Cálido, estable y seguro: así debería ser el hogar de todos los niños y niñas en España
Una casa con vistas a un futuro mejor y habitaciones repletas de cariño. Hay muchos niños y niñas en nuestro país que buscan una familia que pueda darles toda la atención y el amor que necesitan
“Como un traje hecho a la medida de nuestra familia”. Así definen el acogimiento familiar Marta y Julián (nombres ficticios). El matrimonio tiene dos hijos biológicos en plena adolescencia y llevan quince años abriendo las puertas, no solo de su casa sino también de su corazón, a los menores que más lo necesitan. «Los dos somos amantes de los niños y de la crianza y no tenemos necesidad de que todos nuestros hijos sean biológicos. Tampoco nos importa si su estancia en casa tiene fecha de caducidad si con ello les podemos dar un apoyo fundamental en un punto concreto del viaje de su vida», sostiene la pareja, dando valor a aquella idea del dramaturgo francés Victor Hugo que decía que “la felicidad suprema de nuestra existencia es la convicción de que somos amados”.
Marta, Julián y sus dos hijos biológicos conviven temporalmente con menores tutelados por la administración pública que, por diversas razones, no pueden vivir con sus padres. El acogimiento familiar ofrece a los niños y las niñas la oportunidad de crecer en un entorno seguro, responsable y emocionalmente estable.
Diecisiete menores han pasado ya por el hogar de Marta y Julián durante los últimos quince años, materializando lo que ellos llaman “nuestra manera de ver y vivir la vida”. Más de una década aprendiendo a recolocar a su familia en función de las necesidades y edades de los de acogida a los que les han cambiado la suerte. «Ellos también cambian algo en ti. Es una experiencia vital increíble pero hay que estar emocionalmente preparado, porque todos vienen con una mochila importante a sus espaldas», reconoce Marta.
Necesidades especiales
En nuestro país, alrededor de 300.000 niños se encuentran en riesgo de perder el cuidado de sus padres y 50.000 están tutelados por la Administración, según el Boletín No. 25 de datos estadísticos de medidas de protección a la infancia y la adolescencia. Aldeas Infantiles ha desarrollado su programa de acogimiento familiar AcogES+ para dar respuesta a las necesidades de niños, niñas y adolescentes tutelados que, por sus circunstancias personales o familiares, necesitan una dedicación especial que les hace difícil acceder a una familia de acogida convencional: problemas de salud, situaciones vulnerables, necesidades educativas especiales, dificultades emocionales, grupos de hermanos… El programa AcogES+ nace para hacer frente a estas dificultades y respaldar de forma integral a las familias acogedoras durante todo el proceso.
«Este nuevo modelo de acogimiento, a diferencia del acogimiento profesionalizado, no exige a las familias acogedoras una titulación específica. Desde el momento en que la familia se ofrece, se inicia un proceso de valoración en el que se exploran aspectos como la capacidad de vinculación y de reparación del daño, la historia familiar, competencias parentales, motivación hacia el acogimiento…», explica Ana Alarcón, coordinadora del proyecto AcogES+ de Aldeas Infantiles SOS, que apuesta por la no separación de hermanos y potencia el acogimiento de niños con discapacidad. Si como Marta y Julián tú también quieres ser familia de acogida, el primer paso es rellenar un formulario en la web casaconfamilia.com.
Fortaleciendo a las familias
Aldeas Infantiles SOS trabaja también con las familias biológicas para que puedan superar las dificultades que provocaron la separación al tiempo que promueven una buena relación entre familia de origen y familia acogedora. Esto es esencial para el desarrollo de los niños y las niñas.
«Ofrecemos apoyo integral a las familias acogedoras, las familias de origen y los menores, para garantizar su bienestar. Nuestro modelo de atención integral garantiza la estabilidad y perdurabilidad de protección mientras sea necesaria, lo que evita que los niños y niñas sean derivados a centros residenciales o que roten a otras familias acogedoras», cuenta Ana Alarcón.
Y cuando el menor puede regresar con su familia de origen, todo cobra sentido: «Al contrario de lo que la gente piensa, la marcha del niño o la niña en acogida no es un trauma, porque en primera persona puedes apreciar su reparación y el gran cambio que experimentan. Esto te llena de sobra para sobrellevar la partida», reconocen Julián y Marta, quienes definen los periodos de acogida como “una lección de vida que de ninguna otra manera podríamos haber adquirido”.