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Rafael Sánchez
Domingo, 10 de mayo 2015, 21:23
Frente a un ejército francés diezmado por las bajas como consecuencia de la batalla habida el sábado la que se desarrolló sobre los arenales de la playa Salvé, las tropas españolas reconquistaron el fuerte de El Rastrillar, en el monte Atalaya. La toma, perteneciente a un episodio de la Guerra de la Independencia en Laredo, se revivió este domingo con la participación de grupos de recreación llegados de varias partes de España. El buen tiempo restó público a la toma en sí en el monte, pero por contra añadió a cientos de espectadores, muchos de ellos bañistas, desde el inicio de las escaramuzas que hubo en la playa Salvé.
Desde allí pudieron ver las últimas hostilidades. Y todos quedaron sorprendidos al oír los cañonazos, los disparos e incluso los gritos y el realismo de los figurinistas que encarnaron la contienda.
Laredo se ha transformado este fin de semana al retrotaerse 201 años en su historia. Un mercadillo napoleónico, desfile de tropas con indumentarias de la época, campamentos, recreaciones... han dado otro ambiente a sus calles y, de paso, han propiciado la llegada de numerosos visitantes para presenciar alguna de las escenas de esta Toma del Fuerte de El Rastrillar.
Desde primeras horas, las tropas españolas, las que en 1814 lideró el joven brigadier coruñés Diego del Barco, que perdió la vida durante la batalla, comenzaron a prepararse para el último asalto. El más importante. El del desalojo de los franceses, dando así, según los historiadores, un impulso importante en la finalización de la Guerra de la Independencia. Esas tropas, compuestas por más de 150 figurinistas-actores pertenecientes a diferentes asociaciones procedentes de Galicia, Madrid, Asturias, País Vasco, Valencia y Granada, junto a los venidos de Francia, un grupo de Portugal y hasta un estadounidense, se metieron en el papel.
Por un lado, el de los invasores franceses. En el otro, españoles, italianos y portugueses. Antes del inicio de las últimas hostilidades se produjo la visita a la estatua de Diego del Barco. Luego se recrearon las escaramuzas por las rúas de la Puebla Vieja hasta limpiarla de franceses y obligar a sus últimos efectivos a ascender hasta La Atalaya y, finalmente, atrincherarse en el Fuerte de El Rastrillar. Allí, víctimas del asedio, carentes de víveres y sin apenas munición, el general de las tropas francesas ordenó izar la bandera blanca. Antes de rendirse algunos soldados galos entonaron La Marsellesa.
La toma la siguieron cientos de personas situadas en distintos puntos del recorrido, como las laderas del tramo final de la ascensión, la explanada interior del fuerte, el tramo de Menéndez Pelayo junto a la Plaza del Mercado, en el paseo marítimo y, como queda apuntado, especialmente desde el inicio de las refriegas en la playa.
Prolegómenos
Las actividades comenzaron a primera hora con la apertura del campamento de ambos ejércitos y, luego, la del Gran Mercado Napoleónico, ambos en la calle Ignacio Ellacuría. No tardó en producirse el desfile de las tropas.
Luego los ejércitos tomaron posiciones y tras ese momento, desplegaron sus fuerzas a lo largo de la Atalaya. El cierre del Mercado Napoleónico, ya al final de la tarde, echó el telón.
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