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Abel Verano
Lunes, 20 de marzo 2017, 07:32
Los castreños que cada año escenifican lo que fueron las últimas horas de la vida de Jesucristo ya cuentan los días que faltan para la celebración de la Pasión Viviente, fiesta declarada de Interés Turístico Nacional, que este año representarán el 14 de abril, coincidiendo ... con el Viernes Santo.
Tras meses de ensayo en su local de la calle La Rúa número 13 Bis donde han ido preparando cada una de las escenas que conforman la representación, al tiempo que los personajes principales han grabado sus voces, ayer se celebró el primer ensayo en la calle, prueba que,habitualmente, tiene lugar un mes antes del día de la representación.
Ese primer ensayo se desarrolló en un entorno privilegiado, La Atalaya. Un lugar emblemático de Castro, con unas vistas inmejorables y que está rodeado por la iglesia de Santa María y el Castillo-Faro. La mañana de ensayo se celebró bajo una condiciones meteorológicas inmejorables, lo que propició que numerosos vecinos de la ciudad e incluso algún visitante se acercara para presenciar los preparativos de una escenificación que año tras año rebosa de realismo y sentimiento.
Como suele ser habitual, este primer ensayo se centró en la última parte de la representación. La de la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús. Es decir, el colofón de la Pasión Viviente. Este año, el protagonista principal es Alejandro Calvo, que en la pasada edición representó el papel de Juan. Este castreño, de 22 años, no podía ocultar sus nervios momentos antes de que le alzaran al madero. Y no era para menos, ya que hasta ese momento todos los ensayos habían sido en el local, nada que ver con lo que se tendrá que encontrar el 14 de abril. "Estoy algo nervioso porque es la primera vez que me suben a la cruz", comentó.
Alejandro lleva la Pasión Viviente en la sangre. De hecho, desde pequeño momento en el que hizo de Niño Jesús ha participado en esta representación. Pero no queda ahí la cosa. Su padre, Juan Carlos Calvo, representó el papel de Jesucristo en el año 1994, cuando Alejandro estaba aún en el vientre de su madre. Por esta razón, a este joven castreño no le faltan consejos y recomendaciones para la interpretación de su papel. "Mi padre me ha ayudado mucho con las caídas. Me ha enseñado cómo tengo que caer con el madero para no hacerme daño".
También Chechu Arozamena, organizador de la Pasión Viviente, le ha dado sus propias indicaciones. "Me ha dicho que sea yo mismo". Con todo esto, Alejandro demostró ayer que el papel de Jesucristo lo tiene más que controlado a la vista de cómo se desenvolvió en cada una de las escenas que tuvo que interpretar.
Una de ellas, y quizá de las más emotivas de la Pasión Viviente, tuvo lugar cuando María (que encarna Carmen Chagartegui, su madre en la vida real) lo cogió en brazos tras fallecer en la cruz. Fue un momento emocionante. Sobre todo para Juan Carlos Calvo, que, cámara de fotos en mano, vio como su mujer y su hijo interpretaban un pasaje realmente conmovedor.
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