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Jueves, 16 de enero 2020, 12:11
La vegetación de la Reserva reviste gran complejidad. En la zona submareal pueden encontrarse las típicas comunidades vegetales marinas como las algas y las fanerógamas marinas (zosteras); en el intermareal medio aparecen las espartinas o borrazas; en el intermareal superior, donde las inundaciones son menos habituales, se localizan los marjales, que forman islotes cercados por canales de drenaje y pueblan especies como la verdolaga marina, la lavándula marina, la salicornia, el salvio marino y el brezo marino. La descarga de aguas dulces a la Reserva provoca el desarrollo de zonas salobres en las cuales se localizan los denominados carrizales.
El monte Buciero es un singular encinar cantábrico en el que además del Quercus ilex pueden verse especies como el madroño, el labiérnago, el aladierno y el laurel. En estos bosques también se encuentran especies como el mostajo, el avellano y el espino albar. El interior es más húmedo y posibilita la existencia de hayas y del ajo de oso en su sotobosque.
Fuera de la Reserva, en las dunas de la playa de Berria, crecen especies como el barrón, que ayuda a estabilizar las masas de arena, y otras como la correhuela de duna, la lechetrezna de dunas, el cárice de dunas, el nardo marino o el cardo marino.
En cuanto a las especies animales, la Reserva de Santoña, Victoria y Joyel fue declarada Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) en 1994, pues es lugar de invernada de más de 15.000 ejemplares de más de 120 especies y juega un papel básico en el proceso de migración de decenas de aves acuáticas, entre ellas la espátula (la mitad de la población holandesa pasa por Santoña). Entre las especies que pueden verse se cuentan los colimbos; los somormujos como el zampullín cuellinegro; los cormoranes que ponen sus nidos en el monte Buciero; las zancudas, como la garceta común, la garza real y la espátula; las anátidas, que representan 30 especies, entre ellas el ánsar común, el ánade silbón, real y rabudo, la cerceta común, el ánade rabudo y la focha; las limícolas, que alcanzan las 32 especies, entre ellas el avoceta, el zarapito real, el correlimos común, el archibebe común y el aguja colinegra; las gaviotas, como la patiamarilla y la reidora; y los álcidos, como el arao común, el alca común y el frailecillo. Cerca de una docena de ejemplares nidifica en el lugar, como el avetorillo, la garza imperial, el pato colorado, la cigüeñuela y la focha común. Además, se cuentan especies como el martín pescador y el águila pescadora; rapaces crepusculares como el cárabo, la lechuza común y el mochuelo; y otros como el vencejo común, la golondrina, el carricero común, el jilguero o el cernícalo vulgar.
Entre los mamíferos que pueden verse en la zona se cuentan la comadreja y el turón. En el encinar de monte Buciero se observan zorros, ginetas, tejones y garduñas; reptiles como la lagartija ibérica y la roquera.
En cuanto al ecosistema marino, en el medio pelágico (entre dos aguas) abunda el plancton y una gran variedad de peces como la dorada, el jargo, el salmonete, el lenguado... o la anguila y el salmón que emigran por el estuario. En el medio bentónico ofrece mayor variedad; aquí abundan moluscos como los caracolillos, la almeja fina o amayuela, la chirla y las morgueras; los moluscos cefalópodos como el pulpo y la jibia o cachón; y los crustáceos como las quisquillas, las nécoras o los centollos. También es de reseñar que en los fondos arenosos pueden verse equinodermos como las estrellas y los erizos de arena.
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