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Jueves, 16 de enero 2020, 12:09
Los principales testimonios arqueológicos existentes en el término de San Roque de Riomiera son la cueva de Covallarco y la de Cascajosas, ambas en Merilla. La primera alberga un viejo horno de cal y una estructura de cierre, además de diversos restos óseos y líticos ... de origen prehistórico. La segunda cavidad ha resultado prácticamente destrozada por una cantera y custodia materiales de la Prehistoria reciente.
Escasos en las otras villas pasiegas, los escudos labrados en la Edad Moderna, elementos decorativos que daban notoriedad a un linaje, se limitan a uno en el municipio de San Roque de Riomiera. Porta las armas de Fernández Alonso, familia que fundó la capilla de Nuestra Señora del Rosario en la iglesia parroquial de San Roque en el año 1777. Se encuentra en una singular cabaña de La Pedrosa, de planta cuadrangular y tejado a cuatro aguas.
Al igual que en las restantes villas pasiegas, lo más significativo de San Roque de Riomiera son las cabañas-vivienda que pueden verse en los campos cercados de San Roque, Entre ellas se cuentan ejemplos de los siglos XVII al XIX en Merilla y La Concha: en los parajes de Bernallán, La Brena, El Coburco, La Lunada y El Toral. El origen de esta configuración del espacio se remonta al siglo XVI, sobre todo merced a la intervención de pastores de Espinosa, el aumento de la presión demográfica en el entorno de los Montes de Pas llevó a la búsqueda de un método de explotación pecuaria de los recursos más eficaz. La solución articulada en los siglos XVII y XVIII por los habitantes de la zona fue un sistema que conllevaba estabular el ganado en cabañas-vivienda construidas junto a campos de pasto individuales. Este modelo implicó profundas transformaciones jurídicas, económicas y sociales, pues supuso la parcelación de los antiguos montes comunales, la orientación mercantilista de la producción ganadera –ahora dedicada principalmente a la elaboración de productos lácteos– y la adopción de un modo de vida semitrashumante por parte de los ganaderos, que acompañaban a las reses en los desplazamientos estacionales que éstas habían de realizar por una red fija de parcelas –los animales se llevaban a un nuevo pasto una vez agotaban el anterior–.
En el siglo XVIII se generalizó la costumbre de tener una cabaña en cada uno de los prados: la pasiega surgió de la incorporación de la vivienda al henil. El modelo prototípico es un bloque de planta rectangular y dos alturas. El superior, llamado payo, se destina a almacenar la hierba segada y el inferior a guardar los animales, que se mantienen sujetos al pesebre por las cebillas colocadas a poca altura. Está construido con materiales locales, con entramados de madera y muros levantados en mampostería irregular con doble paramento, utilizándose el barro como aglutinante. El tejado se compone de lastras de roca arenisca apoyadas sobre la hierba seca que recubre la ripia. En el exterior se abren dos vanos; al superior se accede por una escalera pétrea de aspecto macizo. En el payo se instala separado por paredes levantadas con tablas el sencillo recinto de vivienda. Con el paso del tiempo, se desarrollan modelos más complejos de cabaña (llamada en estos casos vividora); en éstos, la escalera es sustituida por rústicas solanas de tablazón.
Del patrimonio religioso del municipio cabe reseñar la iglesia de San Roque en La Pedrosa y la ermita de Nuestra Señora de los Dolores de Merilla. San Roque es un sencillo templo del siglo XVII; en el año 1660 está documentada la presencia de los maestros ensambladores Francisco de la Sierra Esles, procedente de Esles de Cayón, y su hijo Tomás de la Sierra en el contrato de construcción del retablo mayor de esta iglesia. La ermita de Nuestra Señora de los Dolores es un interesante santuario de grandes dimensiones levantado en mampostería y cubierto con lastras, al igual que las cabañas del entorno.
Durante la Edad Moderna el valle del Miera y su entorno estuvieron supeditados al funcionamiento de las fábricas de cañones de La Cavada. En el siglo XVIII, principios del XIX, se acometieron obras de gran envergadura. Entre las estructuras supervivientes se incluye la sillería de unas esclusas levantadas en La Concha y, sobre todo, un resbaladero de troncos construido en 1791 y localizado junto al portillo de Lunada, en el límite con Soba. Fue diseñado por el ingeniero austríaco Wolfongo Mucha. Consta de una base de casi un kilómetro (desaparecida en varios tramos), sobre la cual iba montado un canal de madera. Su finalidad era acelerar el transporte de troncos procedentes de La Rioja y Burgos a los Astilleros de Guarnizo y la Fábrica de Cañones de la Cavada, entonces dependiente del Ministerio de la Marina. A los pies de esta pasarela se encuentra la llamada 'casa del Rey', también conocida como 'casa de la Pila', de estilo neoclásico, que sirvió de almacén y servicio a los trabajadores del resbaladero. Ambos siguieron funcionando hasta el cese de actividades de la Fábrica de Cañones en 1834. El resbaladero fue incluido en 2003 en el Inventario del Inventario General del Patrimonio Cultural de Cantabria.
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