La magia provoca más de 25.000 sonrisas en la calle

Santander dijo ayer adiós a la magia tras tres días consecutivos de espectáculos en distintos espacios de la ciudad. Ha sido un fin de semana de retos, trucos, fantasía y mucho humor, porque si algo ha comprobado el público que ha asistido a alguna de las representaciones del Festival Internacional de Magia que se clausuró ayer, es que los ilusionistas saben como hacer reír al público.

Los últimos espectáculos callejeros tuvieron como protagonistas a dos de estos profesionales. MagoPatxi contagió de su energía a niños y grandes con sus alocados pelos y ayudado de un ejército de gallinas.

Tampoco pudieron parar de reír los discípulos de Linaje. Este ilusionista llegó a Santander con una misión, la de captar jóvenes magos. Su show, con originales efectos especiales, fue otro de los éxitos del festival que, según un primer balance de su director, Raúl Alegría, superó los 25.000 asistentes de 2015.

Nada más acabar la segunda de las galas que se celebraron en el Palacio de Festivales, Alegría reconoció entre bromas, «que ni la Champions League ha podido con la magia». Y es que la sala Argenta se llenó los dos días para poder contemplar los trucos de cinco de los mejores magos del mundo: Maxime Minerbe, Sr. Pérez, Hiroki Hara, Juan Mayoral y Ayala, que sorprendieron con distintas disciplinas y los más llamativos efectos especiales.

También los tres espacios ubicados desde el viernes en la Plaza del Ayuntamiento (Carpa Mágica, Teatro Mágico y Baúl del Mago) tuvieron una gran afluencia de público, según destacó desde la organización Gustavo del Moral. «El buen tiempo y el boca a boca han logrado que hubiera público en casi todas las sesiones», aseguró.

«Hasta la sesión golfa, que ofrecimos el sábado por la noche, el mismo día del partido de Champions, casi se llena», señaló Raúl Alegría, quien un año más agradece a los santanderinos su implicación con todas las propuestas.

Para el mago cántabro esta edición, que un año más patrocinó la Fundación Santander Creativa, se presentaba complicada. El viernes protagonizó el reto más peligroso y arriesgado a los que se ha sometido desde que inició su carrera: el de permanecer sumergido en un tanque lleno de agua atado de pies y manos hasta conseguir escaparse. Y la plaza del Ayuntamiento se llenó para seguir esta proeza. «Fue un bien preludio de un fin de semana en el que hasta el sol se alió con nosotros. No puedo estar más contento con la respuesta del público», insistió.