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Jueves, 16 de enero 2020, 12:08
Para situar los comienzos del poblamiento humano de estos valles hay que remontarse al Paleolítico Superior, un periodo del que se conservan vestigios en varias cavidades de la comarca, como las del Piélago, Rascaño y Salitre, en la zona del Miera, o, sobre todo, las ... cuevas del Monte Castillo, en Puente Viesgo (El Castillo, Las Monedas, La Pasiega y Las Chimeneas). Sin embargo, en los valles altos del Pas no se han hallado muchos restos arqueológicos que evidencien ocupación en este tiempo.
La primera referencia documental que trata sobre la presencia humana en la comarca pasiega data del año 1011, fecha en la que el conde Sancho de Castilla y su esposa Urraca donaron al monasterio burgalés de San Salvador de Oña un amplio territorio de la Cantabria oriental que incluía los Montes de Pas y, en consecuencia, le otorgaron los derechos de pasto. Estos derechos fueron traspasados en 1396 a Espinosa de los Monteros, a través del denominado privilegio de Herbaje, concedido por el rey Enrique III para zanjar los conflictos existentes entre los usuarios de los mismos y que fue confirmado más tarde por los sucesivos reyes de Castilla.
A lo largo de la Edad Media se fueron formando las tres aldeas de esta comarca –Vega de Pas, San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera–, con un desarrollo histórico paralelo. Esta zona se configuró en un principio como lugar de aprovechamiento ganadero, estableciéndose una forma de pastoreo semitrashumante, si bien no existía poblamiento estable en los Montes de Pas, ya que los pasiegos eran vecinos de Espinosa. Fue a partir del siglo XVI cuando se fueron asentando las primeras comunidades en torno a las iglesias y ermitas establecidas en la zona. De hecho, los templos de estos tres núcleos principales aparecen ya construidos en 1632.
La Casa de la Vega también tuvo posesiones en este territorio, tal y como constata el Catastro de la Ensenada (1753), aunque esta circunstancia no impidió el mantenimiento de la condición de realengo. Los pleitos por el uso de los pastos y el paso de los ganados continuaron durante los siglos XVI y XVII. Precisamente, en el siglo XVII Carriedo compró a Espinosa de los Monteros la jurisdicción de estas tierras, las cuales recuperaron el privilegio de villazgo y el derecho a nombrar a sus alcaldes mayores en 1689.
Durante los siglos XVII y XVIII los pasiegos se extendieron por las zonas altas de los valles vecinos: Toranzo, Carriedo, Ruesga y Soba; y por el sur de la Merindad de Trasmiera: cabeceras de Liérganes, Alisas, Fuente Las Varas... Finalmente, hacia 1779 las tres villas, que hasta entonces habían formado parte de la jurisdicción de los Montes de Pas, perteneciente a la provincia y partido de Burgos, se incluyeron en la diócesis de Santander y en la provincia de Cantabria. La separación sólo afectó a los pasiegos de la vertiente norte de la cordillera, mientras que el valle alto del río Trueba y sus afluentes siguieron perteneciendo a Espinosa de los Monteros.
Como resultado de la división administrativa que sufrió la antigua jurisdicción de los Montes de Pas durante el período constitucional del siglo XIX (1835), surgió el ayuntamiento de Vega de Pas, que en un primer momento quedó adscrito al partido judicial de Villacarriedo, aunque después pasó al de Santander, y ya a partir de 1992 al de Medio Cudeyo, al que permanece vinculado en la actualidad.
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