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Jueves, 16 de enero 2020, 13:16
Colindres tuvo importancia en la actividad constructora naval del siglo XVII. A lo largo de este siglo la principal preocupación era la fabricación de un buque de poco calado, que pudiera soportar mucha mercancía y muchos cañones. El astillero de Colindres, como el resto ... de los emplazados a lo largo de la costa cantábrica, se dedicaba a lograr este objetivo en unas instalaciones parcas, de carácter artesanal, similares a sus contemporáneos españoles. La fabricación de un buque se demoraba varios años y eran los asentistas y no la Corona los que controlaban la construcción directamente. Teniendo en cuenta los requisitos que se precisaban para fabricar un buque en aquellos tiempos (abundancia de madera, calado suficiente, orientación, ligera pendiente de la orilla de la ría, posibilidades de defensa y protección natural contra inclemencias del tiempo y otros posibles ataques) y varias informaciones cartográficas antiguas (mapa de Cantabria entre las Siete villas y Oriñón de 1667, en el cual aparece el dibujo de cuatro galeones; mapas de Tofiño, realizados entre 1783-1786; y mapa de Coello de 1858), en la década de los noventa del pasado siglo XX se llevaron a efecto varias excavaciones arqueológicas en el paraje de La Quinta. Éstas sacaron a la luz materiales propios de astilleros y algunos restos de la estructura del complejo de construcción naval en funcionamiento a mediados del XVII, revelando que éste careció siempre de elementos permanentes anclados al suelo.
Colindres conserva un significativo patrimonio arquitectónico en el que destacan las residencias señoriales levantadas en la Edad Moderna de la parte más antigua de Colindres, denominada 'de arriba'. Entre ellas se cuenta la casa de Agüero, en el barrio de San Juan, de una sola planta y datada en el siglo XVII. Perteneció a Pedro González de Agüero, Señor y Mayor de la Casa y Solar de Agüero, encargado de la construcción de galeones hacia 1662. En el mismo barrio se alzan dos interesantes edificios del XVIII: el palacio de Gil de la Redonda y el palacio del Infantado o del Condestable, datado en 1704, perteneciente al linaje de Alvarado y compuesto por un bloque de dos pisos enmarcado por dos torres de tres, una de ellas con un cuerpo anexo.
En el barrio de La Puerta se pueden contemplar otras tres interesantes construcciones del XVIII: la casa Villota, la casa del Valle, con balcones individuales columnados, llamativa rejería y las armas de Hoyo, Valle, Alvarado y Sarabia en la fachada; y la casa de Bartolomé y Felipe de Palacio, llamada de 'Los Capitanes', concluida en 1729, en la cual se puede observar el paso del clasicismo al barroco.
Por último destacar entre las construcciones de la Edad Moderna de Colindres, la casa del capitán Francisco Gil de la Redonda Velasco, en cuya fachada se lee la fecha 1696; y la casa Cachupín, perteneciente al poderoso linaje laredano. En su fachada se ven cruz y una calavera con dos tibias acompañados de dos inscripciones en las cuales se lee «cual me ves, te verás» y «quien se desvele pensando en la última partida, halla en la muerte la vida», estas decoraciones son típicas de los Mori, antigua familia de Colindres con la que emparentaron los Cachupín.
En Colindres también se encuentran varias e interesantes muestras de arquitectura pública y privada decimonónica y de comienzos del siglo XX. Es de destacar el pequeño conjunto que forman el ayuntamiento, del arquitecto Gonzalo Bringas Vega, y un kiosko de música construido en 1913, situado a su vera. Este elemento urbanístico fue financiado por el indiano Heliodoro Ferca y decorado con azulejos fabricados en La Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, que incluyen motivos de El Quijote. Otros dos edificios notables de aquella época son Villa Amelia, atribuida a Alfredo de la Escalera y Amblard, y la Villa Luz, que presenta elementos propios de la arquitectura del laredano Joaquín Rucoba.
En el ámbito de las manifestaciones artísticas de carácter religioso cabe destacar la iglesia de San Juan Bautista, una edificación del siglo XVI construida sobre el antiguo monasterio de San Juan y San Jorge. La iglesia es de una sola nave y ábside poligonal. De su patrimonio mueble, son de reseñar el retablo mayor, deudor de los trabajos salidos de los talleres de Limpias y Liendo en el primer tercio del siglo XVII, con esculturas que remiten a los talleres de la costa oriental (se baraja como posibles autores a Felipe de la Gargolla Ribero, Diego López de Candina o Diego de Lombera), y el retablo de ánimas fechado a mediados del siglo XVII, atribuido a Juan de Sopeá y Juan de Palacio. A los lados de la nave cuenta con cuatro capillas del siglo XVII pertenecientes a las familias Alvarado, Castillo Alvarado, Puerta y Mori, miembros de mayorazgos que tenían derecho a ser enterrados allí.
El municipio cuenta con el Puente de hierro de Treto, una de las obras más representativas de la ingeniería industrial de Cantabria. Inaugurado en 1905 para sustituir al transbordador llamado 'La barca de Treto', que unía los municipios de Colindres y Bárcena de Cicero. Responde a una tipología única en la región y escasa en España. El proyecto de su construcción se remonta 1882, pero modificaciones y presiones políticas retrasaron su construcción y puesta en funcionamiento. Esta obra de ingeniería fue realizada por la empresa fundada por Alexandre Gustave Eiffel –creador de la famosa torre parisina– sobre un proyecto realizado por el ingeniero madrileño Eduardo Miera García Campero en 1893. Su estructura metálica cuenta con más de 543 toneladas de hierro forjado, fundido y laminado, acero, plomo y bronce. La construcción permite salvar 200 metros sobre el río Asón y está formada por dos vanos centrales de 60 metros cada uno, con un apoyo central para permitir el giro del tablero de 40 m de longitud, cuya finalidad era posibilitar el paso de grandes embarcaciones. Permite el paso de una calzada de 6 m de ancho y por fuera del arco existen voladizos a cada lado de tan sólo 1 m de ancho para uso peatonal. Durante la Guerra Civil se dañó la maquinaria que lo hacía girar. En la actualidad es atravesado por la N-634.
A medio kilómetro de esta célebre pasarela se alza el viaducto Treto-Colindres, integrado en la autovía A-8. Concluido en 1993, es obra de los ingenieros Florencio del Pozo Frutos, Florencio J. del Pozo Vindel y José María Arrieta Torrealba. Tiene una longitud de 420 m y es soportado por tres mástiles que se proyectan 40 m sobre el tablero.
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