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Lola Gallardo
Sábado, 21 de enero 2017, 08:04
Pablo Llorca (Madrid, 1963) es sobre todo director, aunque también realiza labores de productor, escritor y guionista. Mañana estrena, en paralelo a otras ciudades, en la Filmoteca de Santander su último largometraje Días color naranja y mantendrá un encuentro con el público (16.30). Un ... homenaje a los viajes en tren en el que narra la vida de Álvaro, que vuelve de Corea y su tren se queda varado en Atenas por culpa de la explosión volcánica de Islandia de 2010. Llorca lleva veinte años haciendo películas y reconoce que hoy es más fácil y más barato. Y es que él las escribe, prepara todos los detalles, busca financiación, las filma, distribuye y si es necesario las vende.
- Qué. Estreno en Santander de la película de Pablo Llorca Días color naranja.
- Dónde. En la Filmoteca de Cantabria, en la calle Bonifaz. Habrá un encuentro con el director.
- Cuándo. Mañana, a las 16.30 horas.
¿Qué cuenta en Días color naranja, la película que mañana se proyecta en la Filmoteca?
El público encontrará una película que narra un viaje de unos chicos en interrail por el sur de Europa. La película se inicia con un hecho real, la erupción del volcán en Islandia hace siete años y su protagonista, Jorge, es un español que vuelve de Corea, tiene que hacer el resto del viaje, de Atenas a Madrid, en tren. Es la aventura, las nuevas experiencias y sensaciones de un joven español, amoríos... Es una película tierna.
¿Cómo surgió la película? ¿Cuál fue el detonante?
La idea surge con el volcán de Islandia, cuando mucha gente tuvo que volver por sus propios medios a España al no poder volar. No es autobiográfica, pero se nutre mucho de mis experiencias antiguas como joven mochilero que hizo muchos interrail. Es un homenaje a los viajes en tren.
¿Cómo ha sido el rodaje?
El rodaje fue en Madrid en su mayor parte, pero hemos rodado en las localizaciones reales. Hicimos el viaje de Atenas a Roma en mayo de 2015 con anécdotas como que hemos rodado en uno de los trenes con los refugiados sirios. Hablamos de 2015, un mes antes de que estallara la crisis de los refugiados. Era un tren que atravesaba Macedonia, se paraba cada veinte minutos, la gente salía de los bosques y subían al tren. Nosotros no nos enteramos en ese momento, fue después. Pese a eso, el viaje recrea la dulzura de viajar en trenes lentos por sitios muy bonitos. Respecto al casting, fue relativamente difícil porque no había casi actores españoles. El protagonista es un actor madrileño Jorge Ferrer, pero la parte extranjera fue más difícil. Me trasladé a Suecia para el casting. Ya conocía a Astrid Menasanch. Fue una labor complicada, pero bien.
Director, escritor, guionista... ¿qué le queda por hacer?
Con el dinero que manejo tengo que tocar muchos palos porque sino, no tendría dinero para hacerlo. Yo de lo que tengo vocación es de director, de productor cero y guionista no me importa, pero de vez en cuando se echa de menos no dirigir un guión ajeno, que me gustaría.
Deduzco que conseguir financiación es algo casi imposible.
Es difícil encontrar financiación. Las películas de cine han sufrido el proceso de separación social. Hay películas de clase alta, las ricas y son muy pocas y las producen las cadenas de televisión y luego están las películas de clase baja, como las mías, que son mayoritarias. Las de clase media son las menos. Yo hace mucho que ni intento buscar financiación para mis películas, es una pérdida de tiempo y energía para no llegar a ningún sitio. También es cierto que con las tecnologías de ahora es muy fácil y barato hacer películas. Lo difícil es distribuirlas.
¿Algún proyecto a la vista?
Acabo de terminar un proyecto que estará listo en un par de semanas que se llama Ternura y la tercera persona sobre las relaciones de una familia con una madre sufridora y machacada y un padre muy simpático y gorrón, su relación con los hijos y con el barrio. Está protagonizada por Mario Gas y su hija Miranda Gas.
¿De dónde viene su pasión por el cine?
Desde pequeño me encanta el cine. Veraneaba en Benidorm y todas las noches iba al cine. Y en mi colegio de Madrid estaban los hijos de Saura, Berlanga, Marsillach y Mario Camus. Había muchos cineastas. Siempre estuve en un ambiente relacionado con el cine.
¿Qué le pide a un proyecto para que le interese?
Que sea una historia interesante.
¿Cómo ha sido su evolución?
Desde el punto de vista de la producción ha sido afortunada, porque me he beneficiado de la tecnología. Y desde el punto de vista de los contenidos, no es lo mismo cuando tienes 20 años que cuando tienes 50. El mundo a tu alrededor cambia y tú con él.
Hoy hace cine de autor.
¡Qué remedio! Produzco y dirijo yo, nadie me marca nada, pero el cine de autor conlleva una etiqueta de cine de calidad que reconozco que no me gusta. La gente del cine que más me interesa no es la que se identifica con el cine de autor. No me interesa que Pablo Llorca esté por encima de las películas, de eso huyo.
¿Cómo ve el mundo del cine?
Hoy es más fácil hacer películas y más difícil estrenar. Y si hay menos espectadores es porque hay más formas de ver el cine que en una sala. Está internet, las televisiones...
¿Internet es aliado o enemigo del cine?
Internet es aliado pero el pirateo está ahí y es nocivo. Pero la sensación de ir al cine es irremplazable y no lo digo desde el punto nostálgico, sino como alguien que va al cine y cree que es una sensación más intensa que verlo en casa.
Y terminemos hablando de la Cultura, ¿se le da el valor que merece?
Hoy se entiende la cultura de grandes eventos, de nombres y de cifras. Solo se valora lo que vende mucho. Eso conduce a un cierto escepticismo o cinismo. Cultura es todo y hay gente en sus casas pintando cuadros o escribiendo libros que están bien y también son cultura.
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