron en 1928 y se concluyeron en 1947–, puede suponer un obstáculo importante a la hora de localizar huellas de su poblamiento prehistórico. De la presencia de asentamientos romanos es testigo también el campamento de El Cincho, enclave localizado en la cima de un cerro de situación estratégica desde el punto de vista militar, a unos 500 metros al norte del núcleo de La Población.
Algo más abundantes, aunque no demasiado, son los restos de cronología altomedieval, que, junto con las primitivas construcciones románicas conservadas –iglesias de Orzales y de La Población–, indican que Campoo de Yuso fue territorio ocupado durante el siglo IX. Las primeras referencias documentadas de las aldeas que integran este municipio remiten al año 999, pues en el Fuero de Cervatos, concedido por el conde Sancho García y su mujer Urraca, ya se citan pertenencias del monasterio en Orzales. En la Baja Edad Media, como se recoge en El Becerro de las Behetrías (1351), se comprueba la preponderancia de algunos linajes locales, aunque los concejos mantienen su condición de realengo.
Una de las familias que ejerció mayor poder señorial fue la de los Bustamante, de cuyo dominio quedó constancia no sólo documental, sino también arquitectónica, pues la torre que lleva su nombre en el pueblo de La Costana es un elemento simbólico del mismo. También los Manrique de Aguilar, por concesión real, tuvieron derechos en La Riva, Lanchares, La Población y Villapaderne, tal y como se desprende de El Apeo de 1404, donde se menciona la expulsión de este señor, Garci Fernández Manrique, de aquellos solares.
Ya en el siglo XV los concejos se unieron en la Hermandad de Campoo de Yuso, una de las siete que conformaban la Hermandad Mayor de Campoo. En el Informe de Floridablanca, de 1785, aparecen cada uno de los lugares que la integran como de realengo, bajo el gobierno de sus propios regidores pedáneos. Esta jurisdicción se mantuvo hasta la llegada del régimen constitucional y su incorporación a la provincia de Santander, en 1822. Con el nacimiento de los primeros municipios constitucionales, esta hermandad se disgregó del resto y se erigió como ayuntamiento autónomo con la denominación que hoy ostenta. En 1890 se separó de este término toda la zona sur, correspondiente al antiguo Concejo Mayor de Valdearroyo, gestándose así el municipio de Las Rozas.
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