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Guillermo Balbona
Martes, 13 de diciembre 2016, 07:21
Convencido de que «la luz poética ilumina y ensancha lo complejo e inabarcable de la realidad», el poeta Juan Antonio González Fuentes (Santander, 1964) recibirá el próximo viernes con los pies en el suelo el Premio de las Letras Ciudad de Santander 2016. El ... pasado año se editó Una epifanía escueta, en el que treinta autores, críticos, novelistas y poetas reflexionaban sobre su voz . Y casi 25 años de su creación poética se plasmaron en el volumen Memoria.
Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Cantabria, es coordinador editorial de Ediciones La Bahía y de la revista Arte y parte y está integrado en el equipo del Archivo Lafuente. González Fuentes , Tono, lleva veinte años vinculado al Centro de Estudios Montañeses. Autor de La luz todavía, Atlas de perplejidad y La lengua ciega, entre otras; coeditor y coautor de estudios sobre María Zambrano, José Hierro, Alvaro Pombo y Gerardo Diego...a su juicio, lo importante es crear una realidad propia en libertad. Y en esa misión «la poesía siempre es un elemento de carácter en esencia revolucionario».
Superó el medio siglo de vida; publicó un libro que se llama Memoria; se editó un volumen en el que más de treinta personas hablan de su escritura, le publica la Revista de Occidente y le distinguen con un reconocimiento con mucha perspectiva. ¿No le impone miedo y respeto?
Lo que me produce respeto es ser consciente de que la juventud quedó definitivamente atrás; de esa consciencia nace también un cierto miedo, inevitable, tal vez, a no haber aprovechado radicalmente la energía y las oportunidades que ofrece esta etapa de la vida. Sin embargo, miedo de verdad me daría tomarme demasiado en serio a mí mismo, no ver las cosas con la imprescindible distancia y la necesaria ironía.
Vivimos una época de eufemismos, palabras manipuladas y ruido. ¿En qué nevera custodia sus palabras?
La «palabra» nunca es un elemento neutro y puro, siempre se utiliza con un fin determinado, esa es su lógica y su naturaleza. Y en ese proceso, el ruido, la furia, las adherencias, las distorsiones, incluso los eufemismos cumplen o pueden cumplir una función comunicativa y poética de distinto signo y calado. En este sentido, el poeta debe utilizar el lenguaje, las palabras, atendiendo sólo a su propia y personal razón poética; pero escribir esta frase puede resultar un autorretrato con lectura incluso política. De ahí la imposibilidad de un uso «neutro» del lenguaje. Ya lo dice la sabiduría popular: «por la boca muere el pez».
El Premio de las Letras Ciudad de Santander lleva dos ediciones y ya se ha premiado a dos poetas. ¿A qué se cabrean los de la prosa y la narrativa?
Este es un premio muy joven, recién nacido. No sabemos aún que será de él, si se desarrollará y consolidará o si no sobrevivirá a sus propias circunstancias. En todo caso yo lo entiendo como un reconocimiento a una trayectoria vital y profesional vinculada directamente al mundo de los libros y a la creación con palabras aquí en Santander y Cantabria; y siguiendo esta premisa ahora mismo podría poner sobre la mesa un buen número de nombres de poetas, narradores, críticos, periodistas y estudiosos merecedores del premio. Si dependiera sólo de posibles ganadores, este es un premio con una larga vida asegurada.
Trabaja entre documentos, cartas, memorias.... (del Archivo Lafuente al Centro de Estudios Montañeses). ¿Teme olvidarse como poeta de la realidad, de lo cotidiano, de la calle?
La reflexión es en sí misma un buen ejemplo de cómo usamos el lenguaje y del discurso y mensaje que generamos con su uso y lanzamos a los demás. Le doy la vuelta: ¿la realidad es lo cotidiano?, ¿la realidad está en lo que llamamos la calle?, ¿qué quiere decir la palabra realidad?, ¿hay solo una realidad? Precisamente la razón poética que más me interesa es la que plantea la existencia de realidades muy distintas, realidades que a veces solo pueden vislumbrase a través de un uso poético del lenguaje. María Zambrano, por ejemplo, le dedicó buena parte de su inteligencia a esta cuestión. El poeta crea realidad, su realidad. Pero contestando directamente: no, como poeta no puedo olvidarme ni de lo cotidiano ni de la calle, puesto que soy protagonista reflexivo, consciente e histórico de mi cotidianeidad y, por supuesto, de mis pasos y de mi mirar.
¿Para escribir es fundamental no perder la capacidad de asombro?
