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Jueves, 16 de enero 2020, 10:48
Aunque la documentación ofrece las primeras menciones sobre la villa de Reinosa hacia el año mil, su historia comienza al tiempo que la del resto de municipios de la comarca de Campoo que la rodean geográficamente. De esta forma, los restos de asentamientos humanos en ... esos términos próximos evidencian la ocupación también de tierras reinosanas. No obstante, los vestigios más antiguos de la presencia humana en esta zona de la región se remontan a la época postglaciar, posiblemente a la época neolítica y a la Edad del Bronce, concentrándose el registro arqueológico paleolítico en los valles bajos y el área costera. Esta circunstancia podría achacarse a que la elevada altitud de esta comarca montañosa imposibilitó una ocupación estable en una época previa, ya que durante el periodo glaciar la comarca quedaba totalmente cubierta bajo la nieve. Por ello, los restos más antiguos son algunos monumentos megalíticos, como los documentados en los términos de Valdeolea, Valderredible, Hermandad de Campoo de Suso y Campoo de Enmedio. Prueba de que grupos pastoriles de la Edad de Bronce vivieron en la zona son por ejemplo los menhires hallados en los montes de Sejos.
Según los testimonios de los historiadores clásicos, las proximidades de las fuentes del Ebro –tierras del sur de Cantabria y norte del territorio palentino– constituyeron el núcleo principal del pueblo cántabro. En el poblado de Las Rabas, en Celada Marlantes –próximo a Reinosa– quedaron huellas de los tiempos anteriores a la romanización en forma de castro característico de la Edad del Hierro. Se trata de un asentamiento parcialmente amurallado que permite hacer una aproximación a la forma de vida y el nivel de civilización del pueblo cántabro antes de la invasión romana, pues en él se localizaron restos de hogares, huesos, cerámicas y objetos de hierro y bronce.
De esta forma, el territorio campurriano ocupó el corazón del ámbito de la Cantabria primitiva, siendo las tierras que ocuparon los antiguos cántabros y parte del escenario en el que éstos se enfrentaron a la invasión romana (29-19 a. C.). Precisamente, la más importante de las antiguas ciudades romanas, Julióbriga, fue emplazada en el pueblo de Retortillo (Campoo de Enmedio), a tan sólo 4 km al sureste de la villa reinosana. La época de mayor esplendor de Julióbriga se fija entre el fin de las guerras cántabras e inicio del siglo III, periodo en el que tuvo lugar un proceso de romanización urbana y poblacional notable. El dominio efectivo de Roma se completó con el desarrollo de vías de comunicación entre la región cántabra y el resto de la Península Ibérica y el Imperio Romano. De ahí la existencia en la comarca campurriana de restos de calzadas romanas, como la que enlazaba Pisoraca (Herrera de Pisuerga) y la meseta castellana con los puertos costeros cántabros.
De época visigoda se han documentado restos en Reinosa, en la zona del Castillete, también conocida como El Polvorín. El pequeño recinto sería un castellum, lugar fortificado que controlaba el paso por el valle de Reinosa.
La documentación más antigua de la villa de Reinosa aparece en el apócrifo fuero de Cervatos, en el año 999, donde figura con la denominación de 'Reynosa', como lugar o aldea al que se le asignaron cuatro solares pertenecientes al citado monasterio por concesión del conde de Castilla, Sancho García. Por el carácter de este documento, se puede considerar como primera prueba escrita fiable una escritura del año 1071, contemplada en la Colección Diplomática del monasterio de San Salvador de Oña, en la que un personaje de nombre Rodrigo Sánchez donaba su hacienda, incluyendo algunas posesiones en Reinosa. Otra referencia documental en la época medieval, también con vinculación eclesiástica, está fechada el 12 de junio de 1206. Fue entonces cuando el rey Alfonso VIII otorgó al monasterio de Aguilar de Campoo todas sus heredades, entre ellas los molinos que poseía in Ranosa.
