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En todas las épocas de la historia humana ha habido mujeres que han derribado las barreras que socialmente se le han impuesto al sexo femenino, allanando el camino a las siguientes generaciones de niñas en muy diversos ámbitos de la vida. Entre ellos, el acceso a la educación y, más concretamente, la educación científica. La física y química polaca Marie Curie es el ejemplo por excelencia. Más cerca de casa, en cambio, tenemos otros grandes referentes de mujeres científicas, como Margarita Salas, Trinidad Arroyo o Jimena Quirós, entre muchas otras.
En el Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia, repasamos la trayectoria de estas tres pioneras y preguntamos a sus homólogas actuales sobre su valioso legado y el futuro de la mujer en la ciencia.
Estudió Ciencias. Durante sus estudios, trabajó como pasante en el Instituto Español de Oceanografía (IEO), dedicado a las ciencias del mar. Está considerada la primera oceanógrafa de España. Fue la primera en participar en una campaña oceanográfica y en escribir un artículo en este campo. Además, ejerció de profesora y fue una férrea defensora de los derechos de las mujeres.
Andaluza como Jimena Quirós, es investigadora del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y directora de la sede del centro en Málaga. Tiene una larga trayectoria en el estudio del cambio climático en el Mediterráneo, cuenta con más de 30 publicaciones en revistas de impacto y varios libros publicados, además de formar parte de Oceánicas, un proyecto que visualiza el papel de la mujer en esta especilidad.
Para García, figuras como Quirós «son toda una inspiración y el ejemplo en el que mirarnos. Sin esas mujeres valientes, que hicieron ver que la ciencia no es solo cosa de hombres, no se hubieran abierto las puertas que nos han permitido avanzar y que, poco a poco, seamos vistas en igualdad». Su caso, como directora de un instituto oceanográfico, es un claro ejemplo de mujer que ha roto el techo de cristal. Celebra que la plantilla del IEO sea equitativa en número de hombres y mujeres, pero reconoce que el mar sigue siendo un mundo muy masculinizado y que no es raro que en las campañas oceanográficas haya quince hombres y una mujer, lo cual «hace todo más difícil e incómodo».
Reconoce, eso sí, que se está avanzando mucho, pero aún quedan cosas por hacer. «Recientemente, un estudio ha demostrado que, desde muy temprana edad, las niñas sienten que son inferiores en ciencias que los niños. Ese es un muro que hay que derribar. Por ello, es importante que tengan referentes cercanos, y no solo conozcan a grandes figuras como Marie Curie».
Estudió Medicina en Valladolid y se doctoró en Madrid. Fundó el Lyceum Club de Madrid, asociación para la defensa de los derechos políticos y sociales de las mujeres, y cofundó la Asociación de Médicas Españolas. Al comenzar la Guerra Civil, debido a su defensa del republicanismo, se exilió a México.
La misma vocación que tenía Trinidad Arroyo la siente Elena Barraquer por su profesión. Oftalmóloga especializada en cirugía de cataratas y trasplante de córnea, esta reconocida científica catalana es fundadora del centro oftalmológico y la fundación que llevan su nombre. Con esta última realiza viajes a países subdesarrollados para combatir ceguera evitable debido a la catarata.
Su opinión sobre mujeres como Arroyo o Carmen Piera Cebrià, primera oftalmóloga de Sueca (Valencia), quien puso en marcha el primer dispensario social de la región, es que «los descubrimientos científicos que ellas hicieron han sido claves para el desarrollo tecnológico». Y, en su caso, «para las mejoras en cirugía oftalmológica que disfrutamos en la actualidad».
Barraquer defiende firmemente la educación igualitaria y considera que «debemos convencer a las jóvenes de que las mujeres podemos hacer casi todos los mismos trabajos que los hombres. ¡Y muchos incluso mejor! La situación ha mejorado desde que yo era estudiante. En la carrera de Medicina éramos entonces solo un 25% de mujeres por clase. Ahora esta proporción se ha invertido, pero en puestos directivos siguen predominando largamente los hombres. Todavía falta por mejorar las políticas sociales que permitan a las madres seguir subiendo en sus carreras, compaginando su actividad profesional con su vida familiar».
Fue una de las científicas más destacadas del siglo XX. Promovió el estudio de la biología molecular en España junto a su marido, Eladio Viñuela. Su estudio del virus bacteriano Phi29 ha permitido conocer cómo funciona el ADN. Fue profesora y sus estudiantes se autodenominan 'margaritos'.
Excompañera de Margarita Salas, Ana Martínez desarrolla su labor investigadora en el centro que lleva el nombre de esta pionera, perteneciente al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Martínez es una reputada química que está especializada en el diseño de nuevos fármacos para enfermedades neurodegenerativas, por un lado, y patologías infecciosas, por otro. Además, asesora a compañías biotecnológicas, es autora de centenares de artículos científicos, tiene treinta patentes y ha fundado una empresa. En 2022, recibió el Premio Nacional de Investigación Juan de la Cierva.
Martínez se considera una afortunada porque, gracias a estas pioneras y a los ejemplos de mujeres científicas que ha tenido en su familia, ella lo ha tenido mucho más fácil. «Si una quiere, se puede. Hay que luchar por nuestros sueños», aconseja a las futuras científicas.
En su opinión, falta apostar un poco más por «medidas equitativas que permitan a hombres y mujeres desarrollar carreras competitivas. Creo que favorecer la conciliación familiar ayudará a que la mujer se incorpore con más libertad al trabajo y el varón a la familia», dice. Y sostiene que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, «pero las grandes mujeres también suelen tener grandes hombres a su lado. El marido de Marie Curie se negó a recoger el Nobel sin ella y Eladio Viñuelas fue un apoyo constante para Salas, no hay que olvidarlo. La estabilidad familiar es clave».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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