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Jueves, 16 de enero 2020, 12:40
En torno al arenal de Langre, en el borde de los acantilados, aparecieron a comienzos de la década de los noventa del pasado siglo dos yacimientos prehistóricos en los cuales se recuperaron abundantes materiales líticos (118 piezas) y cerámicos que van desde el Neolítico al Calcolítico (yacimientos llamados Langre I y II, excavados en 1993). Los vestigios han llevado a concluir que la zona estuvo intensamente ocupada en los periodos referidos. En las cercanías se localizan los yacimientos de Galizano, Cucabrera, Los Tranquilos, isla Santa Marina y Loredo, que arrojaron evidencias que van del Mesolítico al Calcolítico.
Respecto de la arqueología romana, en la llanura de Galizano se localiza un yacimiento en el que se pudo recuperar, además de un conchero, restos de tégulas y ladrillos, lo cual ha llevado a considerar que se trata de los restos de un pequeño asentamiento, indígeno-romano, similar al de El Gurugú (El Astillero).
En cuanto a la arqueología subacuática, el Museo Marítimo del Cantábrico, actuando a través del Laboratorio para Investigaciones Subacuáticas, ha realizado la llamada Carta Arqueológica Subacuática de Cantabria que ha incluido actuaciones en la costa de Ribamontán. En concreto, en el puntal de Somo se localizaron a comienzos de la década de los noventa del pasado siglo, los restos de dos pataches naufragados, así mismo se reconocieron frente a los acantilados de Langre, los vestigios del acorazado España, hundido durante la Guerra Civil y recostado a 50/60 m de profundidad.
Este municipio conserva numerosas construcciones del siglo XVII. Sobresalen la casa de Agustín del Pontón y Calderón de la Barca, diputado general de Trasmiera por la Junta de Ribamontán, erigida en Galizano en la segunda mitad del siglo XVII junto a una torre de tres pisos; la casa de Calderón-Güemes, también en Galizano; la casa de Cospedal, en Loredo, que perteneció a la familia de canteros los Jorganes, levantada en la segunda mitad del XVII, con una fachada del XVIII, compuesta por una torre unida por un bloque con forma de garita a un cuerpo de vivienda; la casa de Francisco del Piñal (1636), en Las Pilas; la casa del maestro de cantería Pedro de la Cuesta (1619), en Galizano; la casa de Presmanes, en Suesa, de la segunda mitad del XVII; y la casona de los Señores de la Roza, en Carriazo, un edificio de aires palaciegos y muros encalados con el escudo de armas de los Solano Setién, que incluye una capilla (en 1701 estaban empadronados en Carriazo Juan de solano Palacio y Setién y su esposa Josefa de la Riva Agüero).
En cuanto a la arquitectura decimonónica y de principios del siglo XX, son de señalar las escuelas de Galizano erigidas a comienzos del siglo XX, similares a otras proyectadas por Alfredo de la Escalera y Amblard. La arquitectura contemporánea está ampliamente representada en las numerosas residencias individuales que se localizan en distintos parajes del municipio, entre los proyectos se cuentan la casa Villa (1976) en Suesa, sobre un proyecto de J.M. Cañada Garmendia y Constantino García Gómez, y la casa Junquera (1983) en Somo, frente a de la bahía de Santander, sobre un proyecto de Jerónimo Junquera y Estanislao Pérez Pita.
Por último es de reseñar el monumento erigido en Langre, dedicado a Ismael Hoz del escultor Jesús Otero, una de las muestras más destacadas de escultura pública del municipio.
Uno de los edificios religiosos más emblemáticos del municipio es el Santuario de Nuestra Señora de Latas, situado en la localidad de Loredo. Documentado desde el año 817, en que aparece citado en el testamento del rey Ordoño I de Asturias, estuvo vinculado al monasterio de Santa Catalina de Monte Corbán desde comienzos del siglo XV. Se trata de un templo de planta de cruz latina, con una nave de tres tramos y ábside poligonal, presenta coro y torre a los pies y un camarín que alberga la imagen de la Virgen. En 1542 fue contratada la obra de la capilla mayor; la torre fue levantada en el siglo XVI; el ochavo se dio a fabricar en 1629, siguiendo traza y condiciones del maestro de cantería de Suesa Juan de la Riera; en la segunda mitad del XVII, se erigieron la capillas que flanquean el crucero; por último el camarín está cubierto con una cúpula rebajada sobre pechinas ornada con motivos propios de principios del XVIII. Custodia un retablo mayor del primer cuarto del siglo XVII, contratado en 1620 por el ensamblador Luis de Pevedilla Alsedo, con esculturas de Juan Santiago Concha (la imagen de la Virgen es de origen gótico). La capilla del lado de la epístola, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, alberga un pequeño retablo.
Por otro lado, Ribamontán al Mar cuenta con varias iglesias parroquiales: San Salvador (Castanedo), San Martín (Carriazo), Santa Eulalia (Suesa), Nuestra Señora de la Asunción (Galizano), San Félix (Langre) y la parroquial de Somo, un edificio de los años setenta del siglo XX.
San Salvador de Castanedo un templo de una nave de tres tramos con testero rectangular y una capilla en el lado del evangelio. Los capiteles del arco toral presentan decoración escultórica románica datable en el siglo XII, que testimonia la existencia de una fábrica anterior a la actual fechada en el siglo XV. La obra de la capilla fue contratada en 1694 a Mateo de Alvear Velasco. En el presbiterio hay un retablo del siglo XVIII de estilo neoclásico.
