Una historia a latigazos

Nada tienen que ver ya sendos cineastas con aquellos dos jóvenes ilusionistas que paseaban por un resort de Hawai en mitad de unas vacaciones donde nunca desconectaban del trabajo. Spielberg confesó a Lucas sus ganas de dirigir un James Bond y éste le consoló advirtiéndole de que tenía algo mucho mejor. Vaya si lo tenía. Así nació el héroe imperfecto, ladrón, seductor, cínico incluso, pero con un fondo de buen corazón. Basta su silueta con el sombrero y el látigo en la mano para distinguir al aventurero que marcó a una generación. Esa que ronda la treintena y que conserva en su imaginario infantil la emoción de ser Indiana Jones.

Muchos de esos padres acompañarán este fin de semana a sus hijos al Santander Alternativo. Algunos ayudarán a sus pequeños a tomar el látigo en las clases especializadas que ha montado la única agrupación fan del personaje que existe en España, la Asociación de la Comunidad Fan de Indiana Jones (AFIJ). Pero en el fondo quienes más disfrutarán allí serán los niños que aún siguen vivos en el cuerpo del padre. También habrá una exposición de réplicas y actuaciones en directo para representar algunas de las escenas más famosas de las películas. «Indiana Jones es un personaje con el que resulta fácil identificarse. Dentro de lo inverosímil que es una película de Indy, podría haber sido perfectamente un personaje real. No es un superhéroe invencible, es una persona que sufre y sangra y que toma buenas y malas decisiones», cuenta Roberto Corralo, presidente de la agrupación puesta en marcha en 2012.

«¿Por qué me haces esto?», le cuestiona en el inicio de la última película el propio Indiana a su compañero de batallas cuando lo traiciona frente a una Cate Blanchet enfurecida y con un ejército de soviéticos cabreados a sus espaldas. «Porque soy capitalista, y ellos pagan», responde el viejo amigo traidor, curiosamente mientras señala con el dedo índice al público al otro lado de la pantalla. Ese personaje, en ese momento, no es más que el alter ego de Spielberg confesando su tropelía. Pero a Harrison Ford le da igual.

Probablemente el gran actor de 73 años muy bien llevados gracias a las horas de deporte que invierte jugando al tenis comparte la frustración de Spielberg. Quizá él también quiso estar en una película Bond. Lo más cerca que estuvo de hacerlo fue al compartir reparto con Sean Connery en La última cruzada, un cameo confesado por Spielberg por esa ambición que alumbró el personaje. Ya no podrá correr como lo hizo en El templo maldito, ni pelear como en El arca perdida;pero es probable que nada de eso sea lo importante en la nueva entrega prevista para 2019. Si algo ha demostrado Pixar, que al fin y al cabo es ahora quien manda en Disney, es que sabe bien lo que hace, piensa mucho lo que escribe y tiene buen gusto para hacer películas inteligentes, divertidas y acordes con lo que espera un público que aún disfruta esas cosquillas en la cabeza que se sienten cuando juegan con tus neuronas y las ponen a trabajar. El ejemplo está en la última entrega del universo Star Wars, y es seguro que volverá a ocurrir en este caso.

Puede que sea esa la razón por la que Harrison Ford no tira aún la toalla (o podríamos decir el sombrero) y quiera volver a enfundarse la indumentaria del héroe más carismático de la historia del cine según un sondeo realizado hace ya tiempo por la revista Empire. Para los fans es una noticia estupenda. «Harrison Ford es Indiana Jones y no hay nadie en la actualidad que pueda reemplazarle», zanja Roberto Corralo.Es algo que compartimos todos esos niños grandes que aún soñamos con vivir una aventura como las suyas. También los que aún no somos padres.