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Jueves, 16 de enero 2020, 10:05
Las evidencias halladas en Valdáliga permiten aproximarse al pasado remoto de este territorio y conocer que este lugar ya estuvo poblado en época prehistórica. También existen restos que prueban la presencia romana en la zona. Sin embargo, las primeras referencias documentales de este enclave corresponden ... al siglo XI, momento en que el dominio de la Abadía de Santillana sobre estas tierras se plasma en varios escritos de su Cartulario, que se refieren al 'concilium de Afleca o de Allega'. No obstante, se apuntan algunas menciones históricas previas que constatan la existencia de tres núcleos poblacionales en Valdáliga ya en el siglo IX. Para finales del siglo XIII varias iglesias del lugar habían pasado a depender del dominio eclesiástico de la Abadía de Santillana. Valdáliga se fue configurando durante la Edad Media como territorio de behetría, tal y como queda reflejado en el Libro Becerro de las Behetrías de Castilla (1351), con una significativa presencia de la Casa de Ceballos, propietaria de algunas posesiones en los lugares de Caviedes y Treceño, y también con cierta dependencia abadenga en otros.
Del señorío de los Ceballos destaca como figura más importante Diego Gutiérrez de Ceballos, almirante mayor de Castilla, cuyo hijo y sucesor, con el mismo nombre, halló la muerte a manos del rey Pedro I El Cruel en Córdoba en 1359, pasando a depender el dominio señorial de su hermana Elvira Álvarez de Ceballos. Esta última contrajo matrimonio con Fernán Pérez de Ayala y fue la hija de ambos, Mencía de Ayala y Ceballos, quien heredó el mayorazgo y, por ende, la titularidad del señorío, como aparece configurado en el Apeo de 1404. Al casarse ésta con Beltrán Vélez de Guevara, Valdáliga pasó a depender de la Casa de Guevara. Descendiente de este enlace fue Beltrán de Guevara, quien en 1431 recibió por privilegio real la concesión del título de conde de Talahú, en la Merindad de Trasmiera. Su hijo, Ladrón de Guevara, heredó las posesiones de la familia. A la historia de este valle se liga también el nombre del famoso escritor y cronista fray Antonio de Guevara, fallecido en 1545.
Los hombres de behetría de Valdáliga protagonizaron diversos pleitos con la finalidad de emanciparse del poder señorial, objetivo que lograron en el año 1702 tras más de 150 años de lucha. Fue entonces cuando la Real Chancillería de Valladolid puso fin de forma definitiva al yugo del señorío que el valle había soportado desde la Edad Media. De esta forma, en el siglo XVIII, este territorio se había convertido en tierra de realengo y sus diputados acudieron a las Juntas de Puente San Miguel, participando en la configuración administrativa de la Provincia de Cantabria.
Con la creación de los ayuntamientos constitucionales, en 1822, el valle se segregó en dos municipios, Treceño y Valdáliga, aunque en 1835 fueron integrados en uno solo, quedando como capital la histórica villa de Treceño, aunque posteriormente la capitalidad recayó sobre el núcleo de Roiz. Pertenece desde entonces al partido judicial de San Vicente de la Barquera.
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