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Jueves, 16 de enero 2020, 12:16
Entre los hallazgos arqueológicos localizados en el municipio de Bareyo destaca el yacimiento al aire libre de la playa de Cuberris, en el que se pudieron recuperar en una excavación de urgencia más de 5.800 piezas líticas de época paleolítica, la mayor parte de sílex, de casi todas las fases de la cadena operativa. De época protohistórica se ha localizado el poblado de la Cuevona, que ha sido identificado como un castro de la Edad de Hierro.
En los distintos barrios de Ajo se concentra un importante conjunto de residencias señoriales levantadas a lo largo de la Edad Moderna. Tienen su precedente en la torre gótica de Barriodeabajo de Ajo, rodeada por la casa de Villanueva Castillo del XVII. Se trata del único de los tres bastiones medievales (las otras eran la de Barrio de Ajo y la de Camino) que ha sobrevivido en Bareyo. Entre las casonas destacadas se encuentra la de Cubillas, de comienzos del XVI; la casa solar de Cubillas y Vélez de Hontanilla, construida en torno a 1562 y relacionada con la arquitectura de Pedro de Rasines; la casa de Vélez Hontanilla, de finales del XVI, con una capilla del XVII; la casa del inquisidor Pedro de Camino, del barrio del Carre, de principios del XVII; la casa de Villanueva, de finales del XVII; la casa de Cuesta y la casa de García Sainz de Camino, ambas del XVII; o la casa del inquisidor Llavad Camino, en el barrio de Lurcía, del maestro Juan del Pontón Toraya, trazada en 1638.
Así mismo es de destacar la presencia de diversas casas en hilera en los barrios de Gargallo, Villanueva y el Cagigal de Güemes, algunas de las cuales se remontan al siglo XVIII y reproducen esquemas típicos de la arquitectura popular.
Por último, señalar la presencia de varios edificios de interés del siglo XIX localizados Güemes, entre ellos las escuelas del barrio de Gargollo en Güemes.
En Bareyo se encuentran edificios religiosos de gran interés, entre ellos, la iglesia de Santa María (Bareyo), la iglesia de San Martín (Ajo), San Vicente (Güemes), el convento de San Ildefonso (Ajo) y San Pedro de Sopoyo (Ajo).
Santa María de Bareyo es uno de los edificios más destacados y antiguos del municipio. Se trata de una construcción de una sola nave cuya cabecera y transepto de estilo románico se remontan a mediados del siglo XII y presentan una interesante decoración escultórica. A lo largo del XVI, el templo fue profundamente modificado con la construcción de varias capillas y, a comienzos del XX, se le adosó la torre, de estilo neorrománico. En la cabecera se encontraba un retablo de Rodrigo de los Corrales terminado en 1608, que fue trasladado a la catedral de Santander en 1954, fecha en la cual la sede catedralicia era sometida a una restauración. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1978.
San Martín de Ajo, documentada desde 1578 y diseñada por Juan Vélez de la Huerta en 1594, corresponde al modelo de planta de salón con tres naves cubiertas con bóvedas de crucería estrellada. Presenta una cabecera semicircular y avenerada. En las naves laterales se abren dos capillas: la del lado del evangelio (1626) es obra de los canteros Mateo Muñoz del Carre y Pedro Alonso del Carre; la segunda fue mandada levantar por Pedro Llavad del Camino para su enterramiento. Está cubierta por una cúpula rebajada sobre pechinas y es obra de Juan de la Riva Vélez. En el lado de la Epístola se abren dos capillas atribuidas a Mateo del Pontón. Una de ellas alberga un notable calvario atribuido al escultor Juan de Sobremazas, veedor del arzobispado de Burgos a comienzos del siglo XVII. El retablo mayor de San Martín (1629) fue realizado por el ensamblador Rodrigo de los Corrales, interviniendo en la ejecución de las esculturas Juan de Pobes y Juan de los Corrales. A los pies se alza una monumental torre, cuyo cuerpo de campanas fueron construidos hacia 1704 (el chapitel poligonal fue rehecho posteriormente).
San Vicente, parroquial de Güemes, es una iglesia de una sola nave y cabecera poligonal con coro alto a los pies y cubierta de crucería. Fue construida a finales del siglo XVI y remodelada en el XVII. En 1797 se sometió a una restauración supervisada por el bilbaíno José Alday, arquitecto mayor del obispado de Santander. Este templo custodia un retablo mayor prechurrigueresco trazado y ejecutado por Andrés de Monasterio, hacia 1677, así como otros dos retablos colaterales, uno de ellos prechurrigueresco y otro de principios del XVIII.
El convento de San Ildefonso de Ajo fue fundado en 1588 y sus trazas se atribuyen al maestro cantero Diego de Sisniega, familiarizado del clasicismo de El Escorial y Lerma y la obra de Francisco de la Mora. En un primer momento lo habitó una comunidad de carmelitas, más tarde sustituidos por los dominicos que vivieron en él hasta la exclaustración de 1835. La iglesia alberga un retablo romanista de piedra, a ambos lados del crucero se abren dos arcosolios. El del lado del evangelio custodia una escultura del fundador del convento Alonso del Camino.
San Pedro de Sopoyo de Ajo es un santuario de una nave de capilla mayor cuadrada, nave de tres tramos y camarín tras la cabecera. Conserva varios elementos románicos procedentes de la construcción primitiva en los primeros tramos de la nave (líneas de imposta y arranque de bóveda), el exterior (canecillos) y portada (restos románicos). La capilla mayor fue levantada en el XV y la nave se estima que lo fue en el siglo XVII. Alberga un retablo mayor rococó de la segunda mitad del XVIII.
Otros santuarios a reseñar son la ermita de San Julián, edificio de origen gótico (XIV-XV), con añadidos del XVII, con un retablo neoclásico en el interior; la ermita de San Juan, del siglo XVII; y la ermita de San Roque, construcción de una nave, documentada a mediados del XIX.
En el municipio de Bareyo se encuentran varias e interesantes muestras de arquitectura preindustrial. Las más destacadas son los molinos de la Venera y de Castellanos (también llamado de Castellano), declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento en 2002. El primero, emplazado sobre el río Campiazo, en el límite de Bareyo y Meruelo, fue terminado a mediados del XVIII para Juan de Isla. Su diseño se atribuye a Juan de la Peña, también trazista del molino de Castellanos. La Venera es uno de los mejor conservados de Cantabria y es un ejemplo de los escasos molinos mixtos (de marea y río) de la región. Junto a él se puede ver un puente levantado entre los años 1880 y 1883.
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