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Asier Anguio, que ha representado a Jesucristo durante la Pasión Viviente, abraza al organizador Chechu Arozamena.
"Esto es mágico"

"Esto es mágico"

Asier Anguio, que ha representado a Jesucristo, termina la representación exhausto pero muy contento

Abel Verano

Jueves, 24 de marzo 2016, 11:21

La Pasión Viviente de Castro Urdiales ha vuelto a ser un éxito que ha dejado al público sin palabras mientras los compases finales retumbaban en el villa. Al terminar, Asier Anguio, que ha representado a Jesucristo, fue atentido por los efectivos sanitarios que estaban preparados para curarles las heridas aunque él confesaba que no le dolían y que estaba exhausto pero muy contento.

"Me siento en paz. Esto es mágico. No tengo palabras para describir esta sensación". Estas fueron sus primeras palabras, muy emocionado y sin quejarse de su castigada espalda por los latigazos.

La representación ha contado con el favor de la climatología, que ha acompañado en todo momento a pesar de que el día amaneció lluvioso. Durante cinco horas los 730 castreños participantes en el evento han derrochado emoción, realismo y mucho sentimiento, lo que ha arrancado más de una lágrima entre el público asistente.

"Ha salido todo muy bien. El tiempo nos ha respetado y Asier ha estado genial en su papel, al igual que su madre, la virgen Maria", señaló Chechu Arozamena, organizador del evento, una vez finalizada la representación. Por su parte, Inmaculada Calvo, la madre de Asier, reconoció entre lágrimas haberse emocionado mucho durante toda la escenificación. "Ha sido muy emotivo porque tanto mi hijo como yo hemos tenido presente en todo momento a una persona", señaló en referencia a su marido, fallecido hace dos años.

En el capítulo de asistencias, los servicios sanitarios tuvieron que atender a 19 personas, la mayoría por mareos, teniendo que trasladar a dos de ellas al centro de salud y el Hospital de Laredo, respectivamente, por encontrarse inconscientes.

Un año de trabajo y cambio de actores

Detrás de la Pasión, que ha celebrado su trigésima tercera edición, queda todo un año de trabajo intenso que ha culminado este Viernes Santo, una jornada en la que el tiempo ha acompañado, sin lluvia durante las cerca de cinco horas que ha durado la representación y un cielo nublado que ha ayudado a darle aún más dramatismo.

Cada año cambian los actores que interpretan a los tres personajes principales, Cristo, la Virgen y Juan. En esta edición Asier Anguio ha interpretado a Cristo, y su madre en la vida real, Inmaculada Calvo, ha encarnado a María, mientras que el apóstol ha sido Alex Calvo, su primo.

Junto al resto de los intérpretes han dado vida a la última cena de Jesús con sus discípulos, el prendimiento, el juicio del Sanedrín, el arrepentimiento de Judas, la crucifixión, la muerte, el descendimiento y la resurrección, entre otros episodios de las últimas horas de la vida de Cristo.

Las calles del casco histórico de Castro Urdiales, la iglesia de Santa María, La Atalaya y la plaza del Ayuntamiento han sido una vez más los enclaves principales de una representación que fue declarada fiesta de interés turístico nacional en 2012 y que se caracteriza por el silencio y la expectación con la que es seguida por los asistentes.

Sobre todo, en aquellas escenas en las que el realismo en la interpretación de los actores llega a su punto culminante, como las caídas de Jesús al empedrado con la corona de espinas y el madero de 37 kilos, los gritos tras los latigazos o el semblante desolado de la Virgen al sostener entre sus brazos a su hijo muerto.

Momentos antes de comenzar la representación, Chechu Arozamena, organizador del evento, ha dedicado unas palabras a los cerca participantes, recordándoles que ellos son el "alma máter" de esta escenificación y que sin ellos "no podría ser posible". "Disfrutar y pasadlo bien y olvidaos de que hay público. Cada uno tiene que estar en su papel", señaló momentos antes de que todos rezasen un Padre Nuestro en recuerdo de los castreños fallecidos que participaron en ediciones anteriores.

Desde 1984

Los comienzos de la representación de la Pasión Viviente se remontan al año 1984, cuando un pequeño grupo de amigos, en un campamento de verano dirigido por el sacerdotes Luis Campuzano, decide embarcarse en la aventura de representar la vida de Cristo con personajes vivientes.

Tras haber tenido que suspender dos ensayos en La Atalaya por las adversas condiciones climatológicas, Arozamena asegura que los preparativos han ido bien. «Asier (Jesucristo) está demasiado metido en el papel. El hombre no duerme. Está preocupado pero ya sabe que todo va a salir redondo y que le vamos a arropar».

Plan de seguridad

Emergencias Castro había planificado un dispositivo integrado por unos 60 miembros de Protección Civil, Cruz Roja, Bomberos, DYA, Policía Local y Guardia Civil

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