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consuelo de la peña
Lunes, 29 de mayo 2017, 18:50
Las dos mujeres acusadas de asfixiar a una anciana de 80 años cuando entraron a robar en su piso, en Castro Urdiales, aseguraron que, cuando abandonaron la vivienda, la dejaron "dormida y roncando". En realidad, la víctima estaba agonizando y confundieron los ronquidos con los estertores de la muerte, sonidos muy similares en determinadas circunstancias, según explicaron luego los forenses.
Fue prácticamente en lo único que coincidieron durante el juicio por asesinato celebrado ayer en la Audiencia Provincial de Cantabria. Eso, y en que su intención era únicamente el robo, en ningún caso querían matar a la víctima. Atrás quedó la relación amorosa que mantenían las dos procesadas cuando ocurrieron los hechos, el 14 septiembre de 2014. Ayer, sentadas en el banquillo y enfrentadas a una petición de 25 años de cárcel, se acusaron mutuamente de tapar la boca a la anciana con un trapo de cocina hasta causarla la muerte por asfixia. Los forenses que realizaron la autopsia confirmaron que también taparon los orificios nasales a la víctima y que fue necesario apretar con fuerza para provocar la muerte violenta de etiología suicida.
Las dos acudieron al juicio vestidas con un sobrio traje pantalón azul marino y escoltadas por la policía, ya que permanecen en prisión desde su detención en enero de 2015. Pero ni se cruzaron palabra. Sólo intercambiaron alguna mirada furtiva.
Natalie Botha, de nacionalidad sudafricana, encontró en su hijo Marco su mejor aliado. El joven, entonces menor de edad, participó con las dos mujeres en el asalto a la vivienda y fue condenado por el Juzgado de Menores por estos hechos, lo que no le impidió declarar en el juicio y hacerlo para defender a su madre y en perjuicio de la otra procesada, Juncal González Escalante. El chico no dudó en señalar a la que había sido compañera sentimental de su madre y con la que convivió durante un tiempo, como autora intelectual del robo. Aseguró que fue Juncal quien comentó que la anciana, a la que conocía de Castro Urdiales, tenía 100.000 euros en casa y quien planeó el golpe. Según su versión, su madre se enteró poco antes del plan urdido por Juncal y les acompañó para intentar disuadirle a él, pero únicamente intervino para ayudar a Juncal a sentar a la señora en la silla. Después del robo, "mi madre vomitó porque se sentía asquerosa por haber entrado a robar a una anciana", la defendió. El joven reconoció que el ataque se produjo "por la espalda y de forma sorpresiva", actitud compatible con la acusación de asesinato.
Pero el relato que dio Juncal de lo sucedido fue diametralmente opuesto. Cuando fue detenida negó los hechos porque "estaba sometida por Natalie y su hijo" y los tres se habían concertado para desmentirlo todo. La joven, que aseguró que mantenía económicamente a Marco y a su madre, desvió hacia ellos toda la responsabilidad. Así, repitió hasta la saciedad que el menor "estaba obsesionado con robar a Marina. Seguro que tiene un rolex, oro y dinero en efectivo en casa, decía. Y su madre lo sabía pero no hacía nada", declaró. La procesada reconoció que les acompañó al piso de la anciana para robarla, provistos de guantes de latex y bufandas para ocultar sus caras. Cuando la mujer salió del ascensor y abrió la puerta, "Natalie la agarró por detrás, la tapó la boca y la sentó en una silla", afirmó, mientras la víctima gritaba: "Socorro, quiénes sois, ¡no me hagáis daño!". Y mientras Natalie sujetaba a la anciana, ella y el menor ponían patas arriba la vivienda en busca del botín, pero sólo hallaron bisutería y 40 euros, con los que después, ya en su casa, pagaron una pizza que encargaron por teléfono. Cuando volvió al salón, su compinche seguía con la anciana. "Me pareció que estaba dormida, roncando. En ningún momento se me pasó por la cabeza que estuviera muerta ni que le pasara nada porque habría llamado al 112", se defendió.
Natalie, que declaró con la ayuda de una intérprete, acusó a su expareja. Ella no supo que iban a casa de la anciana hasta el último momento e intentó disuadir a su hijo, pero no pudo, y por eso les acompañó, pero fue Juncal quien se abalanzó sobre la víctima y fue ella quien la amordazó.
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