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Jueves, 16 de enero 2020, 10:05
Sobre los orígenes de Comillas no hay información abundante. De época prehistórica se conocen detalles puntuales de la ocupación de la zona en el Paleolítico gracias a los datos proporcionados por la cueva de La Meaza, descubierta en el pueblo de Ruiseñada en 1907 por ... Hermilio Alcalde del Río. Posteriormente, en época romana se sabe que las minas de la zona de Ruiseñada fueron explotadas tras la conquista de los territorios de los antiguos cántabros por parte de los ejércitos de Augusto. De este periodo hay constancia de la existencia de un epígrafe, descubierto en 1872 en la mina Numá, dedicado a Júpiter. Esta pieza votiva enlaza con otros descubrimientos arqueológicos realizados en esta explotación de La Molina y en la próxima de San Bartolomé, en Canales, ya en el vecino municipio de Udías, que delatan su explotación en los primeros siglos de esta era.
La primera referencia escrita a Comillas de la que tienen constancia los historiadores data de la Edad Media, a comienzos del siglo XII, cuando en el Cartulario de Santillana del Mar aparece una donación testamentaria «in villa de Comillas». Posteriormente hay constancia de la construcción en el siglo XIV de un castillo y referencias en el siglo XV al puerto pesquero, ballenero en la Edad Moderna y fechada su construcción en 1625. Pero fue en 1483, a raíz de un incendio en San Vicente de la Barquera, cuando se constituyó una puebla nueva debido al trasvase de población propiciado por aquel suceso.
Emancipados del dominio señorial de los marqueses de Santillana mediante el Pleito de los Valles, Comillas pasó a formar parte de la realenga provincia de los Nueve Valles. En el siglo XVII se convirtió en la capital ballenera del Cantábrico, y de esta forma pudo construir su puerto, la nueva iglesia parroquial y la casa consistorial.
Pero si por algo se conoce más allá de los límites estrictamente regionales a Comillas es por su arquitectura y por su singular denominación como 'la villa de los arzobispos', ya que durante los siglos XVII y XVIII nacieron aquí varios prelados que ocuparon diócesis en Hispanoamérica. El nombre de Comillas comenzó a ganar prestigio y el Seminario Cantábrico, levantado en 1792 con el apoyo económico del arzobispo de Lima Juan Domingo González de la Reguera, fue una consecuencia directa.
La participación de la villa de Comillas en las Juntas de Puente San Miguel y en la creación de la provincia de Nueve Valles y de la provincia de Cantabria se hizo a través de los correspondientes diputados por Alfoz de Lloredo, pero la singularidad de Comillas ya quedó patente en la génesis del municipio constitucional. Así fue como la villa, sus barrios y aldeas formaron ayuntamiento propio en 1822. Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando realmente experimentó una importante eclosión de la mano de un incipiente turismo de 'baños de ola', que atrajo al norte de la Península a veraneantes de diferentes regiones españolas y extranjeras y, sobre todo, a un personaje, Antonio López del Piélago y López de Lamadrid, primer marqués de Comillas, quien se volcó con su villa natal tras salir airoso de sus negocios al otro lado del Atlántico, y de su hijo, Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas.
Personajes
Antonio López. Primer marqués de Comillas. En 1817, en el seno de una familia humilde, nació Antonio López, figura clave sin la cual no se puede comprender el devenir reciente de la villa de Comillas. Tras quedarse huérfano a corta edad, emigró primero a Andalucía y luego a La Habana, donde se inició como dependiente en un comercio. Pronto demostró sus dotes para los negocios, estableciéndose por su cuenta y fundando una empresa naviera que fue la punta de lanza de un gran emporio. En 1953 regresó definitivamente a España con una notable fortuna. Se estableció en Barcelona, donde se había casado seis años antes con Luisa Bru. Allí creó una nueva empresa de transporte marítimo y desde Barcelona extendió sus inversiones a Cuba, Filipinas y diferentes ciudades de España, entre las que no faltaba Santander. Hasta su muerte en 1883 apoyó decisivamente la restauración de la Monarquía en 1875 y al rey Alfonso XII a la hora de transportar tropas a Cuba para sofocar una insurrección. Por ello el monarca le concedió en 1878 el título de Marqués de Comillas, que unió a los de Hijo Benemérito de la Provincia e Hijo Adoptivo de Santander. Obras que se realizaron bajo su patronazgo son el Palacio del Marqués de Comillas, el Capricho de Gaudí o el edificio de la Universidad Pontificia.
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