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Jueves, 16 de enero 2020, 12:32
El origen de la presencia humana en este territorio se remonta al Paleolítico, como lo demuestra la existencia de yacimientos en cuevas de la cuenca alta del río Miera. Sin embargo, no existe constancia arqueológica de esta presencia hasta el periodo Auriñaciense en la cueva del Rescaño (Mirones).
Las primeras noticias documentales no aparecen hasta la Alta Edad Media cuando en el año 816 se habla del monasterio de San Martín de Liérganes, hoy desaparecido, y de la propia villa en el Cartulario de Santa María del Puerto. Ya en la etapa bajomedieval, en 1351, consta como lugar de behetría en el Libro de las Merindades de Castilla, según el cual los labradores de Liérganes escogían su propio señor y pagaban los tributos en especies. De esta época se conserva la iglesia de San Sebastián, que comenzó a construirse con estilo románico y finalizó en estilo gótico, o el puente romano.
Sin embargo, fue en la Edad Moderna cuando el municipio vivió su mayor apogeo, que vino marcado por la introducción del cultivo del maíz y la instalación, en 1622, de la primera fábrica de fundición de hierro de España dedicada a la fabricación de cañones, piezas de artillería y municiones, que desbancó a la tradicional industria de ferrerías. De este modo se formó un gran complejo industrial, cuya importancia perduró hasta finales del siglo XVII, cuando se produjo su declive y posterior desaparición.
La fábrica de cañones, fundada por el belga Jean Curtius y que en la actualidad ha desaparecido casi totalmente, tuvo gran importancia en la instalación de plazas militares y baterías costeras en España y sus colonias, así como en el armamento de los buques de la Armada Real. De esta forma, Liérganes constituyó durante los siglos XVII y XVIII un importante núcleo industrial en la región, articulando un conjunto formado por el astillero de Guarnizo, las fábricas de La Cavada y el puerto de Santander, y convirtiendo a Liérganes en una población de cierta importancia que contribuyó a comunicar a la región a través del camino de Castilla por el puerto de Lunada.
El fracaso de esta instalación sólo fue paliado a finales del siglo XIX (en 1862) por la industria de la higiene y el ocio desarrollada a partir del Balneario de Liérganes. Este centro transformó la comarca en lugar de veraneo, creándose a su alrededor una serie de hoteles, fondas, teatro, casino, etc., así como una estación de ferrocarril y paseos arbolados, todo ello con el fin de ofrecer a los bañistas que acudían al balneario una importante vida social.
A pesar de que esta pujante actividad industrial no tuvo continuidad, sí ha proseguido hasta la actualidad la actividad del balneario de aguas sulfurosas de Fuente Santa.
A nivel institucional, en 1822 el Tercio de Enmedio se dividió en tres, de los que uno se llamó Liérganes, cabeza de partido de su nombre. En 1835 le fue segregado Rucandio y se le agregó la localidad de Pámanes. En la actualidad, su economía se centra en las actividades agropecuarias, así como también en las derivadas de una cierta vocación como centro turístico y de servicios.
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