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Jueves, 16 de enero 2020, 10:48
La mayor parte de las construcciones de Reinosa se alinean en la calle Mayor y sus prolongaciones de la avenida del Puente de Carlos III y la avenida de Castilla. En el corazón del casco antiguo se encuentra la plaza de España, un buen conjunto ... arquitectónico de casas porticadas y bastiones medievales presidido por el Ayuntamiento. Anexos a la casa consistorial se alzan dos antiguos torreones, el más cercano es llamado torreón de Manrique y Navamuel y debe su primera referencia documental a una escritura de venta efectuada en 1414 por el vecino de Aguilar de Campoo Ruy Gutiérrez a Garci Fernández de Manrique. El edificio contiguo, llamado torreón de Navamuel y Calderón, fue construido a principios del XVI por una familia procedente de Valderredible, lugar donde tenía su torre con una inscripción que recordaba la participación de Gómez García de Navamuel en la batalla de las Navas de Tolosa. En el XVII, los dos bloques pasaron a una rama de la casa de Navamuel de Sobremonte. En 1932, se vieron afectados por el incendio que entonces asoló el ayuntamiento y en 1936 se derribaron sus muros interiores. A finales de la década de los ochenta se efectuaron diversas obras de reforma que fueron iniciadas por José María Pérez González (1989) y continuadas por Fernando Gutiérrez Polanco, autor del proyecto sobre el cual fueron finalmente reconstruidos. El conjunto fue reinaugurado en noviembre de 2001.
Otra de las construcciones más venerables de Reinosa es la 'casa de las Princesas' o 'casa de la Infanta' emplazada en la Plaza de Díez Vicario. En este edificio del siglo XV se cuenta que se celebró el enlace del hijo de los Reyes Católicos, don Juan, con doña Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso. En fechas ligeramente posteriores fue levantado el bloque (dividido desde 1938) conocido como casa de los Mioño que está situado en la Plaza de España.
El siglo XVIII resultó crucial en la historia del urbanismo y del patrimonio reinosanos. La apertura del Camino Real, mandado construir por el marqués de la Ensenada, trajo consigo la época de mayor esplendor de la villa, experimentándose un crecimiento lineal a ambos lados de la nueva vía. De esta época es la casa del caballero de Santiago y Marqués de Cilleruelo, Joaquín de Quevedo y Fernández de Velasco, que en el año 1778 ocupaba el puesto de Brigadier de los Reales Ejércitos y Capitán de Granaderos de los Guardias Reales de Infantería de Reinosa. A este bloque se le ha conocido como 'Casa del regidor' y también 'Casa de Pano'. Se trata de un noble edificio de sillería que presenta en la planta baja una puerta de arco de medio punto entre pilastras encima de la cual sobresale un balcón corrido de piedra y otros dos balcones en forma de púlpito, es decir, de planta semicircular en los laterales. El escudo de armas del marqués de Cilleruelo adorna la fachada. Otros edificios datables en el XVIII son la casa nº de la avenida Cantabria, conocida como 'casa de Caballero', cuya fachada está ornada con un escudo; o el nº 2 de la Plaza de España.
Tras pérdida que supuso la destrucción de parte del patrimonio arquitectónico a manos del ejército napoleónico, el siglo XIX trajo consigo un cambio notable en el urbanismo de la villa. Frente a la homogeneidad del inmueble propio del siglo XVIII empezaron a aparecer construcciones monumentales y, en paralelo, el crecimiento a lo largo de las calles introdujo la necesidad de elementos articuladores, apareciendo paseos, alamedas, plazas y kioscos (no obstante, no fue hasta el siglo XX cuando la villa empezó a urbanizarse y a crecer también a lo ancho). Los múltiples edificios construidos en el siglo XIX y principios del XX presentan abundantes galerías acristaladas y miradores tradicionales, conformando un conjunto arquitectónico singular en el núcleo urbano de esta villa. Otro elemento peculiar del paisaje urbano de Reinosa son los soportales. En las inmediaciones de la Plaza de España, junto a la calle Mayor, se encuentran los mejores ejemplos conservados.
