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Jueves, 16 de enero 2020, 12:10
En el Monte Buciero se encuentran importantes yacimientos arqueológicos que testimonian la presencia humana en la Prehistoria. El más emblemático es el Abrigo de la Peña del Perro, descubierto en 1984 y declarado BIC en 1998, que custodia niveles del Magdaleniense Superior/final, un conchero Aziliense y otro Mesolítico post-Aziliense, en el mismo refugio hay un panel con grabados fusiformes atribuidos al Paleolítico. Cerca de éste abrigo se hallan otros dos que también albergan materiales, así como la Cueva de La Fragua, en la que aparecieron abundantes restos de un conchero, bajo un depósito superficial removido, con restos modernos y fuegos de pastores. Otros yacimientos de la zona son la cueva de Santa María del Puerto, con restos de un conchero postpaleolítico; la cueva de los Cuartos I, con restos del Eneolítico; la de los Cuartos II; la cueva del Fortín, sobre un acantilado, con materiales contemporáneos al Abrigo de la Peña del Perro y un panel de líneas fusiformes; la cueva de la Peña de la Horca del Fraile, con restos considerados eneolíticos; las cuevas de la Yedra II y III; y el yacimiento de La Leñera. Otros emplazamientos que han proporcionado materiales de interés son el abrigo y covacho de la Higuera, el abrigo de Traslaencrucijada y el yacimiento de La Leñera.
En cuanto a la arqueología en época histórica, en excavaciones realizadas junto a la iglesia de Santa María del Puerto se localizaron materiales que prueban la existencia de un asentamiento de época romana, entre los siglos I y IV. Se encontraron monedas, cerámica común, anzuelos, fragmentos de terra sigillata, teselas de mosaico y fragmentos de estuco pintado. En el mismo paraje se localizaron evidencias de una necrópolis medieval.
El Museo Marítimo del Cantábrico, actuando a través del Laboratorio para Investigaciones Subacuáticas, ha realizado la llamada Carta Arqueológica subacuática de Cantabria. En Santoña, esto condujo a la localización, a finales de la década de los ochenta de seis pecios, dos de ellos en la playa de Berria. A mediados de los noventa fueron dieciséis, los restos de embarcaciones hundidas identificados entre la playa de Berria y el puntal de La Salvé (Laredo). Uno se considera del siglo XVI, otro de principios del XVII, un tercero de finales del XVII o comienzos del XVIII, cinco del XVIII y ocho del siglo XIX. En años siguientes y gracias a numerosa información documental reunida se procedió a examinar varios sectores de la bahía. En una de estas campañas se localizaron, frente a la plaza de toros, importantes restos de madera, dos cañones (evidencia de la introducción de la artillería pesada de hierro colado de un prototipo salido de las fábricas de Liérganes y La Cavada), balas de cañón y arcabuz... que permitieron identificarlos con el galeón La Concepción de Nuestra Señora, buque almiranta de la Escuadra de Galicia, parte de la Armada del Mar Océano del Reino de España, quemado por sus tripulantes a fin de evitar que cayera en manos de la Armada Francesa, durante el asalto que se produjo en el verano de 1639.
También han sido objeto de investigación arqueológica el complejo de infraestructuras defensivas emplazadas en Santoña, dentro de un amplio proyecto que pretende documentar tanto las edificaciones de origen militar como otras civiles (faros, molinos de marea, astilleros...). Entre los elementos examinados se cuenta la batería de San Felipe, construida a mediados del siglo XVIII al norte de la Peña del Fraile, cuyo examen sirvió para documentar los métodos de construcción de las fortificaciones de la época. También han sido examinadas las baterías del Águila y La Cueva.
