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Patrimonio

Jueves, 16 de enero 2020, 10:13

Patrimonio civil

El caso más destacado de arquitectura civil en el municipio se encuentra en la localidad de Tudanca, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1983. Se caracteriza por la disposición de las casas en hilera, formando pequeñas calles paralelas empinadas, adaptadas a la morfología del terreno. La mayoría de las viviendas son de dos plantas, con solana entre cortavientos en la segunda, orientada al sur o al este. La cubierta suele ser a dos aguas, sobre la fachada principal y la posterior. Las casas son, en general, de mampostería, con sillares en los esquinales y cercos de los vanos. Se conservan aún multiples elementos arquitectónicos tradicionales, como las típicas socarreñas y los hornos, que se suelen ubicar en algún esquinal del primer piso, junto a la cocina. En este conjunto monumental destacan la casa de La Herrán, de finales del siglo XVII, con escudo en uno de sus cortavientos; un grupo de corralada y viviendas, de la misma centuria, situado en la parte alta del pueblo; la antigua escuela, en la actualidad biblioteca del Alto Nansa, fundada por el indiano Pascual Fernández de la Cuesta en 1757; y, sobre todo, la llamada Casona de Tudanca.

La Casona de Tudanca es un edificio complejo levantado en piedra con los muros revocados que la hacen sobresalir sobre el resto de las casas de Tudanca. Es el resultado de la unión de tres cuerpos distintos: una casa solariega con una cubierta a dos aguas y solana orientada al sur, una torre cuadrangular que atraviesa un túnel y la capilla coronada por una espadaña que aloja un retablo del XVIII. En la fachada principal se puede ver el escudo de armas de Pascual Fernández de Linares Gómez y Herrero, certificadas por el rey de armas Juan Alonso Guerra, siéndole expedida la Ejecutoria de Hidalguía para Indias en 1731 –las armas portan la inscripción 'Guardo tan bien el castillo con este venablo armado que no fue ninguno osado a atreverse a combatillo'–.

La Casona fue mandada construir por Pascual Fernández de Linares, hijo de Juan Fernández de Linares y Francisca Gómez de la Cotera, natural de la vecina localidad de La Lastra después de regresar enriquecido de Perú. En uno de los muros del edificio se puede leer la inscripción: «Este palacio de armas reedificó Don Pascual Fernández de Linares / año de 1752» aludiendo probablemente a la función militar del edificio que precedió al actual. Gracias a su fortuna emparentó a su sobrina y heredera con el mayorazgo de los Cuesta. Entre sus descendientes, nacidos en la antigua casa de La Lastra, se encuentran el obispo de Ceuta y Sigüenza José Patricio García de la Cuesta y el militar Gregorio García de la Cuesta. Éste último combatió en la guerra del Rosellón contra de la República Francesa (1793-1795) y más tarde fue cabeza de las tropas españolas que participaron en la batalla de Talavera (1809) contra los ejércitos napoleónicos, siendo autor de un interesante epistolario.

En el siglo XIX, gracias a la figura de Manuel de la Cuesta y Cossío, bisabuelo de José María, que moriría siendo rector de la Universidad de Valladolid, la Casona de Tudanca fue hogar temporal de políticos y literatos. Entre los personajes más singulares que por allí pasaron se encuentra la periodista e investigadora del fenómeno penitenciario Concepción Arenal, sobrina de Manuel. A finales del XIX, el edificio, su entorno y varios de las personas que lo poblaban se convirtieron en escenarios literarios en la novela Peñas Arriba, escrita por el cántabro José María de Pereda entre 1892 y 1894.

En su antología Rutas Literarias de La Montaña, José María de Cossío convierte a Miguel de Unamuno, de quien comenta que llegó a redactar varios textos en Tudanca; entre ellos el poema Teresa, en el eslabón que enlaza aquellos tiempos con su propia vida, la época más brillante que ha conocido la Casona.

Entre las personalidades que el editor vallisoletano atrajo hasta el valle del Nansa se cuentan varios de los miembros de la llamada Generación del 27. El poeta santanderino Gerardo Diego fue uno de los primeros que se acercó, emulando en 1920 a los personajes de la novela Peñas Arriba, siete años antes de las celebraciones en memoria de Góngora. Alberti da cuenta de su estancia en Tudanca en el verano de 1928 en su autobiografía La arboleda perdida, donde comenta que fue la Casona (en dónde coincidió con Carlos Gardel), el escenario dónde pudo crear Sobre los ángeles, obra cuyo original se encuentra conservado en Tudanca, junto al de El alba del alhelí, que regaló a Cossío al final de aquella visita.

Otras de las personalidades que llegaron a pasar por el lugar hasta la muerte de Cossío fueron, Federico García Lorca (que llegó en 1933 acompañado de otros miembros de 'La Barraca'), Manuel Azaña, Jorge Bergamín, Antonio Buero Vallejo, Camilo José Cela, Antonio y Manuel Machado, Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala...

El 2 de mayo de 1975, la Casona y sus dos huertas, así como todos los muebles, cuadros, la biblioteca compuesta por cerca de 17.000 volúmenes y demás enseres que en ella había fueron cedidos por Cossío a la Diputación Provincial de Santander.

