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joseba vázquez
Lunes, 12 de diciembre 2016, 18:36
Todas las utopías se reunieron en Woodstock. Todos los sueños resumidos en aquel arquetipo de paz, amor y libertad que compartían millones de idealistas en todo el mundo se concentraron allí. Muchos, en torno a 500.000 jóvenes, lo vivieron en directo. Muchísimos más lo siguieron a distancia. Y continúan haciéndolo, porque el festival de Woodstock es un mito. Tres días de agosto de 1969 que pasaron a los anales de la música, como un año más tarde lo hicieran los conciertos de la isla de Wight.
Una magna exhibión de la corriente contracultural que entonces vivía su apogeo. Un intenso fin de semana salpimentado con sexo, LSD y marihuana en el que, por 18 dólares, los asistentes pudieron presenciar 33 actuaciones de figuras como Ravi Shankar, Janis Joplin, Creedence Clearwater Revival,Santana, los Who, Joe Cocker o Jimi Hendrix. Curiosamente, y a pesar de que mantuvo su nombre, el festival no pudo celebrarse en Woodstock, Nueva York, porque sus vecinos se opusieron. Los promotores tuvieron que alquilar una granja a unos kilómetros por 75.000 dólares.
Hasta allí pudieron llegar, por caminos y atajos, Barbara y Nicholas Ercoline, de 20 años, que sumaban apenas diez semanas de noviazgo. Vivían cerca y conocían la forma de acceder al lugar. Un cuarto de millón de personas lo intentaron sin éxito. La concentración superó todas las previsiones de los organizadores, que no esperaban más de 50.000 asistentes.
En esos tres días, ocho mujeres sufrieron abortos, hubo algunos nacimientos, murieron dos personas y se registraron 5.162 asistencias médicas. En ese maramágnum, el fotógrafo Burk Uzzle reparó en la tierna imagen de Nicholas y Barbara abrazados de pie, envueltos en una manta. La foto, referencia del festival, se llevó a la portada del álbum triple recopilatorio de aquellos conciertos. Hasta veinte años más tarde no se supo que se trataba de los Ercoline. La pareja se casó y vive en Pine Bush, un poblado a cuarenta minutos del escenario donde fueron inmortalizados. Tienen dos hijos y son abuelos. Ya jubilados, él trabajó para el departamento de vivienda del condado y ella, de enfermera.
los protagonistas de multitud de instantáneas que han pasado a la Historia por su valor documental o simbólico. En este enlace puedes ver otras que hemos seleccionado.
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