El tiempo y, en particular, el incendio que acompañó al asalto francés de la plaza en 1639, han hecho que no hayan sobrevivido restos de las antiguas construcciones medivales de la villa. Los edificios civiles más veteranos de la localidad se remontan a la Edad Moderna; uno de los más antiguos es la casa de Antonio Ruiz del Hoyo, que empezó a erigirse en 1667, sobre trazas de Francisco de Cueto. Destacado ejemplo de la arquitectura barroca de Santoña es la Casa Maeda, también llamada «casa del hospital militar» y «casa del marqués de Chiloeches», se cree que fue mandada edificar por Juan de Maeda y del Hoyo, miembro del Consejo Real y Oidor en la Real Chancillería de Granada. La traza se atribuye al arquitecto Francisco Menéndez Camina, autor de varios palacios en Asturias (palacio del Marqués de Camposagrado (1693) de Avilés, palacio de Rodrigo García Pumario (1700-1706) en Avilés y del palacio del marqués de San Esteban del Mar de Natahoyo (1705) en Gijón). Presenta una sencilla planta baja, con dos pisos superiores profusamente ornados, con almohadillado en los muros y arquitrabe, friso y cornisa labrados. Una inscripción en el reloj de sol del ayuntamiento hace constar la fecha de su construcción, 1749. La casa Maeda fue declarada Bien de Interés Cultural en 1972. En aquellas fechas de mediados del siglo XVIII se acomete la erección de diversas casas que presentan esquemas clasicistas retardatarios, entre ellas se cuentan la casa de Esteban Ortiz del Hoyo, cuya fachada fue reedificada en 1750, con trazas atribuidas a Antonio Ponciano de la Carrera; la casa de la Carrera Calderón, edificada entre 1757 y 1759; la casa de Nicolás Antonio Arredondo y Pelegrín, capitán del regimiento de guadias españolas y gobernador de Cuba; y la casa del barrio de La Cosa, que se considera mandada edificar por Felipe González Aedo, jefe de Escuadra.
En cuanto a la arquitectura del siglo XIX, sobresalen dos proyectos acometidos a instancias del marqués Juan Manuel de Manzanedo: el instituto y su casa-palacio, ambos diseñados por el arquitecto Antonio Ruiz de Salces. El primero, proyectado en 1861, tiene planta en forma de U y recoge el espíritu de los centros de enseñanza más modernos de la Europa del momento, en el centro se alza una torre, que se considera deudora del Observatorio Astronómico de Madrid, de Villanueva. La Casa-Palacio está fechada en 1864; se trata de una obra más conservadora concebida como un bloque cúbico deudora de un vocabulario acuñado en el siglo XVIII. Tanto el palacio como el jardín que le rodea fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1988. También deudor de presupuestos estilísticos del pasado, en este caso dentro del vocabulario del regionalismo montañés, es el edificio del casino de 1922, proyecto del arquitecto Valentín del Noval. Por último reseñar una obra pública emblemática de la localidad: el penal del Dueso, creada por Real Decreto el 6 de mayo de 1907, a raíz del acuerdo franco-español de 1904 para la evacuación de presos de Marruecos de 1904. La colonia penitenciaria vino a sustituir un insalubre barracón de dos plantas, cuyo origen se remonta al uso de presidiarios a mediados del XIX, para erigir las nuevas fortificaciones de la plaza. El Dueso, asentado en el barrio homónimo de la falda del monte Buciero sigue un proyecto del coronel de ingenieros Lorenzo de la Tejera y Maguin ampliado en 1912.
En cuanto a arquitectura contemporánea ha de destacarse la Casa Catalayud (1960). Se encuentra situada junto a la playa de Berria fue proyectada por el arquitecto formado en Barcelona Manuel Catalayud, también autor de un bungalow emplazado en las proximidades.