Como ejemplos singulares de la arquitectura de principios del XIX sobresalen varias construcciones públicas: la casa consistorial, La Casona y el cementerio. Respecto del ayuntamiento, hay constancia de la existencia de una sede consistorial desde el año 1600. En cualquier caso, el primitivo edificio habría resultado muy dañado por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia y las autoridades locales encargaron la erección de otro. En 1829, la Academia de Bellas Artes de San Fernando aprobó los planos que para dicho edificio había proyectado José F. de Peterrade, maestro de obras de Santander. En 1833 y tras haberse introducido varios cambios, comenzaron las obras. Un siglo después, el 16 de febrero de 1932, el edificio ardió completamente. Tras ser reconstruido bajo la dirección del arquitecto Enrique de Nicolás, se reinauguró el 3 de octubre de 1935. Se trata de una construcción con fachada de sillería en cuyo bajo se abre un soportal de cinco arcos de medio punto, sobre el cual se suceden dos pisos y una buhardilla con un reloj situado en la cornisa desde 1935. La Casona, también conocida como la 'casa de la niña de oro' fue construida en torno a 1830, también sobre un proyecto de Peterrade. Este gran bloque de cuatro alturas vino a sustituir a otro anterior levantado en el último tercio del siglo XVIII sobre un proyecto del arquitecto Carlos Gandarillas a instancias de Luis de los Ríos Velasco que, como el ayuntamiento también sufrió graves daños en 1808 a manos de las tropas francesas (La Casona fue restaurada en la década de los ochenta del siglo XX sobre un proyecto del arquitecto Fernando Gutiérrez Polanco y declarada Bien de Interés Cultural en 1982). Por último el cementerio que fue edificado en 1833, siguiendo la estética neoclásica sobre las ruinas de la iglesia de San Esteban, destruida durante la ocupación francesa. Fue incluido en el Inventario General del Patrimonio Cultural de Cantabria en 2005.
Respecto de la arquitectura de finales del XIX, principios del XX, cabe destacar en el ámbito público el Mercado de Abastos, construido en 1882 (rehabilitado en los años 1986-1987 por la Escuela Taller sobre un proyecto de José María Pérez 'Peridis'); las escuelas de niños (1886), que responden al modelo de escuela unitaria y fueron levantadas sobre un proyecto de Alfredo de la Escalera; el Teatro Principal, inaugurado en el año 1893 coincidiendo con las fiestas patronales de San Mateo y levantado en el solar que ocupara otro inmueble también destinado a espectáculos (el teatro fue rehabilitado en 1991 sobre un proyecto de Antonio Riviere Gómez). En el ámbito privado, entre las construcciones finiseculares son numerosos los bloques de viviendas con galerías acristaladas, algunas con soportales, que se alzan en la calle Mayor y la avenida del Puente de Carlos III; entre las viviendas singulares sobresalen la casuca Ascensión, documentada en 1886 y reformada en los treinta del pasado a fin de darle un aspecto regionalista, por su entonces propietario Ramón Sánchez Díaz (el escritor da nombre al edificio reconvertido en Casa de Cultura; la casa de los Cossío (1909) sobre un proyecto de Tomás Gómez-Acebo y Retortillo en forma de T con una fachada de sillería; el chalet de Alfa, construido en 1903 de estilo ecléctico; y las casas-chalets de la calle Casimiro Sainz, construidos en torno a 1899.
