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Jueves, 16 de enero 2020, 10:09
La presencia humana en el entorno de Santillana del Mar está documentada desde época prehistórica, como avalan los hallazgos de Altamira. Restos cerámicos y de lápidas dan también testimonio de la ocupación romana. Es el caso de una lápida funeraria con una inscripción encontrada bajo ... el altar de la ermita de San Sebastián, en Herrán, al hacer reformas. Además, el núcleo de Vispieres era atravesado por la calzada romana que, desde Julióbriga (Retortillo), llegaba hasta el Portus Blendium (Suances). Muestra de ello es su topónimo, que hace referencia a la víspera de la llegada al destino, a una jornada de camino del puerto del actual Suances. Estos hechos van seguidos de un silencio arqueológico entre los siglos V y VIII.
En la Alta Edad Media, entre los siglos VIII y IX, una pequeña comunidad religiosa se asentó en el lugar de Planes, amparada por la política poblacional de los reyes asturianos. El monasterio guardaba las reliquias de Santa Juliana de Bitinia (Santa Illana), mártir que acabó por dar nombre a la villa de Santillana en el siglo XII.
El poder religioso y económico del monasterio fue progresivamete incrementándose, favorecido por la concesión del primer fuero en el año 1045 y el hecho de que el ramal costero del Camino de Santiago llegara hasta la Plaza de las Arenas.
En el siglo XII se construyó el actual edificio, transformado en colegiata al cambiar la regla monástica benedictina por la de canónigos de San Agustín. A su vera fue desarrollándose la villa, que llegó a convertirse en capital de la Merindad de los Asturias de Santillana, circunscripción territorial que ocupaba todo el occidente de la región, hasta la divisoria del Miera, y que tuvo vigencia hasta el siglo XIX.
A partir del siglo XIII, el poder de las familias nobiliarias fue aumentando en detrimento del religioso, dando lugar en 1445 a la conversión de Santillana en marquesado bajo el dominio de la familia Mendoza, gracias a un privilegio por el que el rey Juan II designaba a Íñigo López de Mendoza primer marqués de Santillana.
Desde finales del siglo XVIII la villa de Santillana fue perdiendo su poder. Los canónigos de Santa Juliana pusieron gran tesón en dotar a su colegiata con nuevas dependencias, como el coro, la sacristía, el camarín y la sala capitular. Pese a ello, no consiguieron, tal y como pretendían, que fuese convertida en catedral de un nuevo obispado segregado del arzobispado de Burgos, siendo la colegiata de Santander la que consiguió tal reconocimiento.
Con el advenimiento del régimen constitucional en el siglo XIX, Santillana perdió de la misma manera su poder administrativo, al convertirse Torrelavega en cabeza del partido judicial. En 1822, en el primer censo provincial de Santander, la villa de Santillana ya aparecía convertida en uno de los 123 ayuntamientos que existían en la provincia. Fue también en aquella época cuando al nombre del ayuntamiento se le dio el apellido 'de la Mar', quedando establecido el actual nombre de Santillana del Mar.
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