Santa María de Puerto es la construcción más emblemática y antigua de Santoña. La leyenda hace remontar su origen tanto a la mítica campaña evangelizadora de Santiago El Mayor en la península, como a la voluntad de los también legendarios Reyes Godos. Se trata de un edificio de compleja estructura de tres naves de cuatro tramos un amplio crucero y capilla mayor rectangular. La obra conserva partes románicas, entre las cuales se cuentan los pilares inmediatos del crucero y la portada sur. En el siglo XIII se elevaron las naves góticas de dos pisos sin triforio y escasa altura cubiertas con bóvedas de crucería simple. Es de interés el despliegue iconográfico de los capiteles que presentan estos soportes medievales. Hacia 1530 se procedió a ampliar el templo por la cabecera construyéndose nuevas bóvedas de tipo centroeuropeo, profusamente decoradas con relieves y adornos, que siguen lineas similares a algunas de las obras de Juan Gil de Hontañón. Más sencillas son las cubiertas de los tramos que las flanquean. En el siglo XVII se abrieron varias capillas en las naves de la iglesia. Tres de ellas tienen cubiertas clasicistas: Nuestra Señora de la Concepción –desde el siglo XVIII de Jesús Nazareno y la Soledad– obra de Francisco y Toribio de Cueto y Antonio de la Bárcena edificada entre 1663 y 1665; Nuestra Señora del Rosario, mandada edificar en 1664; y Nuestra Señora de las Angustias del maestro Pedro del Pontón. Otras tres están cubiertas por bóvedas de crucería; se trata de las capillas de Santiago, de Camino-Pelegrín y de la familia Maeda, relacionada con el estilo de Pedro de la Torre Bueras. La portalada fue construida entre 1660 y 1661, en el exterior del templo; es obra del maestro Francisco del Cueto. En 1975-1976 se derribó la torre y se alzó la espadaña a los pies.
Santa María de Puerto custodia un importante patrimonio mueble, del cual sobresale por su antigüedad una pila bautismal tardorománica. En el tramo del Evangelio del crucero está alojado el retablo de San Bartolomé, fechado en 1561 y considerado uno de los más destacados de la comunidad autónoma. Se compone de una serie de tablas que representan a los santos Jerónimo, Sebastián, Ana, Santiago, Catalina y María Magdalena atribuidas al pintor flamenco Pieter Claeissens I, pintor flamenco activo en Amberes. Su decoración escultórica y la arquitectura son semejantes a los trabajos salidos de los talleres palentinos. En el lado de la epístola se encuentra el retablo romanista de San Pedro, atribuido a García de Arredondo. Otro retablo de interés es el de Nuestra Señora de las Angustias de estilo romanista, ejecutado por un autor conocedor de la obra salida de los talleres de escultura de Palencia en el segundo tercio del XVI. Por último, el retablo mayor es una obra neogótica de 1886 del arquitecto Alfredo de la Escalera; aloja una serie de relieves romanistas. Por último, es de destacar es la Virgen con el niño y san José, custodiada en la sacristía, que sigue modelos popularizados por Pieter Coecke van Aelst. La iglesia de Santa María de Puerto fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931.
Son de destacar en este apartado dos obras de ingeniería de importancia: el faro del Caballo (1863) y el faro del Pescador (1864), ambas del ingeniero Antonio Arévalo, producto del plan de alumbrado marítimo de 1847.
En cuanto a la arquitectura industrial han de reseñarse varias conserveras de principios del XX. Se trata de la fábrica de Vella de 1900, considerada la primera fábrica de conservas moderna de Santoña, de planta rectangular con piedras de sillería; la fábrica de Ditta A. Pontecorboli de 1902, profundamente reformada, con una nave con estructura de madera y varias naves menores adosadas; y las fábricas de Albo, la vieja, fundada en 1891 por Carlos Albo Kay, un edificio neoclásico con varias naves en paralelo, y la nueva de 1924, de estilo modernista.
A comienzos de la década de los ochenta del pasado siglo, el ayuntamiento de Santoña aprobó una iniciativa del pintor y entonces concejal Ángel González Doreste que consistía en destinar el 0,5 % del presupuesto municipal a la adquisición de obras de arte. González Doreste saludó la acogida de su propuesta haciendo entrega de un Bodegón en cuyo reverso escribió «donación que hago al Excmo. Ayto. de Santoña como inicio de la creación de su patrimonio artístico para la villa» fechado en Santoña 5 de febrero de 1980. La medida se mantuvo hasta entrada la década de los noventa y permitió reunir un conjunto de 260 trabajos artísticos (pinturas, grabados y esculturas) de artistas españoles, entre los cuales se encuentran nombres de autores contemporáneos como Picasso, Benjamín Palencia, José Guerrero, Eduardo Sanz y a los cuales se ha sumado el legado del escultor Víctor de los Rios, que integran la colección municipal de arte de Santoña.