Como muestra de la arquitectura de las primeras décadas del siglo XX cabe señalar la Casa del Pueblo, antigua casa-hotel de Miralve construida en 1916; la colonia de viviendas en Las Eras y las viviendas del Grupo Carlos Pinilla levantadas en cemento y ladrillo al calor de la instalación de la Sociedad Española de Construcción Naval; varios bloques de casas con galerías de la calle mayor (nº 30, levantado en 1928; nº23, levantado en 1923, bajo dirección de Valentín R. Lavín del Noval; nº1 levantada en 1922); el conjunto de casas-chalets de la Ciudad Jardín, surgida en los terrenos que La Naval vende a particulares a partir de 1928; y el colegio público Concha Espina, inaugurado en 1931 sobre un proyecto de estética regionalista del arquitecto Valentín R. Lavín del Noval.
En Reinosa también se localizan diversos ejemplos de arquitectura contemporánea, entre ellos la ampliación de la Casa de Cultura 'Sánchez Díaz' (1958) del arquitecto Ángel Hernández Morales, el complejo hotel y discoteca 'Vejo' (1969) de Ricardo Lorenzo y la central de Telefónica de Clemente Lomba y Eduardo Manzanares Campo, reconocido en los premios Ortega Fernández/José González Alloza del Colegio de Arquitectos de Cantabria de 1994.
En el término municipal de Reinosa se localizan varias construcciones religiosas de interés, se trata de la iglesia de San Sebastián, el convento de San Francisco, la ermita de San Roque y la iglesia de los Padres Carmelitas.
San Sebastián es la construcción religiosa más destacada de Reinosa. Está considerada el mejor ejemplo de arquitectura barroca en la comarca de Campoo y uno de los más sobresalientes de Cantabria. El edificio, ubicado en el centro del núcleo urbano, junto a la plaza de Díez Vicario, fue levantado, entre el siglo XVI y el XVIII. Originariamente contaba con un ábside de planta cuadrada y una nave de tres tramos, cubiertos con bóveda de crucería (está documentado que el maestro de cantería Pedro de la Peña vecino de Hoz de Anero se obliga en 1588 a edficar la obra y edificio del cuerpo de la iglesia, la torre y el campanario). No obstante, en años posteriores fue objeto de varias reformas y ampliaciones, como las ejecutadas en el siglo XVIII –fundamentalmente entre los años 1754 y 1774, como consta en una inscripción situada en la fachada principal–, para erigir la torre de campanas (consta que fue encargada a Juan Antonio de Palacio, vecino de Güemes en 1715) pero se estima que la fábrica es posterior), las dos naves laterales a partir de la existente, el presbiterio, la cúpula sobre el crucero y la portada principal. Así mismo, a lo largo del siglo XIX se fueron sucediendo los trabajos de acondicionamiento del templo. La construcción es de sillería y destaca de su exterior la portada adosada al lado de la epístola y custodiada bajo un arco de triunfo; la torre presenta dos cuerpos con paramentos lisos, un tercer cuerpo con pilastras adosadas y vanos de medio punto para las campanas y un remate piramidal con balaustrada. En lo que respecta a su interior, alberga un notable patrimonio mueble. El retablo mayor es churrigueresco, fue construido hacia 1725 y está considerado uno de los mejores de Campoo; se le ha puesto en relación con el retablo mayor de Hoz de Abiada y el de Bárcena de Cicero, ambos obra de maestros ensambladores de Siete Villas. Los otros retablos a destacar son el de la Veracruz, de estilo churrigueresco de hacia 1740, con un Cristo crucificado y una María Magdalena del siglo XVII; y los retablos del Sagrado Corazón y de la Inmaculada Concepción, que responden a los trabajos del ensamblador reinosano Manuel García Bayllo de hacia 1780-1785. Otras piezas muebles de interés son un Cristo yacente del escultor cántabro Víctor de los Ríos, un óleo de San Andrés de mediados del XVII y tres pinturas del XVIII: una Magdalena, una Virgen de Guadalupe y un San Francisco, éste último firmado por el mexicano Manuel García. Por último reseñar el órgano, datadado hacia 1897 y construido por la casa Inchaurbe de Zaragoza. Esta iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 1983.