Dice el diccionario que el asombro es la impresión que algo o alguien causa en el ánimo de una persona. Para tomar la pluma y escribir en efecto hay que estar algo asombrado y sentir la necesidad de plasmar dicho «asombro» con palabras. Lo que ocurre es que el asombro puede hundir sus raíces en muy diversos terrenos, por ejemplo, el escepticismo, la locura, la inconsciencia, la vanidad..., y con mucha más frecuencia de lo que pudiéramos pensar, la estupidez.
¿Qué ventajas representa escribir desde la periferia, desde un ecosistema que no es el de la república oficial?
Periferia y centralidad son dos conceptos cambiantes y pendientes de redefinición. Pero si nos atenemos a su sentido más aceptado, hay que ser muy conscientes de lo siguiente: Santander es la centralidad con respecto a Cantabria, pero en España, Santander y Cantabria son completamente periféricas con respecto no solo a Madrid, sino a otros núcleos mucho más dinámicos y potentes. España es la periferia de Europa, y Europa perdió hace mucho tiempo su condición de centralidad. Europa hoy es la periferia de muchos de los acontecimientos económicos, políticos, sociales, culturales que marcarán el devenir del planeta durante las próximas décadas. Vivimos en la periferia de la periferia de la periferia, es decir, al margen de los centros de producción de futuro. Pero hemos llegado a un punto en el que quizá el verdadero futuro consista en volverle la cara, en la medida de lo posible, al futuro que se nos está escribiendo desde las centralidades económicas y corporativas que en el mundo son. Quizá la ventaja de escribir y vivir en la periferia es que en ella se puede construir el futuro del futuro. Es solo una idea, una idea probablemente muy tonta.
¿Cómo define el Santander literario?
Carente de las necesarias estrategias, vínculos y relaciones que le deberían permitir ser mucho más sólido, diverso, rico, fértil, útil, entretenido y enriquecedor. Por lo general somos unos yoes y unas circunstancias solitarias, empeñados en darle brillo al espejismo de nuestro reflejo y en tomarnos los pequeños éxitos de los demás de los «otros» más cercanos como una insuperable e injusta afrenta personal. Somos una pérdida de tiempo en busca de inmortalidad provinciana. Con esta crudeza defino al «Santander literario», esperando que los más jóvenes y valiosos tomen nota y salgan corriendo en dirección contraria.
Cuando se publicó Una epifanía escueta. Poesía y poética de Juan Antonio González Fuentes, ¿sintió que hablaban de otro?
Por lo general, quienes han escrito sobre mi poesía nunca han andado desencaminados con respecto a lo que he puesto en ella. En alguna ocasión sí me han descubierto elementos, aspectos o geografas poéticas que estaban ahí sin ser yo plenamente consciente de su existencia. Se lo agradeceré siempre.
El debate endogámico permanente es el de la radiografía de la cultura en Cantabria. ¿Nos miramos demasiado el ombligo?
Es un tópico. Por un lado tengo que decir que sí, con mayúsculas. Lamentablemente somos un gran ombligo tendente a pensar que la vida transcurre entre el edificio de Correos y Puertochico. Es algo casi inevitable y muy propio de núcleos sociales pequeños. Estudié casos parecidos en la asignatura de geografía humana en la universidad. Por otro lado creo que es un tópico que viene repitiéndose desde hace décadas como una especie de oración que nos explica y justifica. Sin embargo, las personas de mi entorno santanderino que están vinculadas al mundo de la cultura no responden ni mucho menos al tópico: viajan, mantienen contacto permanente con lo que ocurre fuera de la ciudad y la región, y prefieren mantener la mirada y el pensamiento en ombligos ajenos y distintos.
Asistimos a algunos fenómenos poéticos surgidos desde las redes que arrastran muchos lectores. ¿Qué opina de esos autores?
Ni los leo ni sé quiénes son. Lo único que puedo decir es que mantengo encendido mentalmente un dispositivo de alarma crítica con lo que proviene de las redes, es decir, de ese patio de Monipodio abierto a la libertad de expresión de unos y otros en donde puedes encontrarte cosas muy valiosas junto a rebuznos, coces y auténticos desvaríos.
¿La lectura sigue siendo la mejor red y el mayor viaje?
Definitivamente en esta cuestión estoy con Borges. Él se sentía orgulloso de los libros que había leído, no de los que había escrito. Para mí uno de las indiscutibles escenarios de la felicidad tiene como elementos básicos un sillón, una taza de café, una luz y un libro. Encender la luz rodeado de silencio y comenzar a leer el libro elegido es el paraíso en la tierra. El inicio del mejor de los viajes.