El consistorio es también propietario de una serie de fondos antiguos. A este grupo pertenecen un lienzo de León Criach y Durán (1866-1928) pintado en 1886 que representa un atraque de barcos en la bahía de Santoña y cinco realizados por el pintor santoñés Lino Casimiro Iborra (1858-1935). Se trata de El científico (Doctor Fausto) 1889, un autorretrato de 1909, la Virgen del Puerto de 1926, realizada a encargo del consistorio, un retrato de su mecenas el marqués de Manzanedo y un Sancho Panza sin datar. A estos óleos se suman la serie de 31 grabados publicados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando entre 1865 y 1872 que corrieron a cargo de entre otros Domingo Martínez, Ricardo Franch, José María Galván y Candela, José María Roselló, Federico Navarrete, Pascual Alegre o Bartolomé Maura y reproducen obras clásicas de pintores clásicos como El Greco, Pedro Pablo Rubens, Ribera, Zurbarán, Velázquez, Antonio de Pereda y Salgado, Juan Carreño de Miranda, Murillo o Goya.
Los fondos de arte contemporáneo incluyen pinturas de autores como, Rafael Canogar (1935), Luis Sáez, Esteban de la Foz (1928), Fernando Sáez, Eduardo Gruber (1949), Juan Uslé (1954), Alfredo Alcaín (1936), Fernando Calderón (1928-2003), Agustín de Celis (1932), Victoria Civera (1955), Puerto Collado (1963), Celestino Cuevas (1943), Carmen van den Eynde (1947), Manuel Fernández Saro (1962), Esteban de la Foz (1928), Enrique Gran (1928-1999), Eduardo Gruber (1949), Jesús Hoyos Arribas (1953-1995), Joaquín Martínez Cano (1953), Ángel Medina Gutiérrez (1924), Roberto Orallo (1947), Julio de Pablo (1917), Jesús Alberto Pérez Castaños (1950), Eduardo Pisano (1912-1986), Albert Ràfols Casamada (1923), Eduardo Sanz (1928), Manuel Saro (1962), Rafael Leonardo Setién (1957), Gloria Torner (1934), Eduardo Úrculo (1938-2003) o Isabel Villar (1934).
Entre los dibujos se encuentran piezas de entre otros Juan de Ávalos (1911) con un boceto de su monumento a Carrero Blanco, el promotor de la colección, Ángel González Doreste (1933), José Guerrero (1914-1991), Benjamín Palencia (1894-1980), Eduardo Sanz del cual se poseen cuarenta apuntes o Pedro Sanjurjo.
El apartado de grabados es igualmente notable y entre ellos figuran obras como un aguafuerte de Pablo Picasso de 1970, así como una serie de tres aguafuertes de Josep Guinovart (1927) o las carpetas editadas en Santander por Arte Colección Silencios (1981-1982), Momentos (1982-1983) e Imágenes (1984-1985) que incluyen las firmas de los autores cántabros y vinculados a Cantabria como Fernando Calderón, Victoria Civera, Adolfo Estrada (1927), Esteban de la Foz, Fernando García Valdeón (1945), Enrique Gran, Eduardo Gruber, Manuel Gómez Raba (1928-1983), Adolfo Estrada (1927), Julio de Pablo, Antonio Quirós (1912-1984), Pedo Sobrado (1936) y Gloria Torner.