El comienzo del poblamiento en esta villa campurriana ha de ligarse a la dependencia de las gentes allí asentadas de las abadías de Cervatos y Aguilar, ya que existen pruebas escritas de ambos dominios en el Becerro de las Behetrías (1351). Precisamente, el monasterio de Cervatos fue entregado en señorío por el rey Alfonso XI de Castilla a su hijo, el conde don Tello, y a partir de entonces diferentes familias solariegas, como la de los Ríos, Fresno y de la Vega, ejercieron también un cierto dominio sobre los habitantes de este lugar. Por tanto, los regímenes existentes en Reinosa eran tres: behetría, abadengo y el solariego. El señorío jurisdiccional de don Tello en tierras campurrianas pasó a depender años más tarde de Leonor de la Vega al contraer matrimonio con su hijo, Juan Téllez de Castilla. Con la muerte de éste, sus posesiones quedaron en poder de su esposa, quien en segundas nupcias se casó con el almirante Diego Hurtado de Mendoza. Sin embargo, éste no adquirió su poder sobre estas tierras por vía conyugal, sino por concesión directa del propio rey Enrique III. Durante todo el reinado de Juan II, Reinosa y la Merindad de Campoo sufrieron grandes convulsiones, debido a las disputas protagonizadas por los Mendoza y los Manrique, ávidos de alcanzar el señorío de estas tierras. Es importante significar que este territorio se encontró administrativamente bajo el mismo oficial del rey que gobernaba las Asturias de Santillana, Liébana y Pernía, aunque con una configuración de circunscripción singular.
Un hecho determinante para la historia de Reinosa fue su constitución como capital de la Merindad y Corregimiento de Campoo en el siglo XV (año 1465), durante el reinado de Enrique IV. La primera capitalidad oficial de dicha Merindad recayó en Aguilar desde principios del siglo XIII, como pone de manifiesto el libro de las Merindades de Castilla.
El dominio de los Mendoza logró su consolidación con el privilegio rodado de creación del Marquesado de Argüeso, otorgado por los Reyes Católicos en 1475. En los años finales de la Baja Edad Media y principios de la Moderna tuvieron lugar en Reinosa dos importantes presencias reales. En primer lugar, la del Príncipe don Juan, heredero de los Reyes Católicos, y la Archiduquesa de Austria, Margarita, que celebraron su boda en esta villa a finales de marzo de 1497; y, en segundo, la del Emperador Carlos V, quien, aquejado de una enfermedad, se alojó en Nestares en el año de su desembarco (1517) hasta su recuperación.
Durante el periodo de las reformas borbónicas, el corregidor se convirtió en capitán de Guerra y superintendente de Rentas. En 1749, al dividirse el reino –desde el punto de vista fiscal– en intendencias, el Corregimiento de Reinosa fue adscrito a la provincia de Toro y, posteriormente, a la de Palencia, hasta la etapa constitucional de siglo XIX.
La prosperidad económica de la villa reinosana se produjo a partir del siglo XVIII, al configurarse, por su ubicación estratégica, en el centro de convergencia del transporte de la carretería. Un elemento clave para este desarrollo fue el Camino Real de Reinosa, cuya construcción propuso Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, a Fernando VI en 1745. Entre 1749 y 1753 el proyecto fue tomando forma, convirtiéndose en la arteria fundamental para drenar la exportación de lanas y harinas de Castilla hacia el puerto. La apertura de esta vía se inscribió en la política interna de una época de reformas impulsada por los monarcas borbones. Ésta fue la principal vía de tránsito de los cereales castellanos hasta la llegada del ferrocarril el 8 de julio de 1866, fecha en la que entró en funcionamiento la línea de Alar del Rey a Santander, con un recorrido de 139 km. Con la mejora de las comunicaciones comenzó la pujanza económica de la villa. A partir de 1750, con la instalación de cuatro ferrerías, se pasó de una incipiente economía al surgimiento de la industria. En la centuria siguiente se produjo el desarrollo de la industria lanar, vidriera, maderera, de la cantería y la producción alimentaria, aunque el gran impulso económico, político y social llegó a Reinosa a principios del siglo XX de la mano de la Sociedad Española de Construcción Naval y, posteriormente, de Cenemesa.
La documentación histórica existente respecto a los siglos XIX y XX es más bien escasa, como consecuencia de los incendios del archivo municipal, 1808 y 1932, y a los saqueos durante las invasiones napoleónicas y la Guerra Civil española. Reinosa se estableció como ayuntamiento constitucional en 1835 en los límites que mantiene hoy en día, siendo también cabeza del partido judicial al que da nombre.
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