¿De qué forma ha evolucionado su poesía, o uno siempre tiende al conservadurismo y a mantenerse en una zona de confort?
Dejando a un lado los libros de haikus, no publico un nuevo libro de poemas desde el año 2009, es decir, desde hace siete años. Espero que el dato ilustre que no estoy en una zona de confort en cuanto a la escritura poética, al menos no lo siento así. El nuevo libro en el que llevo tanto tiempo trabajando creo que se está decantando por la precisión más ajustada en el uso de las palabras, por una cierta seguridad en lo que quiero decir, por ahondar en una forma de decir más consolidada y segura de sí misma. En definitiva, por una mayor madurez.
¿Santander vive ahora una encrucijada decisiva para emprender una senda definitivamente con sello cultural?
Santander está en un momento en el que sus equipamientos culturales van a aumentar y mejorar, en el que todo hace suponer que va a ver algo más de inversión, pública y privada, en el llamado sector cultural. Y todos estos son elementos positivos. Pero soy un convencido de que lo más importante en este terreno es la «geografía humana», es decir, las personas..., la pasión, el trabajo que pongan esas personas encima de la mesa. Los equipamientos, las inversiones..., sin el entusiasmo, el esfuerzo y el verdadero conocimiento de los individuos no darán nunca los frutos deseados. Y, finalmente, en este entramado cultural de futuro sigue sin haber un plan, una dirección, un propósito, una meta clara y definida.
¿Su luz poética a qué oscuridades combate?
Fundamentalmente a las que se empeñan en ver una única realidad, las que no quieren sumarle a la realidad otras realidades, las que no desean ver más allá y se empeñan sólo en habitar y señalar lo que está más acá.
¿Qué o quiénes son los enemigos de la palabra?
Los que la quieren domesticar, recortar, disminuir en su polisemia, los que la utilizan con corrección política, los que la desean solo administrativa y burocrática, alejada de la «locura» de la poesía.
Dígame tres metas hacia donde mira su lenguaje.
Hacia el abismo que somos, hacia el abismo ante el que estamos situados, hacia la trascendencia de la luz poética que ilumina y ensancha lo complejo e inabarcable de la realidad. La poesía como exploración a través de un uso del lenguaje ni dogmático ni normalizado.
"La poesía en su esencia posee un carácter revolucionario"
¿Está necesitada la poesía de una revolución acorde a una realidad cuyos valores y referentes parecen estar vacíos de contenido?
No creo en la realidad como algo con dirección y sentido unívoco. Hay muchas realidades, y todas tienen un sentido y plantean unos valores. Esa es la cuestión, y hasta cierto punto el problema. Un problema de libertad, pues en nuestra sociedad vivimos bajo la presión de quienes quieren imponernos una realidad y unos valores determinados para que el sistema siga su marcha o, por el contrario, para que el sistema sea sustituido por otro con normas, señuelos y yugos distintos. En mi opinión, la utopía, el sueño, consiste en tener el mayor grado de libertad posible para poder construir una realidad personal, la propia. Y en ese empeño la poesía siempre es un elemento de carácter en esencia revolucionario.
¿El patio poético de Cantabria vive una tregua pactada?
Lo he dicho en diferentes ámbitos y ocasiones, y espero no cansarme de repetirlo. Santander y Cantabria son escenarios en los que hoy por hoy vive y trabaja un número sorprendente y variopinto de magníficos poetas. Objetivamente no ha habido otro momento de tanta riqueza a lo largo y ancho de nuestra minúscula historia literaria. Fombellida, Alcorta, Santamaría, Oliván, Marcos Díez, Abascal, Sopeña, Marián Bárcena, Regino Mateo, Mario Crespo, Vicente Gutiérrez, Miguel Ibáñez, Adela Saiz Abascal, Raquel Serdio, Marisa Campo, Maribel Fernández Garrido, Fidel de Mier, Malo Macaya, Martín Bezanilla, Marta San Miguel, Rosario Gorostegui, Marina Gurruchaga, Ana de la Robla, Gloria Ruiz, Natalia Liaño, Pablo Sánchez, Ana García Negrete, Jesús Cabezón, Yolanda Soler Onís, Noé Ortega, Mariano Calva Haya, Antonio Casares, Jesús Salceda..., son algunos de los nombres de este rico, desigual y variopinto panorama que creo que a día de hoy vive en la calma de la creación, y que solo aparece agitado cuando no hablamos de individuos y personalidades, si no de esa cosa pequeña y mezquina conocida como Santander literario.
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