Casona de Tudanca, uno de los escenarios de la novela perediana de Peñas Arriba y morada veraniega de José María de Cossío. Antigua escuela de Tudanca, hoy dedicada a biblioteca. Escudo de la casa de La Herrán, del siglo XVII.
Imagen principal - Casona de Tudanca, uno de los escenarios de la novela perediana de Peñas Arriba y morada veraniega de José María de Cossío. Antigua escuela de Tudanca, hoy dedicada a biblioteca. Escudo de la casa de La Herrán, del siglo XVII.
Imagen secundaria 1 - Casona de Tudanca, uno de los escenarios de la novela perediana de Peñas Arriba y morada veraniega de José María de Cossío. Antigua escuela de Tudanca, hoy dedicada a biblioteca. Escudo de la casa de La Herrán, del siglo XVII.
Imagen secundaria 2 - Casona de Tudanca, uno de los escenarios de la novela perediana de Peñas Arriba y morada veraniega de José María de Cossío. Antigua escuela de Tudanca, hoy dedicada a biblioteca. Escudo de la casa de La Herrán, del siglo XVII.

Patrimonio religioso

Del patrimonio religioso de Tudanca son de reseñar Santa María (Sarceda), San Tirso (Santotis) y San Pedro (Tudanca).

Santa María de Sarceda es el templo más antiguo del municipio fue levantado en el siglo XVI y conserva elementos de tradición gótica. Custodia una imagen gótica, del siglo XV, de la Virgen sedente con el Niño. San Tirso de Santotis fue levantada en el siglo XVII y presenta ábside abovedado. Alberga un retablo de orden salomónico, con imaginería en parte original, y un notable sagrario-expositor, con una pintura de la Resurección en la puerta.

Espadaña de la iglesia de San Tirso, en San Totís.

San Pedro de Tudanca es un templo de tres naves y cabecera recta, cubierto por bóvedas de crucería de distinta complejidad. La iglesia fue reedificada en 1723 y se atribuye la traza a Manuel Rubín de Colombres. Cuenta con una espadaña de dos troneras rematas por una cruz. La portada se abre en arco de medio punto entre pilastras, coronada por un frontón partido. Custodia un retablo, que alberga imágenes imágenes originales, del XVIII. Por último señalar que en La Lastra se encuentra lo que fuera la capilla de San Juan, edificada en 1760; destaca por la buena estructura de sus bóvedas. Pertenecía a la casona de la familia Cuesta.

Iglesia de San Pedro en Tudanca, de los siglos XVII y XVIII.

Patrimonio industrial

Una parte importante del sistema hidroeléctrico de Saltos del Nansa se desarrolla sobre suelos del municipio de Tudanca. En cuanto las aguas del río comienzan a surcar su territorio son detenidas por la presa del embalse de la Cohílla, que en su mayor parte se extiende sobre el limítrofe término de Polaciones. Aguas abajo, junto al pueblo de La Lastra, se encuentra la central de Peña de Bejo, donde se salva un salto de 328 m a través de una conducción forzada que da movimiento a dos turbinas. Inmediatamente por debajo de la central se encuentra la presa de La Lastra, de tamaño mucho menor que la de la Cohílla. Siguiendo hacia Santotís puede verse por toda la ladera el canal que parte de la presa anterior, cubierto y sujeto al suelo por medio de contrafuertes, y que se desarrolla por más de 13 km.

Presa del embalse de La Lastra.

Patrimonio mueble

La Casona de Tudanca alberga en su interior un verdadero tesoro artístico y bibliográfico compuesto por 17.000 volúmenes reunidos en vida por José María de Cossío. Entre ellos se encuentra un importante número de textos impresos en los siglos XVI y XVII, el más antiguo, la Crónica General de España de Diego de Valera fue editado en Zaragoza en 1517. Así mismo guarda una hemeroteca integrada por ejemplares de 150 publicaciones, un epistolario compuesto por 7.000 documentos (Rafael Alberti, Azorín, Gerardo Diego, Miguel Hernández...), 200 manuscritos entre los cuales se encuentran textos de escritores como Rafael Alberti (entre ellas Sobre los ángeles), Damaso Alonso, Manuel Azaña, Camilo José Cela (de quien se conserva la transcripción autógrafa de La familia de Pascual Duarte), Federico García Lorca (entre ellos el original del Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías), Jorge Guillén, Miguel Hernández, José Hierro, Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, José Ortega y Gasset, Emilia Pardo Bazán, José María Pereda, Miguel Unamuno, José Zorrilla...

Interior de la casona de Tudanca, hoy convertida en museo.

Entre los fondos autógrafos destaca el Cancionero, una recopilación iniciada en 1940 de poemas escritos en pliegos enviados por el propio Cossío a los autores. Hasta su muerte en 1977 había reunido una colección de poemas y piezas literarias de 300 autores encuadernadas en cinco volúmenes prologados por Pedro Laín Entralgo. A éstos se unió un sexto tomo, el Cancionero de la Casona de Tudanca con textos de 36 poetas. Desde el 19 de octubre de 2002, a aquellos se ha sumado El Cancionero Cántabro encargado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria que incluye trabajos de 40 creadores literarios y plásticos de la comunidad autónoma. Además de este patrimonio literario, se cuentan numerosos documentos familiares entre ellos más de 1.000 fotografías, las carpetas de José Gómez Ortega, Gallito... y otras piezas singulares como 750 carteles de toros.

La Casona custodia así mismo numerosas obras artísticas, entre ellas diversos retratos de los distintos inquilinos de la casa, muchos de ellos del propio José María de Cossío. Entre las firmas de los dibujos, pinturas y grabados se encuentran los nombres de autores como Ignacio Zuloaga (1870-1945), Daniel Vázquez Díaz (1882-1969), Christopher Hall o Juan Bonafé (1901-1969), Dionisio Fierros Álvarez, Godofredo Ortega Muñoz (1905-1932), Julio Sanz Saiz, Julio de Pablo (1917), Eduardo Vicente (1909-1968) o Pedro Sobrado (1936). Otros de los tesoros artísticos son una serie de dibujos italianos originales del siglo XVII, así como la colección de grabados franceses del siglo XVII en los que se reproducen obras pertenecientes a la pinacoteca de Luis XIV.

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