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SUSANA BAQUEDANO
Viernes, 17 de junio 2016, 08:10
Guillermo Peñalosa (Bogotá, 1957) contagia emoción cuando habla. Todos quisiéramos vivir en esas ciudades saludables a las que se refiere en sus conferencias y donde la gente goza de una buena calidad de vida y es más feliz. Este experto en urbes inteligentes, que estudió ... Maestría en Gerencia en la Universidad de UCLA (Los Ángeles) y es doctor honoris causa por la Universidad de Suecia, moderará una mesa redonda en el marco de las jornadas Futuro en Español, organizadas por Vocento y el Banco de Desarrollo de América Latina, CAF. Será el lunes, en el Paraninfo de Las Llamas, en Santander (10.15 horas). Peñalosa fundó y preside el proyecto Ciudades 8-80, aquellas diseñadas para la perfecta convivencia de peatones, ciclistas y usuarios de transporte público, y pensadas tanto para niños de 8 años como para personas mayores de 80.
¿Dónde reside habitualmente?
En Toronto, desde hace 17 años. Allí resido un 25% del año y viajo el 75% restante.
Otra curiosidad: ¿Utiliza la bicicleta en su día a día?
Siempre. Uso la bicicleta todo el año. Tanto en invierno, cuando el termómetro marca menos veinte grados, como en verano, cuando hace más de 35 grados. Me gusta lo que dicen los escandinavos: «no hay mal clima sino mala vestimenta». En casa no tenemos coche ni mi esposa ni yo. Ella prefiere el transporte público porque le da miedo la bicicleta.
Imparte conferencias en medio mundo. ¿Sus ciudades inteligentes sirven para todo el planeta?
Sí, he trabajado en más de 200 ciudades distintas, grandes y pequeñas. Hay principios humanos que son universales. Todos los viajes empiezan y acaban caminando, así que caminar debería ser algo agradable y seguro. Sin embargo, cada día en el mundo 741 personas conduciendo matan a otras tantas personas que van caminando. Eso supone que muere una persona cada dos minutos. La seguridad es un principio universal. Otro sería que los niños pudieran jugar. Jugando aprenden, fortalecen músculos, mejoran las capacidades cognitivas. Todos los niños deberían tener un parque a menos de 500 metros de su casa. Son principios universales, tanto para países pobres como ricos.
Si tuviera que elegir la ciudad perfecta de todas las que conoce, ¿cuál citaría?
Me gusta Copenhague, donde la gente camina, va en bici, vive los parques. ¿Por qué se usa la bici tan poco en España si hace mejor tiempo? En Copenhague todos usan la bici, desde el rey y la reina hasta los trabajadores. Otra ciudad que es maravillosa y que está en España es San Sebastián.
¿Y las peores diseñadas?
Aquellas donde se generan las mayores desigualdades. Aunque Estados Unidos sea el país más rico del mundo, ocurren cosas horribles, como que en una parte de una ciudad la esperanza de vida sea de 60 años y en otra zona de la misma ciudad se eleve a 85. ¿Por qué? Porque en la primera zona es imposible encontrar un lugar para comprar fruta o verdura, porque no hay aceras, no hay parques.
Escuchar a la gente
Usted ha dicho que un niño de 13 años podría planificar la ciudad perfecta en un dibujo. ¿No hacen falta arquitectos entonces?
Parece que es broma, pero no tanto. Los niños dibujan cosas sencillas: edificios de viviendas bajos con parques cercanos a los colegios, con aceras anchas y zonas para bicis. Pero claro que es necesario que haya arquitectos o urbanistas, lo importantes es que haya participación ciudadana. Los gobiernos tienen que escuchar a las comunidades. Los vecinos tienen que decir qué quieren y los arquitectos cómo y dónde. Los problemas son políticos. Aluden a problemas financieros mientras hacen más autopistas. Es cuestión de prioridades.
¿El hombre sería más longevo si viviera en ciudades más saludables?
Es muy importante vivir, pero es más importante vivir mejor. Hace 200 años ningún país del mundo tenía una esperanza de vida de más de 45 años. Hoy en día esa expectativa se ha duplicado. En España es de 83 años. Pero nos tiene que importar más la calidad de vida. Sabemos sobrevivir, pero ahora hay que aprende a vivir. Ese es el gran desafío.
Hay ciudadanos más vulnerables que otros. ¿Un buen diseño de urbe puede llegar a resolver las desigualdades?
Las ciudades amables son aquellas pensadas para las personas más vulnerables: niños, mayores, pobres y personas discapacitadas. Hay que dejar de construir ciudades como si todo el mundo fuera un atleta de 30 años. ¿Qué tal si todo lo que se diseñara en nuestra ciudad, sean aceras, parques, cruces o colegios, fueran excelentes tanto para un niño de ocho años como para una persona mayor de 80? Hay que diseñar ciudades para todos; hoy no se hace.
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