Historia

Los testimonios más antiguos de presencia humana encontrados en esta zona se encuentran localizados en el monte Buciero, situado sobre la península por la cual se extiende el vecino municipio de Santoña. Aquí se hallan los yacimientos de El Perro, La Fragua y San Carlos, en los cuales se han recuperados materiales del Paleolítico y los momentos de transición al Neolítico. También en el área de Santoña se han recuperado algunos de los escasos testimonios de época romana recuperados en este tramo costero.

La primera referencia a Argoños data del año 942, en relación a un ramal que enlazaba con la vía Agrippa, camino costero de época romana que comunicaba los puertos de Flaviobriga (Castro Urdiales), Portus Victoriae (Santander), Portus Blendium (Suances) y Portus Vereasueca (San Vicente).

Desde el siglo XI el lugar de Argoños estuvo vinculado al monasterio de Santa María de Puerto de Santoña. En 1156 este cenobio pasó a depender del monasterio riojano de Santa María la Real de Nájera, por decisión de Alfonso VII, y con él todas sus propiedades.

Esta situación se mantuvo hasta 1579 cuando Puerto de Santoña y Argoños retornaron a la jurisdicción real. El 28 de diciembre de aquel mismo año el concejo de Argoños firmó Carta de Hermandad con la Merindad de Trasmiera, junto a las villas de Santoña y Escalante –una nueva carta de hermandad sería aprobada en 1722– y permaneció en ella hasta la desaparición, en 1834, de este distrito administrativo documentado desde el siglo IX, articulado a lo largo de la Baja Edad Media e integrado desde los Reyes Católicos en el Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar.

Con la formación de los ayuntamientos constitucionales en 1822, Argoños, con sus tres barrios de Ancillo, Cereceda y Santiuste, quedó transformado en municipio.

Ha pertenecido a los partidos judiciales de Laredo (1822) y Santoña (1835), en el que continúa.