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Jueves, 16 de enero 2020, 12:10
Poco se sabe de los orígenes de este municipio, pues las primeras referencias del mismo remiten ya a la Edad Media. La arqueología no ha contribuido a vislumbrar este pasado remoto, aunque parece que la cueva del Churrón, en las inmediaciones de Entrambasmestas, podría tener ... grabados animalísticos de aspecto paleolítico. De lo que sí hay constancia documental es de la concesión que en el siglo XI, concretamente en el año 1068, hizo Sancho II de Castilla a la diócesis de Oca-Burgos, otorgándole el derecho a pasto para los ganados en un extenso territorio de los montes de Luena (in illis montibus de Fluena). No obstante, cabe pensar que antes de que esto sucediera ya existiera presencia humana en toda esta zona en torno a un edificio religioso tras las oleadas repobladoras del siglo IX.
Durante la Edad Media las tierras de este municipio sufrieron los mismos avatares que el resto de los lugares del valle de Toranzo. De forma progresiva, este territorio de behetría pasó a depender de la jurisdicción de diversos señoríos eclesiásticos y civiles. Así, en el siglo XIV, el rey Alfonso XI cedió estos lugares a su hijo don Tello, respetando las vinculaciones que existían al Obispado de Burgos, tal y como especifica el Becerro de las Behetrías (1351).
Poco después, San Miguel de Luena aparece ya ligado al señorío de la Casa de Castañeda, y a partir de la creación del condado, en 1429, se vincula este territorio, por concesión de Juan II, a la poderosa casa de los Manrique, condes de Castañeda y marqueses de Aguilar, a la cual se sujeta la jurisdicción durante todo el Antiguo Régimen. Esta cesión desencadenó una serie de luchas señoriales, sobre todo con la familia de los Mendoza, aunque también con otros señores nobles locales, como fueron los Ceballos, Villegas o Barredas. No obstante, la dependencia señorial no impidió que los vecinos participaran en la formación de la provincia de Cantabria, a través de los diputados del valle.
Durante el dominio de los condes de Castañeda, que se prolongó hasta el siglo XVIII, el pueblo había reclamado, mediante pleitos, su condición de realengo, aunque no fue hasta que tuvo lugar la formación de los ayuntamientos constitucionales, en 1822, cuando la recuperó. En ese momento surgió el municipio de Luena, formado por el lugar de San Miguel, en el que se estableció la capital, y una diversidad de barrios y caseríos.
En un primer momento, Resconorio constituyó su propio ayuntamiento, aunque en el año 1835 se unificó al de Luena, conformándose el término en los límites que mantiene hoy en día. Formó parte en un principio del partido judicial de Ontaneda, después dependió del de Villacarriedo, más tarde del de Santander y desde 1992 está adscrito al de Medio Cudeyo.
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