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La imagen tomada, desde lo que es hoy la sala Argenta, en 1989 muestra el esqueleto de la fachada frente a la bahía
Una reclamación pendiente desde los años 60

Una reclamación pendiente desde los años 60

El debate sobre la necesidad de construir un 'teatro de festivales' se centraba en la necesidad de que desestacionalizar la cultura. Se barajaron el Gran Casino y el solar del antiguo Matadero

Guillermo Balbona

Martes, 26 de abril 2016, 19:20

Mole, monstruo, exageración, esperpento, fenómeno. No hubo límites para juzgar un edificio sin precedentes en el entorno de la bahía. Una construcción que osciló entre la expectación y el asombro, entre el rechazo y la sorpresa, que respondía en todo caso a una «vieja aspiración» ... del pulso cultural de la ciudad. Un proyecto, al fin y al cabo, que tuvo sus raíces en los años setenta, cuando empezó a especularse con espacios y ubicaciones ya existentes, como el Casino de El Sardinero, como destino de un teatro de festivales que tomara el relevo de futuro de lo que supuso la Porticada y propiciara la desestacionalización cultural. Pero la elección, fruto de un concurso de ideas que seleccionó el proyecto concebido por el arquitecto, ya fallecido, Francisco Javier Sáenz de Oiza, abrió un largo y complejo periodo de construcción. El coste de la obra lo deja claro. De la estimación inicial en los ochenta, cifrada en unos 800 millones, se pasó al inicio de la década de los noventa, a superar los siete mil millones.

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