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Historia

Jueves, 16 de enero 2020, 12:11

Los testimonios más antiguos de presencia humana encontrados en esta zona se encuentran en el monte Buciero, situado sobre la península por la cual se extiende el vecino municipio de Santoña. Allí se hallan los yacimientos de El Perro, La Fragua y San Carlos, en los cuales se han recuperado materiales del Paleolítico y los momentos de transición al Neolítico. También en el área de Santoña se han rescatado algunos de los escasos testimonios de época romana de este tramo costero.

La primera referencia escrita de Noja data del año 927. Consta en un documento procedente del Cartulario de Santa María de Puerto de Santoña y contiene una demarcación de lindes entre las ermitas de la zona. A rasgos generales, durante la Edad Media el territorio de Noja se articulaba en torno a las iglesias de San Pedro de Noja, la ermita de San Juan de Ris y el monasterio de San Lorenzo de Garvijos, situado a los pies de montes Mijedo. De este último no ha sobrevivido ningún vestigio, a pesar de que una serie de documentos, fechados entre 1103 y 1210 y conservados en el citado cartulario santoñés, evidencian cómo llegó a dominar la mayor parte del territorio de Noja. En el Becerro de Behetrías de 1351, ha desaparecido toda referencia al cenobio de Garvijos y la llamada aldea de Noja aparece dependiente del Puerto de Santoña. Éste estaba subordinado a su vez al monasterio de Santa María la Real de Nájera, en virtud de una donación que había realizado el rey Alfonso VII, en el año 1156.

Uno de los acontecimientos que caracteriza el final de la Edad Media en Noja está protagonizado por los linajes Castillo y Venero, que, procedentes de Arnuero, se establecieron junto a San Pedro y San Juan respectivamente. Las dos familias se enfrentaron en las llamadas luchas de banderías resultando vencedores los Castillo, de la banda de Negrete. Su torre ha sobrevivido en pie hasta la actualidad, mientras permanece arruinada la de los Venero, que combatieron junto al bando derrotado, el de los Giles.

El concejo de Noja (del cual hay constancia desde 1085) se integró junto a otros ocho vecinos en la Junta de Siete Villas, que formaba parte de la Merindad de Trasmiera. Este distrito administrativo está documentado desde el siglo IX, se articuló durante la Baja Edad Media y sobrevivió hasta 1834, integrado desde los Reyes Católicos en el Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar. En época Moderna, uno de los hechos de mayor trascendencia para Noja fue el otorgamiento, en el año 1644, del Privilegio de Vara o de Villazgo de manos de Felipe IV. En virtud del mismo, la ahora villa quedaba eximida de la jurisdicción de la Junta de Siete Villas y recibía la potestad de nombrar sus propios alcaldes. En aquel tiempo, este núcleo estaba dividido administrativamente en cuatro zonas: Ris, Trengandín, Fonegra y Cabanzo, subdivididas a su vez en una serie de barrios.

Con la formación de los ayuntamientos constitucionales en 1822, la Junta de Siete Villas se dividió en cuatro: Castillo, Quejo, Ajo y Meruelo. Noja se integró en el de Castillo, del cual se independizó en 1835. Ha pertenecido a los partidos judiciales de Liérganes (1822), Entrambasaguas (1835) y Santoña (1885), en el cual permanece.

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