En la década de los noventa, el patrimonio artístico del municipio de Santoña se vio incrementado merced al ingreso del legado del escultor Víctor de los Ríos compuesto por ciento setenta trabajos suyos. Este artista había nacido el 28 de marzo de 1909 en Santoña. Entre 1924 y 1930 se formó en Madrid junto a los escultores Enrique Sierra, Martínez Otero y Francisco Martorell. La gran demanda de imágenes religiosas de la posguerra, destinadas a reponer las destruidas durante la Guerra Civil, dotar a las iglesias de nueva planta o atender las peticiones de cofradías penitenciales, aseguró a De los Ríos una importante carrera como imaginero mientras se afianzaba su prestigio como retratista y recibía encargos para llevar a término diversos monumentos. Entre sus obras más destacadas se encuentran el conjunto dedicado al pastor (1961) de Ameguyo (Burgos) con una altura de siete metros de altura y colocado sobre el Alto de la Picota, el San Pablo (1963) en la plaza dedicada al apóstol de Tarragona, el Don Quijote en Sierra Morena (1964) ubicado en el campus de la Vegazana en León, La Paz (1966) en Altea, El Minero (1968) de Linares o el Sagrado Corazón (1970) de la Iglesia de Medinaceli en Madrid. En 1991 regresó a Santoña. Falleció el 13 de diciembre de 1996 en Santander.
En sus últimos años de vida donó a Santoña el conjunto de piezas que obraban en su poder. Se trata en su mayor parte de vaciados en escayola, muchos de ellos policromados, y fueron restaurados por José Ajenjo Vega. Entre ellas se cuenta más de un centenar retratos así como diversos bocetos de monumentos y conjuntos religiosos. Entre las piezas se encuentra una talla de madera de San Francisco de Asís y los bustos en mármol de la Anunciación y el niño Jesús de los Ríos. En 1998, se vació en bronce una selección de retratos que fueron ubicados junto al palacio Manzanedo que custodia el legado y en la calle Camilo José Cela.
Por último reseñar en este apartado dos monumentos que singularizan el paseo marítimo de Santoña dedicados a dos personajes históricos nacidos en la localidad: Juan de la Cosa y Luis Carrero Blanco. El primero fue diseñado por el arquitecto Ángel Hernández morales y se inauguró en 1949. El segundo es obra de Juan de Ávalos, autor de las esculturas del Valle de los Caídos.
La serie de infraestructuras defensivas de Santoña son una de las muestras más interesantes de arquitectura e ingeniería civil del municipio y componen uno de los conjuntos más singulares de la costa cantábrica. Se compone de dos baterías de las segunda mitad del XVIII, dos reductos y un fuerte de época napoleónica, dos complejos de fortificaciones acasamatadas de mediados del XIX, cuatro baterías a barbeta del XIX, un cuartel de finales del XIX, una puerta monumental de recinto amurallado, dos polvorines con cuarteles y edificios anexos, almacenes de víveres y repuestos y viviendas para oficiales y tropa. Entre los elementos referidos sobresale el fuerte de San Martín, una de las estructuras más antiguas, que ya existía en el momento del asalto francés de 1639; a lo largo de su historia ha sido objeto de sucesivas reformas en 1668, 1710 y 1794; debe su aspecto actual al proyecto de Antonio del Rivero y Saturnino Fernández acometido en 1863 (fue ejemplarmente restuarado por la Escuela Taller a partir de 1986). Cerca de esta fortaleza se encuentra otro antiguo fuerte, llamado de San Carlos, levantado sobre el llamado castillo de la Torrecilla en 1668 y reformado como el de San Martín en 1863. Del siglo XVIII, es de reseñar la batería de San Felipe, cuyo origen se remonta a un informe de 1739. Está ubicada en la Peña del Fraile y estuvo en funcionamiento hasta 1808, cuando fue destruida por el ejército napoleónico. Del periodo de ocupación francesa destacan los vestigios del fuerte de Napoleón, también llamado del Mazo, fue erigido hacia 1811-1813 por orden directa del Emperador, en su exterior sólo se aprecia la puerta de entrada y el muro que lo rodea. El fuerte de Napoleón, el fuerte de San Carlos, el fuerte de San Martín, la batería de San Martín Alto y la batería baja de Galvanes fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1992.
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