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PRODUCTORES SOSTENIBLES

Así es el orujo ecológico que se destila en alquitaras antiguas para preservar un oficio olvidado

Siguiendo el ejemplo de una mujer emprendedora, Isabel García rinde homenaje a su tierra y a su legado familiar con una destilería dedicada a la producción de aguardiente que funciona de manera tradicional, y apoya proyectos sociales y de fijación de empleo en el territorio

Santiago Molina

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Desde el Valle de Liébana se ven los Picos de Europa, y es inevitable que el paisaje parezca un cuadro del mejor paisajista que se pueda imaginar. Allí –donde la neblina juega al claroscuro con el sol y los viñedos surgen sobre las empinadas colinas– se respira la naturaleza, el silencio y la paz. Más allá de los vinos, el orujo es una bebida tradicional de toda esta región del norte de Cantabria que, con el tiempo, ha sabido transformarse para continuar formando parte –de una forma diferente– de las sobremesas.



Los ojos de Isabel García transmiten pasión. Su mirada refleja la fuerza de un motor que siempre está imaginando una nueva aventura. “Mi cabeza es un cohete”, asegura La líder detrás de Orulisa está revolucionando el mundo del orujo al combinar métodos ancestrales con un enfoque contemporáneo y diseño pop. La historia de esta empresa, sin embargo, es anterior a ella. Todo comenzó en 1986 cuando la madre de Isabel, una pionera en su época, decidió regularizar y modernizar la producción de orujo en Liébana.


La fuerza de un legado familiar que apostó por la sostenibilidad


Isabel narra apasionadamente cómo su madre, una visionaria en un entorno predominantemente masculino, fundó su negocio de la destilería en Vega de Liébana. Enfrentándose a las nuevas regulaciones por la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, la madre de Isabel – junto con su amiga Nines Arenilla– recorrió destilerías de Francia, Alemania y Suiza para conocer las mejores prácticas de la producción local de orujo. Su perseverancia y capacidad de innovación permitieron la creación de una destilería única. Y ese carácter único nació de mirar al pasado, a esa herencia de aprendizaje centenario. “La suerte que tengo es que aquí la emprendedora fue mi madre. Ella fue realmente una emprendedora de éxito y me enseñó el camino. Eso tiene mucho mérito”.



La madre de Isabel estuvo al frente de la empresa siete años, hasta que las arritmias que sufría en el corazón no le dieron tregua y tuvo que escoger entre la salud y una de sus principales pasiones. A partir de ahí fue el padre de Isabel quien continuó al frente. Y el negocio no sólo sobrevivió, sino que prosperó, sentando las bases de lo que hoy es Orulisa, donde Isabel revoluciona los viñedos a través de la sostenibilidad.


Y es que a Isabel le atrajo siempre una forma de artesanía que los procedimientos más modernos amenazaban hasta la desaparición: “Tenía mucho apego a lo que era la tradición del destilado, el que se hace en alquitaras, que es un aparato anterior al alambique”.


Esto, unido a que el negocio “nunca se concibió como una empresa para dar dinero”, son algunos de los factores por los que la producción de orujo en esta destilería podría definirse como peculiar. Comienza con una cuidadosa selección de uvas cultivadas de manera sostenible en los viñedos del Valle de Liébana. Las alquitaras, al permitir una destilación lenta y a baja temperatura, generan un producto de alta calidad y carácter distintivo que preserva los aromas y sabores auténticos del orujo.


Orulisa
Premio BBVA

A los Mejores Productores Sostenibles (Cantabria)

Una afición que se convirtió en profesión

Mejores Productores Sostenibles


El orujo es un aguardiente tradicional de sabor intenso que se obtiene a partir de los residuos sólidos de la uva (hollejos, pepitas y restos de piel) después de la fermentación y prensado para hacer vino. El proceso de destilación es crucial para extraer los compuestos alcohólicos y aromáticos que le dan su carácter distintivo. Se puede disfrutar solo, a temperatura ambiente o frío, y es ideal para probarlo después de una comida, ya que se le atribuyen propiedades digestivas, aunque también se usa como base para cócteles o para acompañar postres tradicionales.



Quien lea entre líneas descubrirá que Isabel narra la vida del Valle en sus productos, pues en todos ellos tiene sus cartas de amor a tiempos pasados y seres queridos como sus abuelos. No en vano, Justina es la abuela que le narró la vida de varios pueblos, con sus tradiciones y particularidades. De ahí que este orujo se llame “Justina de Liébana”. A Isabel le gusta decir que “volver a los orígenes y a las tradiciones es hoy una modernidad extrema”


Orulisa ha recibido uno de los diez reconocimientos de BBVA y El Celler de Can Roca a los a los Mejores Productores Sostenibles de España de este 2024, una distinción que no solo pone en valor la calidad de este orujo y su compromiso con la sostenibilidad y el desarrollo rural, sino que también valida el arduo trabajo y la visión innovadora de Isabel y su equipo: “Para nosotros es una inyección moral”, señala. Y es que la apuesta de esta emprendedora cántabra por seguir con el legado familiar aplicando nuevas formas de producción –y que coincide con la visión optimista del futuro de BBVA–, puede servir de inspiración para otras pymes y autónomos que se estén planteando hacer las cosas de otra manera.


Colaboración y aprendizaje continuo


Orulisa mantiene viva la tradición familiar y apuesta por la colaboración con jóvenes emprendedores para seguir desarrollándose, además de fomentar el tejido productivo del Valle. Una apertura a las sinergias y al aprendizaje constante que se refleja en su trabajo con nuevos talentos en sus distintas líneas de productos. “Me encanta trabajar con gente joven porque necesito eso para cargar baterías y siempre surgen ideas. Además, el apoyo entre pequeñas empresas es fundamental”, señala Isabel.


Entre esas colaboraciones, está su acuerdo con Manipulados Solidarios, una asociación de las Hijas de la Caridad de Cantabria que trabaja con personas de la comunidad en riesgo de exclusión social. Isabel siempre recurre a ella para el packaging o las bolsas en las que envía y vende sus productos. Una acción más que demuestra que proyectos como el de Orulisa van más allá de la mera producción.


Desde esta empresa también entienden la importancia del diseño en la competitividad internacional. Por eso, han desarrollado una estética sencilla y elegante para sus productos, inspirada en frases del refranero popular y en la imagen de su abuela. Este enfoque rejuvenece la percepción del orujo entre los aficionados a este destilado y cambia el paradigma de su consumo. “Teníamos claro que tenía que ser una cosa muy sencilla porque a mí no me gustan las cosas complicadas”, explica Isabel sobre su visión del diseño.

La propietaria de Orulisa es consciente de los desafíos de las pequeñas destilerías frente a las grandes empresas. A pesar de estas dificultades, su enfoque en la calidad y el respeto por las tradiciones la ha ayudado a mantener y hacer crecer a Orulisa en un mercado competitivo. “Tener una empresa rentable es muy difícil. Y cada día más”, reflexiona Isabel sobre los retos del sector.



El orujo, para Isabel, es el corazón de una tradición que debe resistir al paso del tiempo y que, en el caso de Orulisa, encapsula los recuerdos familiares y de un pequeño pueblo cántabro que se ha dedicado desde siempre a destilar este licor. Este orujo, madurado en la paciencia de un método que se niega a desaparecer, se convierte así en un pequeño tesoro para Isabel que lleva el nombre de su añorada abuela, pero también en una oportunidad de empleo para los jóvenes y las personas en riesgo de exclusión, así como un regalo para el medioambiente.