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Obra, presente en la muestra, integrada en el conjunto Puerto Chico Azul.
'Los paraísos perdidos' de Francisco Díaz reabren el Espacio Fraile y Blanco

'Los paraísos perdidos' de Francisco Díaz reabren el Espacio Fraile y Blanco

El pintor cántabro, que reúne el fruto de varios meses de trabajo a través de sus miradas sobre la naturaleza, inicia la temporada en la que la sala cumplirá siete años y 25 exposiciones

Guillermo Balbona

Viernes, 27 de enero 2017, 08:32

Su creación representa una de las miradas más personales sobre el paisaje. Siempre en evolución la obra del pintor Francisco Díaz crece con personalidad y solidez. Tras su muestra del pasado año en la sala Garcilaso de Torrelavega, el Espacio Cultural Fraile y Blanco abre un año muy especial con una exposición dedicada a su trayectoria. Bajo el epígrafe Paraísos Perdidos Díaz reúne una veintena de obras que reflejan el buen estado artístico del pintor que reúne obra concebida sólo para la exposición y que comparte "aquellos paisajes de mar y de tierra que han viajado con el artista a lo largo de estos últimos años creativos».

Las pinturas de Díaz reflejan "esa necesidad que tenemos todos de escapar hacia destinos que nos invitan a refugiarnos de esta realidad gris y confusa que nos rodea". Durante todo el mes de febrero estará abierta al público esta nueva apuesta del Espacio Cultural santanderino en un año en el que la sala cumple 25 producciones tras siete años de programación cultural y artística en particular.

La cita será inaugurada el próximo martes, día 31, y se exhibirá en febrero. Fraile y Blanco celebrará sus 25 exposiciones en mayo con el regreso a Santander del pintor Alejandro Quincoces a través de una exposición de sus últimos trabajos.

Los paisajes vividos de Francisco Díaz, con sus verdes y azules, cielo y mar, grises y lluvia que tiñen sus óleos con estampas de sus querencias de Santander y determinados rincones emblemáticos, recalan en el Espacio. Francisco Díaz (Santillana del Mar, 1960), comenzó muy pronto en la pintura. Artista versátil que comparte su pasión por el arte con la actividad docente, describe cada cuadro que realiza como un viaje al que uno se apunta sin saber cómo llegará a puerto.

Pinta para "descubrir y descubrirse" y, en varias ocasiones, expresa su deseo de que la gente vea cómo es su proceso de creación para entender mejor su trabajo.

Los paraísos perdidos subraya esa inclinación natural del artista hacia la pintura "la cual llena mi tiempo, me proporciona satisfacción, sacia mi curiosidad y me hace sentir vivo. Es mi refugio y particular paraíso". La exposición supone un recorrido por algunos de los territorios recurrentes en su pintura. "Soy pintor de aire libre y es precisamente el contacto directo con la naturaleza lo que me inspira y enseña. El reto cambiante de la luz, la elección del tema, el encuadre, son elementos tan azarosos como desafiantes", confiesa.

El lienzo en blanco se antoja "un campo de batalla de incierto desenlace pero del que aprendo siempre. Puedo decir que cada cuadro es testigo mudo de una experiencia vital, de un instante irrepetible". Y Díaz confiesa que siente que haber hecho suyos "rincones y momentos que, de algún modo, me pertenecen y a los que pertenezco. Por eso pinto los lugares que quiero, admiro y transito: los paisajes de mi tierra", según apunta en su tarjera de presentación ante esta comparecencia.

Y precisa que aunque mantiene "una inequívoca vocación figurativa", no busca "únicamente un valor documental sino aportar una visión personal y apasionada". El paisaje, opina Díaz, "más que una plasmación de la realidad es una construcción intelectual que combina lo objetivo con la expresión íntima y personal. Concibo al artista como alguien capaz de enseñarnos a mirar y, finalmente, me pregunto si con mayor o menor voluntad y acierto haya conseguido despertar en el observador parecidos sentimientos a los míos".

Díaz lleva más de tres décadas inmerso en el paisaje, la cotidianidad y, sobre todo, el color y la luz. Puertochico, el Barrio Pesquero o Reina Victoria son esos lugares en el mundo que fija la mirada del pintor, cartelista, grabador e ilustrador, integrante del colectivo Peonza. Su obra pictórica muestra un estilo personal e identificativo a la hora de reflejar esos paisajes que protagonizan sus cuadros, imprimiendo un especial encuadre y viveza de aquellos rincones que son fácilmente reconocibles. El pasado año, con la obra titulada Al fin una casa, obtuvo el XXXVIII Concurso Nacional de Pintura Casimiro Sainz de Reinosa.

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