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LOLA GALLARDO
Martes, 15 de noviembre 2016, 07:22
La poeta modernista uruguaya Delmira Agustini (1886-1914), que marcó la vida cultural de principios del siglo XX y murió víctima de la violencia de género, asesinada por su exmarido, es la protagonista de 'No daré hijos, daré versos', el montaje teatral que se ... representará el sábado en la Sala Pereda del Palacio de Festivales (20.30 horas). En colaboración con la Dirección General de Igualdad y Mujer del Gobierno de Cantabria, la obra se enmarca dentro de los actos programados en Santander con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género.
Dividida en tres actos, la obra de la dramaturga uruguaya ofrece tres lenguajes y tres puntos de vista sobre el escenario. Lucía Trentini, Sebastián Serantes, Lara Báez, Agustín Urrutia, Mané Pérez y Carlos Rompani son sus intérpretes. Seis actores que intercambian roles y géneros para mostrar diversas facetas de la vida de la escritora uruguaya, asesinada por su exmarido. Es una composición fragmentada sobre cómo se comete un asesinato que le conviene a la sociedad de la época: callar a la poeta uruguaya, la del amor ardiente.
A través de tres actos, la directora se plantea el reto de mostrar al espectador las tensiones sociales de comienzos del siglo XX que siguen conmocionando en la actualidad. Tres actrices, tres actores y un músico al piano. Las tres son Delmira y los tres son el asesino. Revisan su relación y se exasperan, mientras Delmira escribe con violencia las cartas del desamor. Nunca dejan el otro cuerpo, el que matarán en un momento, el que desearán para siempre. La entrega actoral está a la altura de la escritura salvaje y poética de Delmira. En un momento, la obra pinta un retrato de la época muy extravagante, sobre todo en el momento en el que se interpreta a la familia de la poeta. En ningún momento hay intención de representar el cuadro del crimen durante la obra, pero sí la pulsión que conmociona a la sociedad que sobrevive a Delmira Agustini.
En su casa, la violencia se desata. Pero con ella llega también la poesía, para calmar tanto dolor. Y entonces el espectador comienza a conocer a Delmira. Entre acto y acto, transiciones cantadas o recitadas. El segundo acto muestra a Delmira con los suyos: incomprendida en medio de una familia conservadora que pretende un modelo de mujer muy lejano al de estar inmersa en la poesía. Como si buscara cierta redención, la obra que en principio se presenta desenfrenada y violenta va creciendo en realismo, procurando poner orden en la vida de esta artista, y llega al final con una suerte de remate de lo que se llamó el 'lote Delmira', unos cuantos objetos personales y el arma asesina. Elementos que nos acercan aún más a la poeta. La obra transita de la muerte a la vida y de nuevo a la muerte. Los actores sobreviven en tres Delmiras y viven en tres maridos.
Estructurar la obra en tres partes pone contra las cuerdas un mecanismo hegemónico de verdades únicas cuando se trata de trabajar biografías, personajes históricos, clásicos teatrales o la frontera entre lo real, la historia y la ficción. Los relatos, los géneros, los contenidos previos y las canciones dialogan y lo que sucede en ese intercambio es una dramaturgia que pone a disposición del público todo un banquete teatral.
La muerte de un poeta
Dueña de una poesía erótica que escandalizaba a Uruguay, seguramente por emerger de la pluma de una mujer, Delmira Agustini fue asesinada por su esposo cuando tenía 28 años. Después, él se mató. Estrenada en 2014 con motivo de los cien años de la muerte de la escritora, con este montaje intentan mantener la memoria de esta poeta nacida en Montevideo, el 24 de octubre de 1886. Ella pertenecía a una familia muy conservadora, pero fue capaz de liberar su mente para encontrar su sitio en el mundo, su libertad. Se casó con Enrique Job Reyes, de quien se separó un mes y medio después, por desavenencias entre ambos. Y fue él quien la mató el 6 de julio de 1914.
El espectáculo permite al público revisitar la obra de la poeta y reflexionar sobre los derechos de las mujeres. Una historia bella y dura que tiene más de cien años, pero que se vive con una actualidad que preocupa. Delmira Agustini es asesinada por quien fue su marido, convertido en amante. La dramaturga Marianella Morena, cautivada por la vida de la poetisa, decide hacer de este hecho trágico un pretexto para sumergirse en su obra y, a la vez, denunciar la violencia de género. Morena se vale de canciones y poemas para crear una pieza con muchísimos pliegues que se irán abriendo a medida que avanza la historia.
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