El convento de San Francisco está localizado en el paseo homónimo, junto al inicio de la carretera que enlaza Reinosa con Alto Campoo. Fue fundado por un vecino de Nestares, de nombre Juan de Rebolledo, que acordó junto a otras familias de Reinosa levantar una capilla dedicada a la Inmaculada Concepción. Para ello se pusieron en contacto con la Orden de San Francisco, que aceptó el ofrecimiento de hacerse cargo del culto y mantenimiento. La iglesia del convento fue comenzada en 1514 (la fundación fue autorizada por bula de León X en 1518), época a la cual se remonta la capilla de San Francisco de estilo tardogótico, y concluida en 1642, conforme a los parámetros del clasicismo. Se trata de un templo de una nave de cinco tramos, cubierta por una bóveda de cañón con lunetos y ábside cuadrado cubierto con bóveda de terceletes y combados; la portada principal, se abre en una fachada herreriana que presenta los escudos de las familias fundadoras: Rebolledo y Solórzano, así como el de la Orden de los franciscanos. El claustro adosado fue levantado a partir de 1642; tiene planta cuadrada y con cinco crujías. El aspecto actual del convento es producto de los sucesivos avatares que ha conocido en los últimos doscientos años. En 1809 fue asaltado por las tropas francesas y posteriormente abandonado; en 1864 se decidió destinarlo a hospital, rehabilitado y la capilla reconstruida; en 1876 se fundó en él un centro docente religioso; en 1973 el edificio ardió y se perdieron las obras muebles que custodiaba. En la actualidad, tras ser restaurado se ha convertido en una residencia de ancianos.
En el repaso a la arquitectura religiosa de este municipio campurriano cabe citar la ermita de San Roque, emplazada junto a la Fuente de la Aurora. Sus características permiten ubicarla cronológicamente en torno al siglo XVII. Pertenece al modelo de ermita rural del primer barroco. Posee un ábside cuadrado, que se cubre con bóvedas de terceletes, y una sola nave cubierta de armadura de madera. En el centro de la fachada principal, que está orientada al oeste pero asimétrica con respecto al eje de la nave, presenta una pequeña hornacina con la imagen moderna en piedra de San Roque. El interior muestra una gran sencillez estructural y decorativa, destacando únicamente el arco triunfal de medio punto, sobre pilares de fuste cajeado y la citada bóveda de terceletes.
Por último reseñar como ejemplo de arquitectura religiosa contemporánea la iglesia de los Padres Carmelitas (1966) un edificio de hormigón y ladrillo iluminado por una vidriera de José Antonio Olano Moliner, cuya fachada principal está ornada por un relieve de piedra.
En este apartado ha de reseñarse una de las principales obras de ingeniería acometidas en Cantabria en la Edad Moderna: el Camino Real Santander-Burgos siguiendo el corredor del Besaya, una obra cuyo trazado atravesaba la villa de Reinosa y vino a marcar decisivamente la marcha de su economía y la del resto de la comarca de Campoo. El camino se basó en un proyecto del ingeniero Sebastián Rodolphe; su ejecución fue aprobada en 1748 y corrió a cargo de los maestros de obra Marcos de Vierna e Hilario Alfonso de Jorganes. Partía de la vía tradicional, mejorada en 1590; la vía construida medía 28 pies de ancho (21 el camino, flanqueado por 3,5 de pared). El tramo que discurre entre Santander y Reinosa fue concluido en 1753 y supuso la apertura de, entre otras, la llamada 'ruta de las harinas' que condujo al despegue comercial de Santander y la zona Reinosa y su entorno inmediato. En 1787, el Real Consulado de Santander se hizo cargo de este trayecto. Sobre este camino se levantó en el siglo XX la N-611, que atravesaba Reinosa hasta la conclusión de una circunvalación que más tarde ha venido a sustituir la Autovía de Meseta.
