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Abel Verano
Viernes, 14 de abril 2017, 07:45
"Estoy feliz. Me lo he pasado como un niño pequeño. Estoy genial. La sensación es increíble". A sus 22 años, Alejandro Calvo ha cumplido hoy su sueño de representar a Jesucristo, que ya hizo su padre en 1994, en la Pasión Viviente ... de Castro Urdiales a la que han acudido miles de personas en un día nublado que ha favorecido que el evento se desarrollara con normalidad.
Al finalizar la representación tras casi cinco horas, Alejandro se mostraba sonriente y contento por el resultado del evento. "Es un sueño cumplido. Me ha costado quitar los nervios pero al final ha salido todo bastante bien y todos los momentos han sido emotivos"
Alejandro destacó el momento en el que su padre, Juan Carlos (Herodes) le condena. "Me ha encantado estar con él y le he intentado hacer ver que estaba bien". Respecto a su madre, Carmen Chagartegui (María), aseguró que la vio emocionada como en los ensayos. "Cuando he llegado a la cruz me he venido arriba. He visto tanta gente...". Mientras le curaban de sus heridas, Alejandro apuntaba que había aguantado bien los latigazos y que las caídas con el madero las había llevado bien. "Ahora toca descansar".
Respecto al dispositivo de Emergencias, DYA Cantabria llevo a cabo doce asistencia por heridas leves..
Una pasión común
"La Pasión Viviente es el sentimiento de un pueblo. Es algo único y digno de ver. Es el día en el que más unidos estamos los castreños". La Pasión Viviente de Castro Urdiales, fiesta declarada de interés turístico nacional ha cumplido este año su trigésimo tercera edición. Muchos vecinos no han podido evitar emocionarse con el protagonista, Alejandro Calvo, y además comparar su actuación con la de su padre, Juan Carlos, que interpretó a Jesús en la Pasión Viviente de 1994, cuando Alejandro estaba en el vientre de su madre. Su madre, Carmen Chagartegui, ha interpretado el papel de María.
Alejandro sabe mejor que nadie lo que significa la Pasión Viviente para Castro Urdiales. De hecho, es el primero en interpretar el papel de Cristo después de haber hecho de Niño Jesús en el Belén Viviente que organiza cada año la Asociación Pasión Viviente. "Con cuatro años, cuando ya tenía uso de razón, ya quería hacer de Jesús. Ahí empecé a ponerme el palo de la escoba al hombro y a ver la película en la que mi padre hacía de Cristo".
Tras una temporada desvinculado de la Pasión por encontrarse fuera de Castro, este joven empleado de una tienda de electrónica, volvió y fue entonces cuando Chechu Arozamena, uno de los organizadores, le propuso para el papel principal. "Yo he nacido aquí, en la Pasión, y he pasado muchas horas metido en ella". Lo que más dificultad ha tenido para él confiesa que han sido las grabaciones de la voz, "porque te tienes que meter en la piel de una persona que está sufriendo". Y reconoce que la escena de la Última Cena también ha sido compleja "puesto que había que leer lento y los movimientos tenían que ser fluidos". Y aunque suene extraño, lo que mejor ha llevado es el Vía Crucis y las caídas con la cruz. "Para mí es lo más fácil, pese a que es un sufrimiento constante".
El protagonista de la representación de este año destaca por encima de todo el "realismo" y las "ganas" de la gente que da vida a la Pasión Viviente. "Es increíble como un grupo de amigos con escasos recursos, sin nociones teatrales, año tras año saca adelante un evento así y que está declarado de interés turístico nacional. En menos de treinta años hemos conseguido lo mismo que otras Pasiones que son centenarias", subraya.
700 castreños han participado
Alrededor de 700 castreños han participado este Viernes Santo en la Pasión Viviente, que ha reunido a miles de espectadores en el casco histórico de Castro Urdiales, donde se han desarrollado todos los pasajes de la escenificación. La representación dió comienzo pasadas las diez de la mañana en la explanada de la iglesia de Santa María, un decorado natural de excepción al que los organizadores del evento han incorporado otros artificiales que, junto a los vestuarios de los actores, cada vez más logrados, ha encantado al los visitantes.
Las escenas de la Pasión Viviente se han ido sucediendo posteriormente junto al Ayuntamiento castreño, en la dársena del puerto pesquero, en la calle San Juan y, finalmente, en los acantilados de La Atalaya, donde se ha escenificado la parte más emocionante de esta representación, la crucifixión, muerte y resurrección de Jesucristo. Han sido más de cinco horas de una representación que data del año 1985, cuando los participantes en un campamento de verano dirigido por el padre Luis Campuzano decidieron embarcarse en la aventura de representar la vida de Cristo con personajes vivientes que hoy han ofrecido su mejor versión.
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