San Martín de Carriazo es un templo de una nave dividida en tres tramos con capillas laterales entre los contrafuertes. Está documentado desde 1614; en 1796 se acordó su reconocimiento y reparación, siendo encomendadas estas tareas a José Alday Fernández, maestro de obras de la ciudad de Santander. Custodia dos retablos neoclásicos de finales del XVIII, situados en el presbiterio y en la primera capilla del lado del evangelio. En particular es de reseñar una talla de la Virgen de la Higuera de la segunda mitad del XVIII.
San Martín de Carriazo es un sencillo santuario de una nave de dos tramos y cabecera poligonal con coro a los pies. Fue levantada en la segunda mitad del siglo XVII; alberga una talla de San Roque de la primera mitad del XVIII. Santa Eulalia de Suesa tiene una nave de tres tramos, con dos capillas en cada uno de los lados dedicadas a las cofradías de Nuestra Señora del Rosario y de la Vera Cruz, cabecera poligonal y torre a los pies. Está documentada a comienzos del XVII el remate de la capilla mayor, la cabecera y las dos capillas colaterales abiertas a ambos lados del crucero. Aloja un retablo mayor prechurrigueresco del ensamblador Juan del Tolnado Herrera contratado en 1663. En el lado del crucero se halla un retablo manierista, encargado por la cofradía de la Veracruz a Juan de Noja en 1628.
Nuestra Señora de la Asunción de Galizano –hasta el siglo XVIII bajo la advocación de Nuestra Señora de la Velilla– es un templo de una nave dividida en tres tramos con cubierta de crucería, un presbiterio poligonal y dos capillas abiertas en cada uno de los lados. Como le ocurre a San Martín, está documentada desde 1614 y fue concluida hacia 1692, cuando se terminó el chapitel de la torre a manos de los canteros Francisco y Pedro del Pontón Setién. Presenta una portada manierista de principios del XVII que sigue los modelos de Serlio. En el lado del evangelio se abren la capilla de los Calderón Liermo, enmarcada por un arcosolio que sigue modelos del siglo XVI, y la de la familia Pontón, de diseño clasicista del XVII. En el lado de la epístola se abren la capilla de Nuestra Señora del Rosario, que se considera perteneció a la familia de los canteros Vélez Huerta. Custodia un retablo mayor prechurrigueresco ejecutado entre 1660 y 1684. La capilla del Rosario alberga dos retablos, uno de ellos de la segunda mitad del siglo XVIII y otro de finales del XIX o principios del XX.
También hay que reseñar en este apartado el Convento de las Madres Trinitarias de Suesa, como ejemplo de la arquitectura religiosa decimonónica. Se trata de una construcción concluida en 1887, destinada a albergar una comunidad de religiosas llegada desde El Toboso (Toledo), que había residido temporalmente en una casa de Villaverde de Pontones propiedad de Felipe de Mazarrasa. La iglesia adosada al convento custodia un retablo mayor neogótico.
Entre los santuarios menores se hallan la ermita de San Antonio de Carriazo, un edificio de la segunda mitad del siglo XVI; la ermita de San Pantaleón, en Galizano, construida antes de 1642 y restaurada en varias ocasiones en el XVIII, XIX y de nuevo hacia 1931; la ermita de Santa Polonia, en el barrio de Zuñeda de Loredo, erigida entre 1652 y 1676; y la ermita de San Ibón, en Somo, erigida hacia 1530 con el propósito de albergar la imagen del santo, rescatada según la leyenda por un pescador.
En el pasado se alzó sobre la isla de Santa Marina un monasterio, perteneciente a la Orden de San Jerónimo desde 1407, a instancias de Pedro Gutiérrez de Hoznayo, arcipreste de Santa María de Latas y canónigo de la iglesia de los Cuerpos Santos de Santander. Entre 1416 y 1420, el monasterio fue cabeza principal de un priorato y de él dependía Santa Catalina de Monte Corbán. Éste último se impuso finalmente por razones prácticas sobre el cenobio de Santa Marina que fue abandonado y terminó arruinado.
Constan como desaparecidas la ermita de Nuestra Señora de la Higuera, erigida en 1608, situada en el mismo emplazamiento que el cementerio de Carriazo; la ermita de Santa María Magdalena de Castanedo, documentada en el siglo XVIII; la ermita de San Roque, de Galizano, documentada en 1619; la ermita y el hospital de San Andrés, de Galizano también documentadas en 1619; y las ermitas de San Roque y San Miguel también documentadas a comienzos del XVII, situadas en Suesa.
Está documentada la existencia de varios molinos harineros en Ribamontán al Mar. Así, según el Catastro de Ensenada (1753), en Carriazo había seis de represa, el más antiguo situado el el límite con Galizano y fechado en 1598; según el mismo catastro en el lugar de Castanedo había siete; en Galizano había diez; en Loredo había tres; en Somo había cuatro de marea y dos sobre una fuente y las llovedizas del pueblo; y en Suesa cinco. Así mismo consta que en Langre había un molino de marea.
Una de las obras de ingeniería más emblemáticas de la localidad es el puente sobre la ría de Cubas; el primer proyecto se redactó en 1935 en la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de Madrid; finalmente fue concluido en 1978 sobre un plan financiado por el Ministerio de Obras Públicas del ingeniero Florencio del Pozo Frutos.
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