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Víctor Puente
Miércoles, 25 de enero 2017, 08:56
En la madrugada del 21 de agosto de 2014 a B. L. O. le apetecía tomarse una cerveza y liarse unos porros. Eran las tres de la madrugada y en Isla a esas horas solo encontró una máquina expendedora de bebidas, un pub abierto y una chica que estaba fumando a la salida de ese local.
El hombre se acercó a la chica para pedirle un cigarrillo. A partir de entonces, la historia es distinta según quien la cuente. El acusado o la víctima del juicio por supuesta agresión sexual que se ha celebrado este miércoles en la Audiencia de Cantabria. El Ministerio Fiscal pide nueve años de cárcel y una indemnización de 10.800 euros por las lesiones que sufrió la víctima a consecuencia del forcejeo y por las secuelas psicológicas que padece.
La mujer cuenta que al decirle al hombre que no tenía cigarros para darle, éste le replicó con un "tía buena, dame un beso, follamos en tu casa o en la mía". Algo ante lo que ella le pidió que la dejara en paz. Él no hizo caso y la siguió hasta que en un momento dado, y en contra de su voluntad, se abalanzó sobre ella, cayendo los dos al suelo. El acusado le abrió las piernas, le bajó los pantalones y le metió un dedo profundamente en la vagina. La reacción de la mujer fue pegarle un fuerte mordisco en el pómulo a su agresor, quien se apartó momentáneamente y la llamó "puta".
el martes, en la audiencia
Esta versión de los hechos contrasta con la que ha dado este miércoles el acusado ante el juez. Lo único que reconoce del relato contado por la chica es que él fue a pedirle un cigarro, que la agarró por la cintura y le dijo "qué guapa eres".
También ha confesado que la chica le mordió el papo y él reaccionó empujándola al suelo. Y tras espetarle "¿qué haces zorra"?, dice que la ayudó a levantarse.
Y añade que lo ocurrido sucedió en "poco" tiempo, "un minuto o un minuto y medio, no más". Después de aquello, el hombre, asegura, regresó andando hacia el lugar donde había estado con sus amigos, que le estaban "esperando" y le llevaron en coche a casa.
No quiso decir lo que le había ocurrido ni a sus amigos ni a su madre ni a su novia. Incluso dio una versión distinta de lo sucedido cuando fue arrestado en el cuartel de la Guardia Civil. "Pensé que me iban a meter en la cárcel", se ha justificado. A pesar de todo, fue encarcelado el 27 de agosto de 2014 y se decretó su libertad provisional el 25 de junio de 2015, tras el pago de una fianza.
La amiga y el médico
En el juicio celebrado este miércoles también han declarado como testigos la compañera de trabajo que acompañó a la chica al día siguiente a la Guardia Civil a poner la denuncia y al médico.
La mujer estuvo presente en la declaración de la víctima ante el agente de la Benemérita. Su amiga explicó que "la noche antes un hombre la había alcanzado por detrás, se había tirado encima de ella y metido la mano por el pantalón y un dedo en la vagina, pero no hasta el final porque tenía la menstruación y llevaba un tampax".
Según este testigo, el guardia civil que la tomó declaración ha asegurado que le dijo que solo la había "tocado la parte genital", pero "no la había introducido ningún dedo".
También corrobora el "mordisco en un carrillo" que le dio ella, y añade "tres patadas" más, y que su estado no era "normal". Otro agente que fue al lugar de los hechos vio también a la chica "rara", y ha ratificado la versión de que la chica se zafó del acusado a base de "patadas y un mordisco".
Por su parte, el médico del centro de salud que atendió a la víctima ha relatado que la paciente presentaba lesiones en muñecas y brazo que se podían haber originado por una lucha o resistencia. Pero no ha podido confirmar que se trate de un caso de agresión sexual porque no llegó a realizarle la pertinente exploración porque ella no se refirió a ello en ningún momento.
El acusado, después de lo ocurrido, se volvió a encontrar con los amigos con los que estaba pasando la noche y uno de ellos ha reconocido que le encontró "un poco agitado" cuando lo llevaron a casa.
Preguntado por la marca que presentaba su amigo en la cara, lo achacó a que se había "peleado", si bien le pareció "extraño" porque "pasó muy poco tiempo y no había nadie por la carretera o en el pueblo". Tampoco vio a "ninguna chica", ha añadido.
Otro de los conocidos del acusado ha explicado que su amigo, B. L. O., tardó unos 20 minutos en ir a por la cerveza a la máquina y volver, "cuando no debería haber tardado nada, a lo sumo cinco minutos".
Las declaraciones de los vigilantes de seguridad de la zona y las grabaciones captadas por una cámara de seguridad de un hotel de Isla no esclarecen lo ocurrido, ya que los primeros "no oyeron ni vieron nada", y en la cinta expuesta en el juicio solo se aprecia a la víctima salir del bar y dirigirse andando carretera arriba, seguida por detrás del presunto agresor, al que se ve después regresar del lugar donde supuestamente ocurrieron los hechos.
En este sentido, el fiscal se ha visto obligado a cambiar sus conclusiones porque, aunque los vídeos marcan tiempos comprendidos entre las tres y media y cuatro de la madrugada, lo ha atribuido a un error en las cámaras de seguridad, que no cambian de hora de forma automática, sino manualmente.
Después de prestar a puerta cerrada declaración la víctima, los testigos y los peritos, el fiscal ha rebajado de 9 a 7 años la pena de cárcel solicitada para el acusado, al aplicar la atenuante de reparación del daño, pues ha consignado 8.500 de los 10.755 euros de indemnización reclamados.
Mientras, la Defensa -que cree que la joven "se inventa" una agresión sexual para "sacar partido de un hecho intrascendente como un empujón o una caída"- ha insistido en la libre absolución de su patrocinado y, en su defecto, que se tengan en cuenta también dilaciones indebidas y se le condene a un máximo de 3 años de prisión.
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Ana del Castillo
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