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Irene bajo
Jueves, 9 de marzo 2017, 14:04
La Asociación para la Defensa y el Patrimonio de Colindres Falgote ha cogido impulso para dar un importante salto cuantitativo en su aspiración para lograr el visto bueno de la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria para la declaración del cocido montañés como Patrimonio Inmaterial Gastronómico de Cantabria. Hace dos años el colectivo manifestó su voluntad llevar a término esta intención y repartió entre el público que acudió a la Fiesta del Cocido de Colindres 2015 folletos explicativos con la propuesta y la receta del plato. En ese momento se estaba redactando la propuesta por parte de las historiadoras Olga Borbolla Tárano y Lucia Fernández Granados, ésta última socia de la Asociación Falgote. El documento se remitió al Ayuntamiento de Colindres, que se comprometió a mediar para que la Dirección General de Patrimonio tramitara el expediente.
Dos años después, sin que se haya gestionado aún la propuesta, una empresa gastronómica de Cantabria se ha sumado a la iniciativa, uniéndose a la agrupación colindresa y a partir de ahí, Falgote está recopilando apoyos para hacer fuerza cuando la memoria redactada por las dos historiadoras se envíe a Patrimonio. Delicatessen La Ermita ha hecho público su apoyo, a través de un artículo que ha publicado en la edición de su revista del mes de febrero, en el que da a conocer las intenciones de la Asociación Falgote y detalla los argumentos que avalan la protección del cocido.
"La idea les pareció tan fantástica, que ellos se están encargando de coordinar los colectivos de la parte occidental de Cantabria, ya que están en Cabezón de la Sal y nosotros estamos intentando hablar con colectivos de la zona de Cantabria oriental" indicó el presidente de la Falgote, Luis Gutiérrez. El fin de este acopio de apoyos es hacer una reunión y realizar un manifiesto o corriente de apoyo popular".
Gutiérrez enlazó esta propuesta con la circunstancia de la celebración del Año Jubilar Lebaniego, por lo que "sería muy interesante por parte del Gobierno de Cantabria reivindicar estas cosas". El presidente del colectivo incidió también en que se trata de una iniciativa que no conlleva ningún gasto y puede suponer, a su entender, mucho beneficio, tanto económico, como de respaldo social y cultural. "Tenemos un plato que yo creo que no lo ponemos suficientemente en valor".
Además se van a intentar recabar refuerzos entre aquellos organizadores de fiestas que se realizan en Cantabria en torno al cocido, como Ucieda, Casar del Periedo o Vargas; asociaciones defensoras del patrimonio, "porque esto no deja de ser un patrimonio cultural"; el instituto Fuente Fresnedo de Laredo, que es uno de los dos institutos de Cantabria que ofrece formación en cocina y gastronomía y que ya ha comprometido su apoyo. Asimismo Falgote ha trasladado su intención a la Cofradía del Respigo de Laredo, que intentarán coordinarse con otras asociaciones y cofradías gastronómicas de Cantabria.
Desde la agrupación continuarán sumando a más colectivos, al tiempo que invitan a cualquier agrupación a sumarse a la iniciativa, para después llevar el expediente a la Consejería.
Antecedente
En realidad se trata de un segundo intento de proteger este plato tan típico de la gastronomía cántabra, ya que en el año 2011 Olga y Lucía ya intentaron su declaración como Bien de Interés Cultural a través de el Aula de Patrimonio Cultural de la Universidad de Cantabria (UC), sin éxito. La intención de la declaración como Patrimonio Inmaterial Gastronómico de Cantabria es considerar el valor patrimonial del cocido montañés y salvaguardar su valor gastronómico y cultural.
Según recogen las dos historiadores en la solicitud que se remitirá a la Consejería, "El Cocido Montañés es un plato típico de la Comunidad de Cantabria, pero es también una práctica social, basada en el conjunto de habilidades, conocimientos y tradiciones que van desde la gestión del paisaje hasta su degustación en la mesa, la cual compartimos todos los Cántabros y cuya receta ha sido transmitida de generación en generación desde varios siglos atrás".
Además, indican que se trata de "un estilo de vida singular, ligado a una geografía y a una serie de prácticas agrícolas y ganaderas reflejo de la forma de vida de los cántabros que pueblan dicho territorio, el cual influye en sus actividades, como la cosecha, la ganadería, la transformación, la preparación, la cocina, y especialmente, la alimentación". Esta forma de vivir, continúan, "se manifiesta igualmente en fiestas y celebraciones en torno a dicho plato como un gesto de transmisión intergeneracional y de diálogo intercultural". Este sentimiento de comunidad, de identidad común, "permite al pueblo cántabro reconocer este plato típico como parte esencial de su patrimonio inmaterial gastronómico compartido", concluyen.
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