La construcción del Camino Real en el siglo XVIII condujo a una gran transformación urbanística de Reinosa, cuyos edificios siguen básicamente el trazado que éste marca. Todavía sobrevive la principal infraestructura viaria que se construyó en aquel entonces en la villa: el Puente de Carlos III sobre el Ebro. Esta pasarela es un elemento esencial del paisaje urbanístico de la villa, ya que articula las comunicaciones entre los dos sectores en los que el río divide a esta ciudad. Se trata de un robusto puente de piedra de tipo bóveda con una longitud total de 26,4 m. En esta misma época se data otra obra de ingeniería de importancia para Reinosa: la fuente de La Aurora, situada junto a la ermita de San Roque, encargada de abastecer de agua a la población hasta 1910.
La pujanza de esta ruta como vía de transporte del cereal castellano a la costa supuso la apertura de numerosos molinos a lo largo de la misma. En el casco urbano de Reinosa llegaron a entrar en funcionamiento seis molinos de los cuales ha sobrevivido uno de ellos. Se trata del molino de Obeso (antiguo molino de San Esteban), cuyo origen se remonta al siglo XIX, si bien fue rehabilitado en los últimos años del pasado siglo XX sobre un proyecto de Fernando Gutiérrez Polanco y Emeterio Díez y alberga en la actualidad las oficinas del Instituto Nacional de Empleo.
El Ayuntamiento de Reinosa ha reunido una colección de fondos artísticos municipales merced a los concursos anuales Casimiro Sainz y Alberto Sánchez Díaz. El primero es uno de los certámenes más veteranos y mejor dotados de Cantabria; fue instituido en julio de 1978 y estaba abierto a «todos los pintores aficionados nacidos o residentes en la Merindad de Campoo». Limitado hasta 1981 al «paisaje montañés» (desde 1981, «paisaje en general»), en 1985 adquirió rango nacional y desaparecieron las limitaciones temáticas. Desde entonces han ganado el certamen Susana Sáez-Díez Reberdito (1985), Manuel Ángel García Seco (1986), José Esteve Adam (1987), Rául Reyes Benito (1988), José Arnau Belén (1989), Pedro Carrasco Carballo (1990), María Gutiérrez San Román (1991), Guillermo Grandal Alonso (1992), Carlos González Torre (1993), Rafael Gómez Olalde (1994), Juan José Viota Sainz (1995), Francisco Santibánez (1996), Lidia Rodríguez González (1997), Vicente Alonso Rodríguez (1998), Nacho Zubelzu González (1999), Pilar Vivas Montes (2000), Berta Jayo Ruiz (2001) y Gorka Mohamed Martínez (2002), Ricardo González (2003), Cristina del Campo (2004) y Emma Meruelo (2005). Además de los fondos procedentes de estos concursos, el ayuntamiento es propietario de otros trabajos artísticos, entre los cuales se cuentan un retrato del marqués de Reinosa atribuido a José Balaca y fechado en 1852, dos pequeños paisajes del nacimiento del Ebro y de la localidad de Suano del pintor Manuel Salces (1861-1932), dos retratos que el pintor local Casto de la Mora y Obregón dedicó al Conde de Revilla Gigedo y Ángel de los Ríos así como los retratos que los artistas Luis Corona y Gerardo de Alvear (1887-1964) hicieron de Alberto Sánchez Díaz.
Así mismo ha de reseñarse en este apartado el conjunto de esculturas en espacios públicos de Reinosa: Entre ellas se cuentan el monumento al paisajista campurriano Casimiro Sainz, inaugurado en 1923 en el parque de Cupido y realizado por el escultor palentino Victorio Macho; y los bustos en piedra de Ramón Sánchez Díaz y Marcelino Menéndez Pelayo realizados hacia 1970 por el cántabro Jesús Otero Oreña (1908-1994) y adquiridos por la Casa de Cultura que lleva el nombre del literato y periodista reinosano.
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